∆Capítulo Ocho∆

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Cinco días.

Tan solo cinco días habían pasado desde el momento en que decidimos comenzar con las investigaciones sobre la muerte de mis padres.
Cinco días desde el momento en que estuve con los chicos en la biblioteca y logramos descubrir algo que pensábamos que no íbamos a poder encontrar:
Mi confesión sobre el asesino.
Sobre que vi su tatuaje y eso me llevó a tener innumerables pesadillas como también una fobia espeluznante hacía los escorpiones.

Cinco días en los que cada vez intentábamos investigar más a fondo y descubrir la razón de porqué la policía dejó de investigar, dejó de buscar al culpable, y lo más importante de todo: ¿Por qué aún teniendo una pista sobre quién podría haber sido el asesino ellos no hicieron nada? ¿No quisieron supuestamente creerle a una niña de seis años?

¿Qué fue lo que sucedió realmente ese día en que murieron mis padres?
¿Qué sucedió con las investigaciones policiales?
¿Qué o quién está detrás de todo?
¿Estoy pasando algo por alto? Algo que no recuerdo.

Son miles de preguntas las que se crean y arremolinan dentro de mi cabeza pero que son realmente imposibles de contestar. Es como intentar buscar un grano de arroz en la arena del mar, mientras más pistas o nueva información encontremos mayor será la duda y las preguntas que crearemos.
Es como entrar a un callejón sin salida. Mientras más intentes buscar una salida más problemas obtendrás y menos escapatoria encontrarás.

Es como si nada se diera a nuestro favor, como si la vida jugara contigo y estuviera ocultándote todo, creando cada vez más dudas en ti.

A veces me siento como esa pequeña niña de seis años que estuvo con los ojos vendados durante horas y horas.

Siento como si una venda invisible estuviera colocada en mis ojos, una venda que no me permite ver más allá que la cotidianidad, una venda que solo hace que me pregunte que sucede a mi alrededor, como si esa venda fuese puesta para que nunca pudiera ver la verdad así la tuviera delante de mis ojos.

Creo que cada día que pasa vivo más en la ignorancia y en el pasado, enfrascada en algo que sucedió hace muchísimos años, que no me permite avanzar y supongo que nunca lo hará porque al paso que vamos será realmente imposible obtener todas las respuestas que necesitamos, que básicamente yo necesito para continuar con mi vida y darle fin a esos años de luto que yo misma dejé que fueran parte de mi día a día.

Me quedo observando la figura de Frederick Billbord en la entrada principal de la universidad, su escultura esta hecha a la perfección, detallando rasgos importantes y poco apreciativos a la vista de las personas como lo son sus anteojos redondos, su bigote perfectamente poblado, su corta melena y el traje de hombre de negocios que vivió hace ya muchas décadas atrás.
Frederick Billbord fue el fundador de la famosa y única escuela educativa de Laswell, por lo que su apellido forma parte del nombre de la institución.
Miro detalladamente como una paloma se posa en la cima de la estatua y comienza a moverse hasta que deja un pequeño regalo justo en la cabeza de Frederick, suelto una pequeña risa y niego varias veces antes de ver como la paloma sale volando siguiendo su curso.

A alguien le tocará limpiar ese pequeño regalito que le hicieron a Frederick.

—¡Lex! —la voz de Thiago me hace girar en mi sitio. Su metro ochenta se distingue en todo el lugar, sin contar con su increíble cabello blanco que resplandece cuando el sol brilla encima de él.

—¡Hey! —respondo volviendo a mirar hacía la estatua. Thiago se coloca a mi lado y mira hacía mi dirección.

—¿Apreciando la escultura de Frederick? —pregunta con una nota de incredulidad es su voz.

Amarga Pesadilla (Libro I)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora