∆Capítulo Veinte∆

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Las palabras seguían sin querer salir de mi boca.

Solo quería despotricar una y otra vez hacía ese hombre bastardo que dañó no solo físicamente a su esposa sino también a su propio hijo. Quería gritar de furia pero nada de lo que hiciera cambiaría el pasado ni arreglaría las cosas. Ese hombre ya estaba muerto y por mi podría pudrirse en las entrañas del infierno si era posible.

Mientras camino junto a Ian recordé cada palabra que me dijo, recordé el azul de sus ojos cristalizarse y perder su brillo de felicidad, recordé su rostro de preocupación y miedo. Y lo que más recordé fueron sus últimas palabras:

Dallas Charter...

Su primer nombre. Se sentía extraño pensar en llamarlo así o asociarlo siquiera con esas dos palabras, estaba tan acostumbrada a llamarlo por Ian que sería extraño conocerlo por Dallas, no lo sé, un tanto raro de mi parte. Aunque para mi él siempre será Ian, mi «Ian Cox»

—No... No te dije todo eso para que sintieras lástima por mi, Lex. —sus palabras me sacaron de mis pensamientos. Lo observé confundida, sin saber realmente porque me decía eso— No quiero que me mires de otra forma ahora que sabes sobre mi pasado, no quiero que todo lo que te conté cambie tu trato hacia mi.

Como si eso fuera posible. Ahora solo me sentía más unida a él. Ambos sabíamos sobre el pasado del otro, no había nada más que pudiera alejarme o hacerme cambiar de idea sobre él.

—No pienses ni por un segundo que siento lástima por ti, Ian porque no es así. —refuté con firmeza— Al contrario, siento mucha admiración porque a pesar de todo lo que te tocó vivir sigues de pie, disfrutando de la vida, no dejaste que tu pasado te consumiera, algo que yo no estaba haciendo.

Él se detuvo y yo hice lo mismo, mis ojos buscando los suyos. Eran mi nueva cosa favorita, admirar ese profundo e intenso azul me daba tranquilidad y calma.

—Ahora sabes como yo me siento con respecto a ti. Como te ves a mis ojos. —se sinceró sin dejar nuestras miradas ni por un segundo— Te admiro porque eres fuerte, Lex. Lo eres aunque no quieras creerlo, he visto tu coraje y tu valor y he amado cada una de tus virtudes pero he amado aún más cada uno de tus defectos.

Lo hizo.

Dijo la palabra «Amor» 

¿Cómo se debe sentir uno al respecto?

Porque la verdad es que una vez más me quedé sin palabras. Unas mariposas revolotearon tontamente en mi interior, y unas hormiguitas invisibles se paseaban por todo mi cuerpo produciendo cosquillas en cada lugar.

¿Era así como se sentía?

Como si desplegaras tus alas y sintieras el viento chocar contra ti mientras observabas todo el paisaje que se extendía ante tus ojos.

Nunca antes había volado, pero las emociones que estaba sintiendo me hacían pensar en algo parecido a volar y vivir la libertad.

—¿Eso es posible?

Quise golpearme al momento de decir la pregunta en voz alta.
Quería simplemente decirle que también había aprendido a amar sus virtudes y ahora que conocía parte de su pasado solo podía amarlo mucho más, incluso con sus imperfecciones. Pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta, era imposible que salieran de mí, nunca las había dicho en voz alta, ni siquiera a mi hermana o a mi tía. Era algo que creí que nunca podría decir y ahora que quiero hacerlo solo no puedo.

Nunca deseé con tantas ganas decirle las palabras «Amor» a alguien, nunca creí que necesitaría hacerlo, nunca creí que yo podría amar de verdad a alguien que no formara parte de mi familia. Nunca lo creí hasta que él con su estúpida intensidad, con sus perfectas imperfecciones, con su patético humor, con su agradable compañía, con su dulce mirada y extensa sonrisa lograra romper mis barreras, perforando cada muralla construida, llenando de luz y calma mi agitada y oscura vida.

Amarga Pesadilla (Libro I)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora