∆Extra Tres∆

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*Ian Cox*  

Dos años después.

La suave y gélida brisa de invierno choca contra cada piel descubierta de mi rostro.
Expulso el aire de mi boca y sale en una exhalación en forma de humo. Meto mis manos en mi abrigo y camino con dirección al parque de la ciudad.

A esta hora de la mañana los transeúntes son escasos, lo que me permite una libre caminata en medio del frío por las calles sin tener que tropezar cada dos segundos.

Recorro el camino con parsimonia; aunque el invierno no es mi época favorita del año, de vez en cuando suelo sentirme a gusto a pesar de no ser fan del ambiente extremadamente gélido.

Las épocas navideñas están a la vuelta de la esquina por lo que desde ya, cada lugar que pises es un lugar que transmite esa aura mágica y esa armonía de paz y alegría que solo la época de noche buena traería consigo durante el año.

Es como si estas fechas despertara la calidez humana que estuvo a punto de ser apagada, hiciera que surgiera de nuevo la empatia y uniría a todo un pueblo, incluso a toda una ciudad entera en un mismo sentir y un mismo pensamiento: Navidad, fecha de amor, alegría y paz.

Es un chip mental que se les mete a las personas para que empiecen a hacer obras de caridad y comiencen a pasar por pocos días el tiempo que no pudieron pasar con sus familiares en todo el año.

Es igual que en fechas de san valentin, donde todos por un día entero muestran el amor y la gratitud que quizás en tiempos anteriores no lo demostraron.

Nunca había sido ajeno a la participación de estas fechas hasta que ella se fue, desde entonces es como si nada realmente importara, como si ya nada tuviera sentido salvo lograr una meta en mi vida; la de poder graduarme en la universidad.

Ella fue ese soplo de brisa en verano que trae consigo paz y frescura en un día realmente caluroso. Siempre sentí que lo nuestro estaba destinado al fracaso, al menos era lo que cada día me hacia creer para poder olvidarla pero aunque hayan pasado dos años desde la última vez que la vi, dos años desde que todo cambió es realmente imposible poder olvidarla, poder olvidar cada gesto, cada escasa y pequeña sonrisa que rara vez lograba dejar brillar... Ella sin duda alguna dejó un gran vacío en lo más profundo de mi ser; solo llegó para hacerme entender que no todo tiene que ser perfecto y duradero, que incluso podemos amar el caos y las imperfecciones que hay en la otra persona al punto de que todo para ti resulta ser hermoso y maravilloso. Ella me enseñó a nunca juzgar a alguien por lo que aparenta ser, todos tenemos un lado que intentamos ocultar a los demás y sin lograr conocer realmente cada faceta de ella pude colarme hasta los tuétanos como lo haría un crío con su primer amor.

Estando junto a ella me sentía como ese adolescente inexperto que busca llamar la atención de la chica por la que siempre ha estado enamorado.

Y a pesar de que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos nada ha cambiado, al menos no para mí. Ella sigue estando presente en todo momento, en cualquier lugar en el que esté puedo sentirla junto a mí. 

La carta que me dejó hace dos años solo hizo sentirme mucho más miserable de lo que me sentía en ese momento; quería salir corriendo, dejar todo a un lado y buscarla pero aunque no quería admitirlo ni reconocerlo ella tenía razón; ambos no estábamos preparados para tener algo más que una simple amistad. Habían aún muchas cosas que ella tenía que superar pero necesitaba hacerlo sola, por su cuenta, ella quería poder empezar a valerse por si misma. Yo en cambio, necesitaba un respiro, alejarme de todo lo que conocía y darme un tiempo a solas, había estado tan acostumbrado a la compañía de alguien a mi lado que me era difícil estar solo; necesitaba poder reencontrarme, aprender a amar la soledad y aceptar solo mi compañía para poder abrirle mi corazón a alguien más. En ese entonces habían cosas que ambos necesitábamos aprender y necesitabamos hacerlo solos. 

Amarga Pesadilla (Libro I)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora