IAN O ALEXANDER

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Ian se levantó del sillón bruscamente.
--- Lo harás, Hannah, y lo peor de todo es que, cuando lo hagas, no voy a poder hacer nada para detenerte porque te quiero tanto que no podría hacer algo que te lastimara. – se sentó en el otro extremo del sillón y apoyó su cabeza en sus manos. Me sentía tan mal por darle a entender que lo dejaría por ti. Soy tan estúpida.
--- Ian, no voy  a dejarte. Lo siento, siento que tengas que pasar por todo esto cuando no te lo mereces. Pero, por favor, tienes que creerme. – me acerqué lentamente hacia él temiendo que me rechazara. Se giró hacia mí y tomó mi rostro entre sus manos tan suavemente como si se tratara de algo que se puede romper. Limpió con su pulgar la lágrima que corría por mi mejilla, se acercó hasta que nuestros labios se rozaron, creí que me besaría pero se detuvo y apoyó su frente en la mía.
--Lo siento tanto, cariño. Me estoy comportando como un idiota.-- Dijo y sentí su aliento entrar en mi boca, nunca había deseado tanto un beso como lo hacía ahora con él, ni siquiera contigo y no estoy segura si debo de alegrarme.
-- Dime que me crees, Ian, por favor. No te estoy mintiendo, no te voy a dejar. – dije y cada vez que nuestro labios se tocaban sentía una punzada en el estómago. Era tan extraño.
No contesto, se limitó a besarme (por fin). Todo dentro de mí se volvió un caos. De repente no era suficiente, quería hacer algo más que besarlo. Antes de poder pensar lo que iba a hacer me senté a horcajadas sobre él, lo tomó por sorpresa pero siguió besándome. No sé cuánto tiempo estuvimos así y la verdad no me hubiera importado pasar toda la noche así. Hasta que se separó un poco de mí sonriendo, me empezó a besar el cuello y eso acabó por completo con mis nervios.
--Creo que lo mejor será que me vaya. — dijo con la voz ronca. Enrede mis manos en su rubio cabello y le alcé la cara para besarlo nuevamente. Él me tomó de mis piernas desnudas (gracias al vestido que llevaba puesto) me levantó y me recostó en el sillón poniéndose él encima de mí.
--Cariño, créeme que me gustaría seguir con esto pero no quiero confundirte más. —dijo y trató de levantarse pero yo fui más rápida y enrede mis piernas en su cintura y lo jalé hacia mí. Sonrió y volvió a besarme.
-- Hannah, no me estás haciendo esto más fácil.
-- Lo siento. – susurré y me apreté más contra él. No sé cómo demonios le hizo pero se levantó y a mí con él sin dejar de besarme. Empezó a caminar y vi que se dirigía a mi habitación. Sonreí.
Pero mi sonrisa se borró por completo cuando tocaron a la puerta. Ian se detuvo y me miró yo me encogí de hombros y tome su cara para besarlo pero volvieron a tocar y esta vez más fuerte. Me bajó lentamente y fue a abrir conmigo detrás. Casi me desmayo cuando te vi del otro lado de la puerta. Tu cara se descompuso cuando viste a Ian y luego a mí, quedaba claro que el show que estábamos dando cuando mire a Ian con los labios hinchados y el cabello despeinado, me imaginaba que yo no estaba mejor.
--- ¿Puedo pasar? – preguntaste. Me puse delante de Ian y respondí antes de que él pudiera hacerlo.
---La verdad es que no. – Dije fríamente – y si no te molesta estábamos un poco...ocupados. – tu cara se puso colorada y casi creí que ibas a golpearme y pude ver que Ian también lo noto porque con una mano hizo que pusiera de nuevo atrás de él.
--Alexander, creo que lo mejor es que te vayas. – dijo Ian con su voz de mando que me encantaba.
--Claro, te mueres de ganas de llevártela a la cama. – creí que cuando pasaban estas cosas era como en las películas, todo pasaba lentamente y te daba tiempo de, no sé, interponerte o hacer algo, te daba tiempo a reaccionar pero esto no fue así todo pasó tan rápido que cuando quise hacer algo tú ya estabas en el suelo y con el labio roto.
-- Ian! – grité pero no como reproche si no como si pudiera salir dañado. Te levantaste lanzándote hacia él yo me interpuse temiendo de que pudieras lastimarlo y caíste sobre mí. Casi podría jurar que vi estrellitas cuando caímos al suelo. Ian de inmediato te quitó de encima y me ayudó a levantarme, me alzó en brazos y me llevó al sillón. Corriste hacia mí pero antes de que pudieras llegar Ian te detuvo.
--Hannah, lo siento, lo siento tanto.
-- Vete! – grité
--No, vine a decirte algo y no me voy a ir hasta que te lo diga.
--¿Ahora qué demonios quieres?
-- ¿Él o yo?
--¿Qué?—dije confundida
--Que es hora de que tomes una decisión, Hannah. ¿Él o yo? – Ian me miró y no pude descifrar lo que estaba sintiendo. Te miré y estabas sonriendo, disfrutabas ver a Ian incomodo pero de ninguna manera se veía inseguro.
Así que debía ser hoy, por fin había llegado el día en que tenía que tomar una decisión.
¿Él o tú?

