∆Capítulo Catorce∆

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Suspiro indecisa.

Muerdo mi labio inferior mientras miro mi reflejo en el espejo.
La chica que me devuelve la mirada es irreconocible, no estoy realmente segura de estar haciendo lo correcto, no se siente como si fuera yo, simplemente es como si alguien más estuviera tomando mi lugar. Algo irreal pero así se siente.

Mi cabello por primera vez en mucho tiempo lo llevo suelto, con ondas en las puntas; y por primera vez en más de diez años llevo algo más que solo negro.
Un jersey de cachemirna rosa pálido hace juego con unos cómodos y lindos jeans ajustados en azul y unas zapatillas blancas con franja rosa.

Me siento como una princesita de cuentos de hadas, algo que nunca ha ido ni conmigo ni con mi personalidad.
No se si estoy siendo una tonta pero definitivamente no me veo saliendo con este conjunto a la calle, nunca debí hacerle caso a Ian o a los chicos, me siento realmente extraña.
Ya ni me reconozco. Es como si fuera una nueva Lex Baker.

Suspiro y me debato entre quitarme o no el ligero maquillaje que Lea me hizo, no se ni siquiera porque estoy haciendo todo esto. No estoy en un programa de moda donde le hacen transformación a las personas, no soy ni siquiera una cenicienta de la actualidad, no me acerco a eso.

Coloco mis manos en la mesa de la peinadora y hago presión en ella para no salir corriendo al baño y quitarme todo esto que llevo encima.

—¿Estarás haciendo bien, Lex Baker? —Le pregunto a mi reflejo.

Respiro un par de veces, intentando hacer los ejercicios para calmarme y no perder mis estribos. Antes de que pudiera hacer una locura salí de mi habitación sin dar marcha atrás.

En la sala se encontraban las tres mujeres que complementaban mi círculo familiar. Ivy es mi amiga pero también es parte de mi familia y ese hecho no va a cambiar.

—¡Guao! ¿Alguien puede decirme quién es ella? —Pregunta Ivy en voz alta apenas me ve entrar a la sala— ¿Dónde dejaste a mi amiga? —me pregunta señalándome. Río por su tonta actitud.

Lea y mi tía me observaron en completo silencio. La duda comenzó a acrecentarse dentro de mi, quizás no debí usar esta ropa, quizás el maquillaje me hacía ver extraña, quizás esto no era para mí.
Su silencio solo me producía más incertidumbre, necesitaba que dijeran algo, así no estuviesen siendo agradables con sus palabras pero lo necesitaba.

—¿Pueden decir algo? Lo que sea. —dije intentando acabar con este incómodo silencio que se estaba formando.

—Yo... —Lea se queda en silencio nuevamente, intentando buscar las palabras adecuadas— Tú... Te ves tan diferente y hermosa. —No sabía si era mi imaginación pero pude ver como los ojos de mi hermana se cristalizaban— Desde hace mucho quería verte así. Me encanta. —apremia— Me encanta que por fin estés intentando darte una nueva oportunidad, así lo veas como algo tan simple como un cambio de ropa.

Sonrío intentando que las lágrimas no se acumularan en mi rostro, no quería sentirme más vulnerable de lo que ya lo estoy.

Mi tía se acercó hacía mi y tomó mis manos entre las suyas, amaba que ella hiciera eso, se sentía como un gesto de que siempre estaría para mi sin importar qué.

—¡Eres preciosa, cariño! —susurra observándome en todo momento— Me siento tan feliz de ver que estas intentando seguir con tu vida. Estoy muy orgullosa de ti, Lex.

Sus palabras estaban calentando cada parte de mi ser, llenándolo de felicidad.

Es increíble el poder que tienen las palabras; ellas pueden destruirte o fortalecerte, lastimarte o curarte.

Nunca nos damos cuenta de lo importante que son las palabras que le decimos a otros hasta que lo experimentamos en carne propia, con ella solo podemos ayudar a una persona o hundirla aún más.

Amarga Pesadilla (Libro I)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora