NUESTRA RELACIÓN

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Eran las ocho con treinta minutos,  hace media hora que debería haber llegado Ian, normalmente era muy, demasiado puntual. Traté de no imaginarme cosas, probablemente algo en el trabajo lo había entretenido, eso era lo más seguro. A pesar de que tenía hambre quise esperar a que Ian llegara para cenar juntos, como siempre. Pero cuando se hicieron las nueve treinta estaba empezando a ponerme nerviosa, así que me serví una gran copa con vino. Quería llamarle y preguntarle pero no me quería ver controladora, aunque si se hubiera quedado en el trabajo él ya me hubiera llamado. No quise pensar en con quien estaría porque eso era terreno peligroso para mí que tengo una imaginación muy rara.
Cuando se hicieron las 10:30 me rendí y decidí llamarle, para mi sorpresa contestó una mujer y no tardé nada en reconocer la voz.
--¿Bueno? – contestó entre risas. Respiré hondo y conteste
--¿Podrías comunicarme con Ian? – dije lo más educada que pude. Sandra rió nuevamente.
--Me temo que no. En este momento está un poco...—se aclaró la garganta – indispuesto. – se carcajeo mientras yo me ponía roja de rabia.
--Quiero que pongas a Ian al teléfono en este momento. – dije fríamente. Sandra dejo de reír y suspiró.
--Está indispuesto. ¿Quieres dejar un recado? – Preguntó como si estuviera aburrida. En cambio yo estaba a punto de echar chispas por las orejas. Nunca, en serio, nunca había sentido tantos celos de una persona.
-- Lo que quiero es que pongas a mi NOVIO al teléfono. – alcé un poquitín la voz.
--Ash! Eres una aguafiestas, Ian y yo la estamos pasando muy, muy bien. – dijo lo último en un tono que no me gustó. – Escucha le diré que llamaste, vale. Bueno, si no se me olvida. – se rió como una maldita cacatúa.
--Escúchame bien...
--No, escúchame tú a mí. – me interrumpió. Y dejó a un lado el tono meloso con el que hablaba. – Ian se está divirtiendo y por como lo veo no es algo que haga muy seguido contigo, así que porque no nos haces un favor y lo dejas en paz. Ha pasado por mucho estrés últimamente gracias a ti. Conmigo la está pasando de maravilla. Como te dije somos amigos muy íntimos, yo sabré cuidarlo, yo sé lo que le gusta y haré TODO para que se la pase bien. Así que... ¿Qué te llame mañana?
Me quedé en silencio un momento, me costaba creer todo lo que me había dicho. ¿Dónde demonios estaba Ian que no contestaba el celular? ¿Por qué no le había quitado el teléfono ya?
--Quiero que le des el celular a Ian, ahora. – dije tratando de tragarme el nudo que tenía en la garganta. Sandra suspiró.
--¿Qué parte de ESTÄ INDISPUESTO, no entiendes? Tengo que colgar, aún nos queda una botella de tequila por terminar. – se escuchó una explosión de risas en el fondo y eso me confundió un poco. En seguida escuché la voz de Ian.
--¿Ese es mi teléfono? ¿Quién es?
--¿Quieres tu camisa? – preguntó Sandra. ¿Por qué demonios Sandra tenía la camisa de Ian? Estaba poniéndome histérica.
--Sí, gracias. Dame mi teléfono ¿Quién es? – preguntó
--Hannah? Cariño, yo... – colgué. Eran muchas cosas que asimilar. En realidad no me importaba el por qué estaba con Sandra sino por qué no me había llamado para decirme que no vendría a cenar y por qué Sandra contestó su teléfono y para rematar, por qué carajos estaba sin camisa. Obviamente mi celular no tardó en timbrar, decidí dejarla pasar, no es que no quisiera hablar con él, simplemente que en este momento estaba muy confundida, no quería pelear. Estaba pensando una manera de platicar con Ian sin que yo perdiera los estribos, porque este tema de Sandra siempre hacía que me pusiera de mal humor.
Apagué el celular para no tener la tentación, lo cual no sirvió de nada porque en menos de media hora de hablar con Sandra, Ian ya estaba en mi casa. Y no me gustó nada como venía aunque eso no quitaba lo guapo que se veía, traía la camisa desfajada, no traía su saco ni su maletín.
--Hannah, no sé qué te habrá dicho Sandra o lo que hayas escuchado...
--Necesito estar sola, Ian. – Lo interrumpí— en este momento estoy muy confundida.
--Necesito que confíes en mí.
-- Lo hago, Ian, pero no confío en Sandra. – dije bruscamente, más de lo que pretendía.
--Sandra no te ha hecho nada.
--No la defiendas. No deja de decirme que fueron y son muy íntimos y que hará de “todo” para que te la pases bien, así que discúlpame si no confío en ella.
--Es sólo una amiga.
--Una amiga que quiere acostarse contigo.
--Yo aguanté cosas peores. – dijo y enseguida se arrepintió porque cerró los ojos y maldijo. Eso me descoloco un poco. ¿Cómo que había aguantado cosas peores?
--¿Qué quieres decir? – pregunté
--Con Alex, esto con Sandra no es nada.
--No entiendo a qué te refieres...
--Tú salías con Alex, llorabas por él, querías regresar con él estando conmigo. – di un respingo cuando dijo eso último. No me di cuenta cuánto daño le había hecho a Ian con mi indecisión. Noté que venía un poco ebrio y era por eso que me decía estas cosas.
--Ian, no es lo mismo. – fue lo único que pude decir.
--¿Por qué no? – gritó
--Porque yo amaba a Alex, ¿qué relación tenías tú con Sandra?
No contestó.
--Sandra quiere algo más que tu amistad Ian, ¿qué no lo ves?
-- Lo que veo es que tú no confías en mí como yo en ti. Acepté que te vieras con Alex y aún sigo aguantándolo, tuve mucha paciencia contigo, Hannah.
--¿Quieres decir que por lo que pasó con Alex yo tengo que quedarme callada ante el tema de Sandra?
--Necesito que confíes en mí. – dijo alargando las palabras. – ¿No ves como Alexander sigue entrometiéndose entre nosotros? – gritó.
--Que yo sepa Alexander ni siquiera tendría que estar en esta “conversación” – hice comillas con mis dedos. – deberíamos estar hablando de lo que pasó esta noche entre tú y Sandra.
--¡Yo nunca te cuestioné sobre Alexander!
--¿Así es como va a ser esto, Ian? ¿Cada vez que tengamos una pelea sacaras el tema de Alexader? – Pregunté molesta.-- Porque si va a ser así creo que lo mejor es dejar esto hasta aquí. – continué y como dolía decir esas palabras. Ian me miró sorprendido
--¿Qué quieres decir? – preguntó acercándose a mí, le puse la mano en el pecho para que no se acercara más.
--Creo que lo mejor es que te vayas a tu casa, Ian. – dije tragándome el nudo que se me había formado en la garganta y luchando para que las lágrimas no salieran.
--¿Eso es lo que quieres? – preguntó en un susurro
--No – dije porque era la verdad, no quería que se fuera, quería arreglar las cosas pero esta conversación no nos estaba llevando a nada. – Pero es lo mejor por ahora. – terminé. Él me miró con sus ojos azules cristalizados por las lágrimas, dio un paso hacia atrás, se dio la vuelta y se fue. Me quedé mirando la puerta. Esta no era la forma como quería que terminara este día. Sandra apenas había llegado y ya había hecho que mi relación se la llevara el carajo. Me dolía saber cuánto había lastimado a Ian. De repente se abrió la puerta.
--No pienso terminar nuestra relación. –dijo Ian y después se acercó a mí y me besó. Fue un beso arrebatador, apasionado, enredé mis manos en su cabello y él me alzó de la cintura para que abrazara su cintura con mis piernas, oí como se azotó la puerta e Ian comenzó a caminar conmigo en brazos. Llegó a mi habitación y me recostó en la cama, se quitó la camisa, los zapatos y el pantalón. Era una vista preciosa. Hizo que me levantara y volvió a besarme mientras me quitaba la blusa, yo me desabrocheel pantalón, cuando logré quitármelo él ya estaba completamente desnudo ante mí, se acercó y me desabrochó el sostén y volvimos a besarnos.
Esta vez, nadie tocó a mi puerta, nadie llamó por celular.
Esta vez, nadie nos interrumpió.

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