Tomo un sorbo de mi jugo de manzana y siento que unas manos se posan en mis ojos, causando que no vea nada.- Ya sé que eres tú, Tristan. - Le digo desanimada.
- Demonios, si que suenas mal.- Me dice sentándose a mi lado.
- No es un buen día. Nos vamos ya? - Le pregunto y él asiente con la cabeza.
- Si, vamos. - Me dice sonriendo ampliamente.
Nos vamos directo a la biblioteca, en donde nos ponemos al día con mis tareas. Por suerte, ésta vez Tristan estaba más tranquilo y amable. Me he tomado el tiempo de conocerlo o al menos lo que demuestra y en serio es un gran chico. Sabía que tenía razón sobre esa máscara fría que usa para protegerse de los demás.
Estuvimos casi dos horas haciendo mis tareas y sinceramente, me sentía mal por quitarle tiempo a Tristan en mis cosas.
- Lamento quitarte tanto tiempo. - Le digo apenada y él me mira con una dulce sonrisa.
- No te disculpes, soy tu tutor y mi trabajo es ayudarte. - Me dice con simpatía y yo sonrío levemente.
- Iré al baño antes de irnos. - Le digo y me alejo unos metros, ya que aquí en la biblioteca hay unos baños.
Apenas observo mi reflejo en el espejo, inmediatamente mis ojos se llenan de lágrimas. Estaba realmente mal y no sólo emocionalmente. Debajo de mis ojos hay unas oscuras bolsas y mis labios se veían resecos. Parecía enferma, sin vida y ya no lo aguantaba. Ni sabía cómo dejar de pensar en todo y al menos estar tranquila con ello. Creo que será algo imposible. Anoche no había pegado un sólo ojo y estaba muy cansada. Sólo quiero estar en casa, recostarme en mi cama y dormir por más de veinticuatro horas.
No sé cuanto tiempo duré en el baño, pero sabía que fué mucho tiempo. Luego de limpiar mi rostro, salgo del baño y voy a la mesa con Tristan, el cuál se levanta de su silla apenas me mira.
- Todo bien? - Me pregunta y yo asiento con la cabeza.
- Si, ya podemos irnos. - Le digo con la voz algo temblorosa y él se levanta de la mesa rápidamente.
- Callie... - Me dice angustiado y mis ojos me ardían muchísimo, así que volvieron a retener lágrimas. - Oye, oye, tranquila.- Se acerca a mí rápidamente y mi rostro queda escondido en su pecho.
Sus brazos me sostenían con firmeza, pero al mismo se sentía tan delicado el abrazo. Podía oler su rico perfume, ya que mi rostro estaba cerca de su cuello. Me sentía de alguna manera, protegida estando de esta manera con Tristan y aunque no quisiera acostumbrarme a esto, sólo quería disfrutarlo. Quería sentirme tranquila.
- Qué te parece si nos vamos por un helado de chocolate? - Me pregunta con voz dulce y yo asiento con la cabeza.
- Pero que sepas que me sigues cayendo mal. - Le digo limpiando mis mejillas y él suelta una pequeña risa.
- Y tú a mi, chica que no sabe leer. - Me dice sonriendo. - Qué tal si me regalas una sonrisita? - Me pregunta con un puchero y yo niego con la cabeza.
- Lo siento, es que...de verdad me siento muy mal. Podrías mejor llevarme a casa? - Le pregunto tímidamente.
- Si, claro. Vamos rápido. - Se apresura en recoger mi bolso y yo sonrío un poco al ver lo tierno que se está comportando conmigo. - Qué? Ahora sí sonríes? - Me pregunta indignado.
- Es que estás siendo muy tierno. - Le digo suavemente y puedo notar que sus mejillas toman un leve color rojo.
Atrapado.
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El cielo en tu mirada
Novela JuvenilLa vida de Callie cambiará drásticamente, cuando su padre la envía con sus tíos a la ciudad de San Diego en California. Con traumas en su cabeza por culpa de su pasado, ella deberá luchar contra sus miedos para recuperar su felicidad.