          

Estaba segura de lo que debía responder pero no podía, parecía haberme quedado muda. Mi mirada iba de Ian hacia ti, una y otra vez. La verdad es que nunca esperé estar en una situación como esta, ni siquiera parecida.
Ambos esperaban una respuesta, una respuesta que haría sufrir a alguno de los dos. Una respuesta que incluso a mí me dolía. Una respuesta que no quería decir.
Me preocupaba Ian, mi mirada estaba fija en él. Y a pesar de que se veía confiado, en su mirada había un poco de tristeza, trataba de ocultarlo pero yo lo notaba.
Me levanté lentamente, y me acerqué a la puerta. Yo no podía hacer esto, no podía romperle el corazón a ninguno de los dos sin importar lo que hayan hecho o como eran. Simplemente no podía.
Abrí la puerta y te miré y luego a Ian quien, ahora, reflejaba una profunda tristeza y sentí una punzada en el corazón, yo lo estaba haciendo sufrir.
--Quiero que se vayan...—me aclaré la garganta y no pude evitar derramar una lágrima – Los dos. Quiero que se vayan los dos.
--Hannah, necesito una respuesta – dijiste en tono frío. No lo soporte más.
-- Me importa un carajo lo que necesites, Alexander. ¡Quiero que te largues de mi casa y quiero que te largues ya! – grité un poco al final porque estaba a punto de perder la compostura. Solo quería irme a la cama a dormir o a llorar lo que sea que me venza primero.
Me miraste fijamente y caminaste hacia mí, trataste de tocarme pero me alejé.
--Vas a volver conmigo, Hannah. Lo harás. – dijiste mirándome a los ojos.
-- Eso no lo decides tú. – dije. Sonreíste y después te fuiste. Miré a Ian, quien estaba tomando su maletín para irse.
--Lo siento, Ian, lo siento tanto. – cerré la puerta y corrí a sus brazos y, como siempre, me estrecho en ellos.
--Está bien, cariño. – dijo y besó mi frente. Me separé de él, tomé su mano y lo guie a mi cuarto. Cuando llegamos hice que se quitara el saco, la corbata y los zapatos para que se recostara en la cama, lo hiso sin decir palabra. Me quité el vestido, quedándome solo en ropa interior, me miró fascinado. Me subí a la cama y me acurruqué a su lado. Te juró que no me había sentido tan feliz desde hace tiempo como me sentía en este momento, a pesar de ti y de todo lo que pasó hoy, a pesar de todo. Alcé el rostro y mis ojos se encontraron con la mirada de unos preciosos ojos azules que irradiaban amor. Y así estuvimos, abrazados, haciendo el amor sin hacerlo, queriéndonos con la mirada. Sintiendo nuestras respiraciones empecé a quedarme dormida.
--Te elijo a ti, Ian. – susurré antes de dejar que el sueño me venciera. No supe si me escuchó o si estaba despierto siquiera. Y no me importo, porque se lo repetiría por la mañana y todos los días si era necesario.

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