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Carlo apretó los ojos con dolor. Habían pasado unas horas después de que se llevasen a Toni. Se incorporó del suelo, mirando hacia todos lados.

—N-no... –jadeó mirando por todos lados– No... Nonono...

El golpe de su nuca aún le dolía, tuvo que apoyarse en una pared para no caerse al suelo. Sus manos temblaban mientras empezaba a notar como su respiración se le hacía imposible de controlar. Agarró su pecho con fuerza mientras sus lágrimas caían. Se estaba ahogando. Apenas podía respirar mientras que su pecho ahora estaba siendo aplastado por sus propios latidos.

Jamás se habían separado de esta forma. No creía poder vivir sin su hermano. Eran un equipo, eran uña y mugre.

—No... Nono. –agarró con fuerza su cabeza para relajarse– Él... No querría que estuviera así. –apartó sus lágrimas con sus manos de forma torpe– Lo arreglaré. Lo voy a arreglar todo...

Carlo se sentía profundamente culpable por no haberlo protegido. Era su trabajo. Siempre fue su trabajo, desde niños. Sacó su móvil y llamó a Valentín.

—Valentín... –dijo cuando le contestó– Sé que esta noche tenía trabajo. Pero han secuestrado a mi hermano. –Carlo hizo lo que jamás había hecho con nadie que no fuera su hermano, suplicar– Por favor... Les daré dinero, me arrodillaré ante tu jefa, haré todo lo que quiera. Me cortaré el brazo si hace falta pero... Necesito a Toni de vuelta.

—Eh... Hablaré, hablaré con ella... –susurró el otro a través del móvil. Su tono era algo Incómodo, y no era únicamente por lo que el otro le estaba contando.

—En unos minutos te mando ubicación con lo que me diga...

—Está bien –jadeó colgando la llamada.

Carlo se dejó caer al suelo, mientras sus manos le hacían soporte para no caerse cara al suelo. Miraba fijamente el sucio asfalto mientras gotas empezaban a aparecer en él.

—No es justo... ¡No es justo maldita sea! –chilló con todas sus fuerzas con una voz rota– ¡Tuve que ser yo! –se levantó y empezó a darle patadas y puñetazos a un cubo de basura– ¡Te odio! ¡Hijo de puta por qué te haces el héroe! Yo soy quien no tiene futuro... ¡No es justo! –cada vez le daba más y más fuerte al cilindro de metal

—Te odio... Te odio... –cayó rendido mientras sentía sus lágrimas caer casi ahogando sus palabras– To-Toni... –jadeó apretando sus ojos– Voy a por ti, Toni... Aguanta.

Minutos después Carlo recibió una ubicación. Esta estaba al otro lado del lugar en el que se encontraba. Tardaría un par de minutos pero estaba claro que ahora no tenía barreras.

El lugar era una zona donde habían almacenes, algunos llenos y otros vacíos, justo al lado del mar, como en un paseo largo repleto de cajas y demás. Cuando Carlo bajó del coche pudo ver a tres tipos vestidos completamente de negro junto a aquella mujer la cual contemplaba el mar como si fuera lo mas interesante del mundo.

Carlo caminó, arrastrando sus pies, sintiéndose como una bolsa de plástico llevada por el aire. Hasta que paró en frente de la señora, y no dudó en tirarse al suelo de rodillas.

—Haré... Lo que sea. –cerró los ojos con fuerza mientras sus manos temblaban ligeramente– Por favor, por favor... Necesito rescatar a mi hermano. Lo tiene un tal Igor que habla muy raro, y tenía unos trabajadores que vendían droga por las calles del norte... –informó mientras agachaba la cabeza, humillado pero no le importaba para nada si con eso podía salvar a Toni.

—Con que... Igor –habló esta girándose a mirarlo mientras bajaba sus gafas oscuras para mirarlo desde arriba– Primero, V, cachéalo –le ordenó

Nadie se mete con los Gambino [MarbellaVice] (Pausada Un Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora