∆Capítulo Veintidós∆

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*Ian Cox*

Desaparecida.
Desaparecida.
Desaparecida.
Lex estaba desaparecida.

Las palabras se repetían una y otra vez en mi mente sin descanso.
Agobiandome, asfixiándome, llevándome a una encrucijada, a un callejón sin salida.

Mi pecho seguía doliendo como nunca antes lo había hecho. Me costaba respirar o decir algo coherente. Solo podía pensar en ella, en lo que podría estar sintiendo, en lo que le podría pasar.

¿Estaba bien? O ¿Ya estaría muerta?

¡No, Dios! No lo permitas.

No pienses más cosas negativas, Ian o se harán realidad. 

Volví a tomar agua cuando sentí mi garganta nuevamente seca. Mis manos temblaban y mis piernas no dejaban de moverse, tenía un tic nervioso.

Pasé mis manos por el cabello y los dejé ahí, apretando, jalando. Estaba al borde de la locura. 

Jamás había sentido tanto miedo y temor en mi vida como lo estoy sintiendo ahora. Ni aún cuando sucedió lo de mi padre; en ese entonces era un niño, el miedo me embargó por saber que algo malo sucedía si él hacía lo que su mente le decía, pero ese miedo no es nada comparado con el que siento en estos momentos.

Nunca fui un niño que admiró a su padre, jamás lo hice, nunca quise estar a solas con él, tampoco me agradaba tener que verlo a diario, por eso su muerte no fue tan dolorosa como creí que lo sería; en realidad solo sentí paz y felicidad, sabía que él ya no podía hacernos más daño a mi madre y a mi y eso eclipsó todo sentimiento de dolor.

Ahora con Lex todo es diferente. Ella siempre me ha interesado, ha sido la única que ha logrado hacerme sentir cosas que nadie más había logrado y sin siquiera intentarlo. Lex nunca hizo algo para captar mi atención y aún así la tuvo, nunca hizo algo para que mi curiosidad por ella saliera y aún así sucedió, nunca hizo nada para que me enamorara y aún así terminé enamorado como nunca creí que lo estaría de alguien. Simplemente sucedió, esa curiosidad que sentí se convirtió en algo más profundo, algo incapaz de ser borrado. Y ahora ella estaba lejos de mi, no sabía donde, ni como, no sabíamos nada, absolutamente nada de su paradero y eso me desesperaba completamente. Necesitaba tenerla frente a mi, necesitaba abrazarla y sentir el calor de su cuerpo junto al mío. No estaría tranquilo hasta que pudiera dar con ella y comprobar que aún seguía con vida, que nada malo le había sucedido.

Volví a tomar agua cuando vi a Larry cruzar de la derecha y acercarse hasta mi. Sus pasos eran controlados, su rostro impasible, sus ojos oscuros sin mostrar ninguna emoción. Verlo así solo empeoró mis nervios.

Los chicos se acercaron hasta mi lugar, esperando que Larry dijera algo. Él nos observó a cada uno, primero a Thiago junto a Ivy, luego a Maxi que seguía junto a Lea y de último su mirada se posó en mi, fue ahí cuando lo vi dudar, la tristeza logrando cruzar por un segundo su mirada antes de eclipsarla y mostrar de nuevo su rostro de jefe de policía.

—No hay buenas noticias. —cerré mis ojos, respirando para no volver a perder mis nervios. Necesitaba controlar mis emociones o no ayudaría en nada.

Lea sollozó, afianzando todo su cuerpo en Maxi para no decaer, él la tomó sin pensarlo, rodeando su cintura con sus brazos para atraerla a su cuerpo y protegerla, darle la fortaleza que ella en estos momentos no tenía, siendo el apoyo que ella necesitaba.

—¿Qué sucede? —la voz de Ivy llenó el incómodo y espeso silencio que se había formado en todo el lugar.

Mis ojos cayeron en ella, observando como su rostro palidecía y sus ojos se llenaban de lágrimas, ella también quería intentar ser fuerte; por Lea, por ella misma, pero principalmente por Lex. Ella nos necesitaba y teníamos que hacer lo que fuera necesario para encontrarla.

Amarga Pesadilla (Libro I)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora