1

4.5K 304 76
                                    

—¡Vamos, Carlo! –gritó el pequeño chico rubio de ojos azules mientras corría por las calles de Venecia de forma acelerada adelantando a su hermano.

Ambos chicos de apenas unos doce y nueve años se encontraban yendo a comprar algunas cosas a la panadería habiendo sido mandados por su padre anteriormente, puesto que su madre estaba enferma. El pequeño chico, el cual era más bajo que el otro, daba saltos levantando su mano agitandola para que se diera más prisa.

Carlo, sus ojos eran azules grisáceos y su pelo era rubio cenizo, seguía a su hermano. Estaba algo cansado de tanto correr pero igualmente mantenía el ritmo

—Algún día... Te voy a superar Toni. –jadeó llegando hasta la tienda– ¿Nos compramos unos bollos? –sonrió. Le faltaba un diente que se había partido jugando con los demás niños– ¿Nos sobrará algo del cambio?

—No lo sé, ya sabes cómo es papá con el dinero –rodó los ojos– Si nos gastamos de más te toca a ti luego explicarle las cosas, que siempre me toca a mi

Cruzó sus brazos viendo como se acercaba poco a poco

—Podemos decirle que nos han atracado aunque... –lanzó unos golpes en el aire– ¿Quién nos quitaría el dinero? ¡Uh! ¡Estoy hecho un toro! –sonrió poniendo sus brazos en jarras– ¡Oye! Quiero pagar yo esta vez –se acercó de nuevo a Toni.– ¡Tú siempre pagas!

—Pagar es de mayores, y yo soy mayor que tu, así que te aguantas –le puso la mano en su cara echándolo ligeramente hacia atrás– Y lo dirás por mi, ¡mirame! Tu ni puedes correr.

Infló sus mejillas, terriblemente ofendido por eso. Mordió su labio y le dio una patada con fuerza en la pierna a Toni y le quitó el dinero con éxito.

—¡Me toca, me toca! –corrió dentro de la tienda con el billete en su mano.

—¡Eh! ¡Eso es trampa! –corrió cómo podía detrás suya entrando a la tienda mientras agarraba su pierna por el golpe, lo que hacía que tuviera que ir a pata coja

—¡Al menos yo no soy un enano cojo! –le saco la lengua mientras ponía el billete en la encimera– Disculpe, quiero dos barras de pan, y... –vio que el bollo que quería era bastante caro– ¡Y dos chicles de fresa! –sonrió orgulloso– ¡TOMA ESA! –sonrió orgulloso a Toni.

—¡Solo son unos centímetros de nada! –al llegar a su lado le dio un fuerte codazo tanto que lo desplazó unos metros a un lado.

Se inclinó de puntillas al mostrador para agarrar la barra de pan y los chicles junto al cambio que apenas eran unas monedas.

—¡Gracias! –respondió exaltado con una sonrisa hacia la dependienta.

—¡Eh! –le empujó de nuevo. Para evitar ser empujado de nuevo salió corriendo de ahí– ¡Oye! ¡Dame los chicles! –gritó unos metros alejado.

—¡Ahora no quiero, pillame si puedes! –le gritó echándose los dos a la boca mientras le sacaba la lengua y corría nuevamente hacia su casa con las dos barras de pan en una bolsa de tela.

Se quedó mirándole fijamente, hasta que frunció el ceño y corrió tras él.

—¡Eso no es justo! ¡Yo los pedí! –le persiguió por varias calles hasta que por fin pudo agarrarlo, pero ambos cayeron al suelo, rompiendo el pan– Auch... –se sobó la frente adolorido– ¡Ah! ¡No, otro no! –empezó a tocarse los dientes, pero suspiró aliviado por eso. Al ver el pan roto jadeó– Lo que hiciste... Mira lo que has hecho. –le dio el pan a él, limpiándose las manos.

—¡Si lo has hecho tú! Agh... –se quejó levantándose poco a poco mientras se sacudía el polvo del suelo de sus pantalones

—La bronca que nos va a caer... ¡Siempre haces lo mismo! –gritó percatandose de que se había tragado los chicles– ¡Ah, me los he tragado! ¡Me voy a morir! ¡Has visto lo que has hecho, me voy a morir por tu culpa!

Nadie se mete con los Gambino [MarbellaVice] (Pausada Un Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora