∆Capítulo Veintitrés∆

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*Ian Cox*

—¡¡¡Rápido, Larry!!! —rugí a punto de llegar al límite de mi paciencia— ¡Acelera! ¡¡¡Por Dios!!!

—¡Cálmate, Ian! Voy todo lo rápido que puedo. Si acelero un poco más podríamos tener un accidente y todo nuestro plan de rescate se iría al desagüe. 

Su respuesta me hizo desacelerar mi ritmo, estaba perdiendo mi cordura. Larry tenía razón, si acelera el auto perdería totalmente el control y todo terminaría en un caos peor del que ya estábamos viviendo.

Suspire pesadamente, mi vista variaba entre la carretera y Larry, no sabía que otra cosa hacer, estaba impacientándome y mi estado de animo solo colocaba a Larry más nervioso de lo que estaba aunque intentara ocultarlo.

Volteé mi vista hacía los asientos traseros y vi como mamá abrazaba protectoramente a Lea mientras le daba palabras de aliento, así era ella, tan sobreprotectora y dulce con las personas que lograban robarse un pedazo de su corazón, sonreí por verlas de esa manera y volví mi vista al frente. Aún faltaba un largo camino por recorrer y sentía que todas esas horas que perdimos el asesino pudo usarlas a su favor, quizás en estos momentos Alexa y Lex ya estaban cerca de su final, temía que cuando llegaramos todo hubiese sido en vano, tengo miedo de que sea demasiado tarde.

Recosté mi cabeza del asiento y cerré los ojos. La imagen de Lex apareció en seguida en mi mente como si esperara el momento oportuno para aparecer mágicamente; logré vislumbrar como su cabello oscuro caía en cascada por encima de sus hombros, casi nunca lo llevaba suelto pero cuando lo hacía era como admirar el cielo de noche repleto de estrellas, algo majestuoso. Lex es hermosa, en el amplio aspecto de la palabra, no solo por su físico sino también por su interior. Ella es una chica que intenta ocultar sus sentimientos creando barreras de protección, pero cuando logras penetrarlas te das cuenta de lo increíble y maravillosa que es, de lo especial que resulta ser, de los innumerables secretos que guarda y que aún así intentas felizmente descubrirlos todos. Detallé a la perfección sus pómulos, sus mejillas, sus suaves labios, labios que desde hace mucho me incitan a besarlos pero que en realidad no lo he hecho por temor a su reacción, sus finas cejas y esos ojos que siempre han sido mi atracción, rodeados por unas largas y hermosas pestañas, logrando que el gris intenso que proyecta sea aún más adictivo de ver. Toda ella me fascina y no entiendo como es que he podido ocultar mis sentimientos.

—¡Hey, amigo! —la voz de Larry hizo que saliera de mi imaginación. Abrí mis ojos un poco desorientado y lo observé.— Todo estará bien. Ella estará bien. —asentí mirando por la ventana.

Todo a nuestro alrededor era penumbra y oscuridad, lo único que se podía escuchar era el sonido que hacían las sirenas del auto de policía, de resto todo el camino estaba en completo silencio y calma.

Llevábamos más de una hora de camino, hacía las afueras del pueblo, donde nos dirigimos hacía el único lugar que sabíamos con seguridad que el asesino se las había llevado, o al menos era el único lugar que teníamos en mente y que estábamos 99.9% seguros de que ese sería el lugar.

No sabía como pero solo lo presentí, y por primera vez quise hacerle caso a mi intuición.

Cuando estábamos en la estación de policía, básicamente estábamos dejando correr el tiempo; Larry y su equipo intentaban hacer todo lo que podían pero las pistas eran escasas. Así que sin perder más el tiempo comencé a concentrarme, a ayudar, a hacer algo que nos permitiera encontrar a Lex, y cuando estaba en ese momento un lugar vino a mi mente de rapidez, como si fuese una señal del cielo o de mi cerebro, como si alguien o algo quería mostrarme y hacerme convencer de donde se encontraban. Al principio solo lo dejé pasar, pero a medida que los minutos pasaban el lugar seguía cada vez más constante en mi mente, incapaz de irse, por lo que llamé a Larry y le dije donde creía que podrían estar, él no quiso creerme y tampoco estaba del todo seguro porque siendo sincero podríamos haber perdido definitivamente a Lex y a su tía si ellas no se encontraban donde yo creía. Tuve que convencerlo, no tomó mucho pero el miedo y el terror me invadió al comprender que si ellas no estaban ahí todo se desmoronaría y sería mi culpa.

Amarga Pesadilla (Libro I)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora