Hola Alex... Alexander.

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Capitulo 24

Cuando desperté, tenía doce mensajes tuyos. ¿ Cómo conseguiste mi número? Aún no lo sé.
En el primer mensaje decías que " tenías que hablar conmigo", bueno, en todos los mensajes decías mas o menos lo mismo pero el mensaje que no me gustó nada fue el último, era simple y claro;
    
       "Paso por ti a las dos para comer
                               Alex  "

Estaba claro que no era pregunta.
Revisé el reloj y era las nueve en punto, Ian pasaría por mi en un hora para ir a almorzar.
Sabía de sobra de lo que querías hablar y sabía también que a Ian no le gustaría nada.
Lo que no sabía era si yo quería verte o hablar contigo. Habían pasado muchas cosas anoche y todo era muy confuso.
Ahora bien, es cierto que ya no me afecta tu presencia como antes o, al menos, eso pareció anoche pero, ¿por qué tentar a la suerte?
Pensándolo bien, no estoy tan segura de que no m afectes tanto, después de todo ayer tenía el apoyo de Ian, me dio gracia el imaginar tu reacción si iba a comer contigo con Ian acompañandome, y por un momento sopese la idea pero casi de inmediato la deseche, no sería capaz de poner a Ian en una situación tan incomoda.

Me di un baño largo, muy largo. Después me puse un vestido ya que hacía un calor horrible y me alcé  mi cabello en un moño despeinado, mi maquillaje fue básico, un poco de polvo, rímel y una ligera capa de labial.
Tocaron la puerta y fui corriendo a abrir y ahí estaba él, con su imponente traje, su preciosa sonrisa y sus tiernos ojos azules. El precioso hombre que estos últimos dos meses me había llenado de sonrisas y maravillosos momentos, él que se atrevía a llamarme loca cuando más enojada estaba, ahí estaba parado, sonríendome y así, sin siquiera pensarlo, me lancé a sus brazos y le robé un beso. Ian se sorprendió al principio pero después se recompuso y me estrechó en sus brazos y me dio paso a su boca. Fue el mas largo que jamas le había dado, lo jale de la corbata para que entrara y él cerro la puerta con el pie, escuche el sonido de su maletín cuando lo dejo caer, se agachó un poco sin despegar sus labios de los mios y me alzó de las piernas haciendo que las enredara en su cadera, se dio la vuelta y me recargo en la puerta y sentí como sonreía mientras nos besábamos y yo hice lo mismo.
Cuando por fin nos separamos creí que me bajaría pero  no lo hizo, me miro a los ojos y sonrió, después recargó su frente en la mía.
–Buenos días, cariño. –dijo con voz ronca.
–Buenos días – susurré y sentí como me ponía colorada. Ian se aclaró la garganta y hablo de nuevo.
–No es queja, pero, ¿a qué se debe tan grato...recibimiento?
–Yo... te extrañé.– me bajo lentamente no sin antes darme un pequeño beso en la frente. Me arregle el vestido y él levantó su maletín.
–¿ Nos vamos? – preguntó  guiñandome  un ojo. Y entonces me di cuenta que tenía razón en lo que me había dicho la primera vez que nos vimos, cualquier chica caería a sus pies con un guiño de esos preciosos ojos azules.
Salimos y fuimos a la cafetería donde tuvimos nuestra primera cita. Ambos pedimos omellet, jugo y café.
Todo el camino de mi casa a la cafetería había estado pensando en la mejor forma de decirle a Ian sobre tu mensaje.
No encontré ninguna.
Porque no creo que haya una buena forma de decirle a tu novio que saldrás a comer con tu ex.
Me pregunto que habrá pensado Lucy cuando le dijiste, si es que le habías dicho.
Cuando terminamos de comer supe que tenía que hacerlo. Tome aire.
–Ian?
–Sí? – dijo y me miró curioso.
–Alex...– me aclaré la garganta –Alex me habló, bueno, me mandó un mensaje.
–Ah sí?
– Sí – lo miré a los ojos buscando alguna reacción, algún cambio de animo, algo que me dijera como se sentía pero no encontré nada. Estaba tranquilo.
– Y, ¿ qué te dijo? – preguntó con voz neutral y le dio un trago a su café.
– Quiere comer conmigo. – no dijo nada por un rato, mantuvo su vista fija en mi rostro y me puso mas nerviosa de lo que ya estaba.
–¿ Qué le dijiste?
–No le he contestado – dije y baje la mirada.
– ¿ Por qué? – tantas preguntas me estaban matando. Aun no podía descifrar como lo hacía sentir esto.
– Quería saber que pensabas al respecto – terminé diciendo porque esa era la verdad. Ian suspiró y dejo caer los hombros como...decepcionado.
– Hannah, no necesitas mi permiso y me duele que pienses que soy el tipo de novio que te hará una escena de celos, que te prohibirá o se molestará porque vas a salir con alguien.
– ¿ Aunque ese " alguien" sea mi ex? – dije y me arrepentí al momento porque tenía razón, él no era ese tipo de chico.
–Aunque ese "alguien" sea tu ex. – afirmó con una sonrisa tierna.

Pagó la cuenta y salimos.
–Entonces por esto fue que me recibiste de esa forma? – preguntó serio.
– ¿ Qué? No! Dios, no! – me apresuré a decir, pero después sopese su pregunta. ¿ En serio era por esto que había sentido las ganas de recompensarlo por algo?
No, eso no era, no podía ser. Yo aprecio a Ian y aunque no sé porque tuve ese impulso hace rato, estoy segura de que no fue por eso.

Cuando Ian me dejó en mi casa después de otro largo beso, pensé seriamente en  si debía cambiarme de ropa pero no vi porque habría de hacerlo.
Como aun era temprano me puse a ver una película y a la vez me mensajeaba con Ian quien, para ser abogado, se tomó muy bien el que saliera contigo. Normalmente los abogados tienen muy mal carácter.
Se hizo la  1:45, me puse muy nerviosa y me molestó sentirme así por ti.
Saber que, no solo iba a verte, sino que también comeríamos en el mismo restaurante, en la misma mesa hacia que se me erizarán los  vellos de la nuca.
Empecé a caminar por la sala rogándole a Dios, al universo o a quien quiera que estuviera escuchando que por cualquier cosa no pudieras venir. Y entonces me dio un ataque de risa porque hace dos meses y medio hubiera dado lo que fuera porque me hubieras llamado o mandado un mensaje de texto. Así era la vida.
Tocaron a la puerta y se me detuvo el corazón.
Empecé a repetirme en la cabeza; " un tempano de hielo, Hannah, no dejes que te manipule."
Fui a abrir la puerta no sin antes tomar aire lo que fue difícil porque sentia que me estaba ahogando. Abrí la puerta y ahí estabas, con un pantalón de mezclilla obscuro y una playera tinta. Te veías bien.
– Hola Hannah – dijiste con voz seductora. Me aguanté la risa.
–Hola Alex... Alexander – me corregí.
  Torciste el gesto.

Hola!
Creo que este  el capitulo mas largo que he escrito, me duelen los pulgares 😂.
Espero les guste y si no pues, este no sé.
Dejen me sus comentarios, en serio me da mucha emoción cuando comentan, aunque sea para insultar a Alex...Alexander.
Los quiero.
Gracias por leerme 😘

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