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—¡Toni! –soltó a su padre y le dio un guantazo a su hermano– ¡Reacciona! No puedes seguir buscando eso. ¿Vas a volver a irte como un gilipollas? ¡Se algo responsable!

El rubio se cayó al suelo quedando sentado mientras se masajeaba la cara

—Agh... Eso lo dices porque no lo has probado

—No. Cierra la boca. –buscó las pastillas pero no las encontró. Probablemente las tenía el padre– Se lo prometimos Toni. Le prometimos que no nos meteríamos profundamente en cosas de nuestro padre. Que seríamos diferentes.

—Pero tu me dijiste que lo haríamos por ella, conseguir el dinero para ella –lo miró levantándose lentamente

—¿Vas a conseguir el dinero drogándote? –frunció el ceño dándole un pequeño y suave empujón– Joder, Toni. Espabila de una vez. Hazlo por ella. No podemos actuar así. Ella no merece que seamos así. ¿Vas a dejar que se sienta decepcionada?

—Es, es, es algo que no puedo evitar... ¡No es mi culpa! –gritó apoyándose en la litera para no caerse al suelo por el empujón– Si vas a empezar otra vez con eso... Me voy a volver a ir.

Carlo cerró los ojos y suspiró para calmarse. Necesitaba tranquilizarse antes de tratar de volver a hablar con él.

—Mira, Toni. Entiendo que eso te haya calmado, porque últimamente estamos con mucha ansiedad y mucho estrés. Probablemente pienses que sólo con eso te vas a sentir mejor. Pero no es así. –lo miró fijamente.

—Y cómo lo sabes, si tanto les gusta a los que les vendemos, por algo será... –desvió la mirada

Carlo clavó sus ojos en él, sin expresar nada en su mirada, como si estuviera decidiendo decir o no decir algo.

—Ese no es el tema. –lo miró fijamente– La cosa es que no puedes seguir así. Yo no voy a poder con toda esta mierda, no necesito que mi hermano se vuelva ahora un drogadicto. Si acaso solo una vez por semana. Pero no esto. No puedes buscarlas como si fueran chuches, esto no es para ti.

Toni cruzó sus brazos bajando su mirada y suspiró saliendo de la habitación. Se agachó agarrando los brazos del hombre

—Agarra sus piernas –dijo con simpleza

Carlo suspiró aliviado. Sabía que no había podido convencerlo del todo, pero al menos había conseguido algo. Se acercó y agarró las piernas con toda su fuerza. Con algo de dificultad lo llevaron hasta su habitación y lo tiraron en su cama.

—Me pasé con los golpes... ¿No? –se asomó a mirarlo– Mmm...

—Bastante –se apartó de él bajando las escaleras– Vamonos, no podemos quedarnos aquí.

—¿No? –alzó una ceja– Por él no pasará nada. No nos va a echar de casa. –lo siguió confuso

—¿Eres gilipollas? –se giró a mirarlo con seriedad– Si la policía viene porque consigue llamar a la policía o algo, nos vamos a la puta cárcel, Carlo. No está muerto, lo has dejado frito, pero muerto no está.

—Pues... –lo miró pensativo– lo matamos –subió sus hombros– Y listo.

—¿Cómo? –parpadeó un par de veces– Pero... O sea, dices que no le contemos esto a mamá pero si que quieres matarlo. No te entiendo

—A ver, a ver. No es lo mismo. –rascó su nuca– ¿Pero qué vas a hacer? ¿Huir y ya está? ¿Y que planeas? Es estúpido

—Más estúpido es matarlo y dejarlo así sin mas para que mamá acabe enterándose –frunció el ceño

Nadie se mete con los Gambino [MarbellaVice] (Pausada Un Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora