Ian (2 parte)

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Capitulo 16

Me quité los audífonos y los guardé, miré el bote de helado casi vacío. Empezaba a oscurecer, así que decidí irme a casa. Me levanté sin mirar al chico, aunque quería hacerlo, y fui a tirar el resto del helado y me giré para tomar mi camino a casa pero me estampé con alguien, el bote para la basura evito que me cayera al piso, levanté la vista y unos ojos azules me devolvieron la mirada.
–Te puedo acompañar a tu casa?– preguntó con una enorme sonrisa. Me le quede viendo fijamente, no me podía preguntar eso en serio, porque ni siquiera lo conocía.
–No –dije, cuando vi que era en serio. Su sonrisa cayó de una forma graciosa pero evite reírme, no quería que pensara que le estaba siguiendo el juego, a pesar de que era muy atractivo, yo aún no estaba lista para salir con alguien. O al menos eso creía.
– Por favor –dijo, poniendo de nuevo la enorme sonrisa y vi que se le formaban unos hoyuelos en las mejillas. Era tan guapo.
Concentrate, Hannah. Me recordé.
–Esto te ha funcionado alguna vez para conquistar a una chica?  –espeté, él alzo una ceja y lo pensó un segundo.
– No – admitió – normalmente caen cuando les guiño un ojo – dijo y me guiñó un ojo. Puse los ojos en blanco. Pues será muy atractivo pero es un idiota, pensé.
–Mmm – fue todo lo que dije y me aparté de él.
No me siguió, gracias a Dios.
Cuando llegué a casa, no podía quitarme de la cabeza esos ojos azules y luego aparecían los tuyos opacandolos.

Tres días después, cuando iba hacía el trabajo, lo ví, en el mismo parque, sentado en la misma banca y sonreí al recodar su expresión cuando le dije que no. Llevaba un traje negro, igual que el otro, hecho a la medida y una corbata tinta, se veía guapísimo.
No me había dado cuenta que me había quedado parada, observándole, hasta que un tipo me empujo con el hombro, en ese momento nuestras miradas se encontraron por un breve segundo, hasta que yo la aparte y seguí mi camino.
Cuando llegué al estudio, llamo mi mamá y quedamos para comer.
Quedamos de vernos en un pequeño restaurante italiano. Cuando llegué ella ya estaba ahí. Agitó su melena rubia cuando me vio.
A pesar de que mamá y yo compartíamos facciones, eramos  diferentes. Ella era rubia con ojos grandes color miel y yo aunque era de tez blanca, tenía mi cabello negro al igual que mis ojos.
Cuando llegué a la mesa me dio un beso en cada mejilla.
–Hannah, querida, estas demasiado  delgada – dijo con voz de reproche.
–Hola, Caroline, yo también me alegro de verte – le dí un sonrisa falsa y me senté.
Amaba a mamá pero siempre criticaba todo lo que hacía, desde la carrera que había escogido hasta el corte de mi cabello.
–Hannah, por Dios, soy tu madre – me reprendió por llamara por su nombre.
–Lo siento, ¿como estás mamá?
–Mejor que tú, eso puede notarlo cualquiera.
Suspire.
–Estoy bien, mamá.
–Mmmjum –dijo mientras me daba esa mirada de ”no te creo nada",  llego un mesero y nos entrego el menú. Yo pedí filete a la parmesana y mamá pidió lasaña y una botella de vino blanco, iba a protestar pero sabía que sería inútil. Llegó el vino y el mesero nos sirvió, mamá lo probó y le asintió al mesero para que se fuera.
–No probarás el vino ? –preguntó y después sacó el celular y empezó a mandar un mensaje. No le contesté.
Llegó la comida, estaba a punto de meterme un trozo de filete a la boca cuando mamá habló.
–¿Como llevas lo de Alex, querida?
Baje el tenedor y la miré, levantó una ceja y se metió un trozo de lasaña a la boca, yo hice lo mismo con el filete y me tome mi tiempo para comerlo.
Estaba delicioso.
Como vio que no le respondía siguió comiendo y para mi sorpresa me dejo tranquila mientras comíamos.Pero cuando terminamos me volvió a abordar.
–Y bien, Hannah?  –dijo dándole un trago a su copa.
–Y bien, qué, mamá?  – ella suspiró exasperada. También le di un trago a mi copa de vino. Me miró fijamente a los ojos.
–Estoy bien – dije tratando de , mas que convencerla a ella, convencerme a mi de que así era– ya lo superé – mentí.
Llegó un mesero y se llevó los platos vacíos y regresó con un postre.
–Panna cotta con salsa de moras frescas – dijo el mesero al ver mi expresión.
–Lo siento, pero yo no pedí esto –dije, aunque se veía rico. El mesero sonrió
–El joven de la otra mesa lo envía – antes de si quiera poder ver a donde apuntaba el mesero, mamá ya estaba parloteando.
–Oh, Hannah, que emoción. Tienes un admirador, ¿pero que haces? Sonríele, haz que se acerque.
–Basta, mamá – dije apretando los dientes, cuando me giré para ver quien era el "joven" , me sorprendí al ver quien era. 

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