Ian.

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CAPITULO 15

Cuando Ian me dejó en casa, recordé tu cara cuando pensaste que vivíamos juntos. Fue épico.

Me quité los tacones y el vestido para darme una larga ducha con agua caliente, tratando de que el agua se llevara todo lo que pasó en el transcurso de la noche.
Estaba agotada.
Y también en shock. Aún no puedo creer que estés comprometido.
Cuando salí de la ducha, revisé mi teléfono y vi que tenía un mensaje de Ian, donde me deseaba buenas noches. Algo muy malo debiste haberme hecho para que me recompensaran con un hombre tan guapo, inteligente y atento como Ian.
Y, ¿puedes creer que lo rechacé varias veces por ti?
Simplemente porque no e encontraba ningún parecido contigo.
Sí, así de tonta soy.
Y es que, son tan diferentes.
Él rubio, tú moreno, él con sus preciosos ojos azules y los tuyos color chocolate. Es alto, más alto que tu, fornido y con una preciosa sonrisa que podría conquistar a cualquiera.
Claro que, tu eres guapo, pero de una manera distinta que no se explicar.
Siempre me gustaron tus ojos, con una mirada hacías que me temblaran las piernas.
Debo decir que el verte hoy, me reveló muchas cosas, por ejemplo que, dado todas la cosas que descubrí de ti esta noche, ya podre verte sin que me entren ganas de llorar.
Verte con la imitación de barbie, me hizo entender que tu nunca me amaste con la misma fuerza que yo. Probablemente, ni siquiera me amaste.

Conocer a Ian me ha ayudado mucho. Y nunca olvidare la forma tan curiosa en que lo conocí.

"Era de tarde, justo tres días después de la última vez que te había visto.
Después de que me besaras.
Iba directo a un bar, a pesar de que nunca me ha gustado beber, pero estaba tan triste y sola que decidí ahogar mis penas en alcohol. Bueno, había decidido, hasta que mi conciencia me advirtió que no era buena idea. ¿Por qué rayos iba a embriagarme por alguien a quien no le importaba?
Así que, en vez de entrar al bar, me fui de paso. Y caminé varias cuadras hasta que me encontré afuera de una tienda de helados.
¿Qué era peor que el alcohol?
El helado.
Pero al menos este si lo disfrutaba y no me daba resaca.
Compre un bote, grande, de sabor vainilla. Y pensé en irme a casa, sentarme frente al televisor y ver películas románticas para torturarme. Pero el hecho de estar sola en una casa que, de pronto me parecía tan grande y tan ajena, me daban ganas de llorar.
Así que fui al parque mas cercano y me senté en una banca a comérmelo y por que no, me puse los audífonos para escuchar música triste, mientras veía pasar a las pareja agarrados de la mano o besándose. Y pensé, ¿qué mejor forma de torturame que está?
Estaba tan absorta en mis pensamientos, compadeciendome, que no me di cuenta del chico de preciosos ojos azules que se había sentado a un lado de mí. Demasiado cerca.
Hasta que me puso frente a la cara un impecable pañuelo blanco. Me giré para verlo y por un momento creí que estaba alusinando, estaba comprobado ; el helado era peor que el alcohol.
Era verdaderamente atractivo. Con un traje gris obscuro hecho a la medida y una corbata azul que hacía juego con sus ojos y su cabello rubio perfectamente despeinado.
E inmediatamente lo comparé contigo.
Agitó su pañuelo frente a mi rostro y vi que sus perfectos labios carnosos se movían. Y entonces me di cuenta de que me estaba hablando pero no lo escuchaba por los audífonos. Me los quité.
-¿Perdón? - dije en un susurro. El chico sonrió mostrando su blanca dentadura.
-Para tus lágrimas- dijo y agitó el pañuelo una vez más. Fruncí el ceño e inmediatamente me llevé una mano al rostro y en efecto, estaba llorando. No me di cuenta en que momento empezaron a salir lágrimas.
-No, gracias- dije mientras me secaba las mejillas con la manga de mi sudadera. Él sonrió, negó con la cabeza y se guardo de nuevo el pañuelo.

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