Capítulo 17 - Rojo

66 22 105
                                    

No he despertado aún, sé que no lo he hecho, estoy consciente de ello, pareciera que veo a través de una botella de cristal, de a poco uno que otro destello deja entre ver las primeras imágenes, trato de identificar los diferentes vehículos situados a lo lejos. Comienzo a dar los primeros pasos rumbo a la incesante curiosidad que me embriaga, no puedo llegar siquiera al tercero cuando el dolor en mi costado se refleja nuevamente, lanzo un pequeño quejido mientras presiono la zona con una de mis manos al mismo tiempo que mis oídos despiertan al reconocer el sonido casi imperceptible de una patrulla de policía.

El trayecto es lento y doloroso, siento haber corrido todo un maratón a punto de cruzar la meta pues una banda amarilla acordona la zona, no debo pasar, pero todos parecen tener un papel importante y yo un fantasma, nadie me toma en cuenta, puedo pasar entre ellos, soy invisible.

Un enorme árbol bloquea el paso y el autobús se ha salido del camino, me doy cuenta que es de la escuela, los paramédicos atienden a varios heridos, algunos inconscientes y otros en estado de shock, mi cabeza comienza a doler y mi costado se encuentra en llamas, caigo de rodillas y en orden cada uno mis sentidos se desprenden, lo último que siento es el pavimento frío en mi mejilla a la par que mis ojos alcanzan a fotografiar una camilla con un saco negro cerrado, alguien no sobrevivió o tal vez sean varios, presiento que estoy a segundos de compartir el mismo destino.

Me siento sobre mi cama despertando de golpe y jadeando, mi hermano ya no se encuentra en el cuarto, pongo los pies sobre el suelo aún sentado y me llevo las manos a la cabeza tratando de digerir un poco lo que acabo de soñar, camino hasta el espejo colocado en la pared y con cierta duda levanto mi playera lo suficiente para descubrir mi dorso y tratar de tocarla misma zona donde sentía dolor, tragué algo de saliva al estar a escasos centímetros, mis dedos tiemblan ante la idea de que la sensación sea real, me detengo cerrando los ojos al escuchar que llaman a la puerta, es mi hermana dándome el último aviso para despertarme, suspiro y abandono la oportunidad, quizás solo alimente la locura.

No siento ni una pizca de apetito así que terminando de arreglarme bajo únicamente a la cocina a tomar algo, abro el refrigerador y lo primero que veo es un bote de jugo, coloco en el vaso una mitad de agua antes, no me pasa que esté tan dulce.

— ¿A caso no vas a desayunar? — Ian no volteó a verme mientras comía.

— No tengo hambre... me iré pronto — comencé a beber apoyado a la tabla de la cocina mientras miraba el reloj arriba del refrigerador.

— ¿Cuál es la prisa?

— Recordé que debo ordenar algunas notas para una clase, pero no me dio tiempo de hacerlo — solo quiero estar conmigo mismo.

— Dame solo unos minutos, estoy por terminar y enseguida nos vamos.

— No te preocupes, puedo tomar el autobús.

— ¿Estás seguro?

— Lo estoy... — terminé con un trago largo mi vaso de jugo y lo dejé sobre la tabla — debo irme, nos vemos luego.

— Ok... — hizo un gesto con el rostro con el que me indicaba que era mi decisión.

Al subir al autobús coloqué mis audífonos y comencé a escuchar Dance Gavin Dance, trataba de enfocarme en el sonido melódico y agresivo en mis oídos, pero pequeños flashbacks inundaban de vez en cuando mis parpadeos. Cansado de luchar conmigo mismo decidí bajarme unas cuadras antes y caminar para oxigenar mis ideas. Mientras camino saco mi celular para ver la hora, estoy a tiempo de llegar a la primera clase, incluso puede que antes.

Mientras espero poder cruzar la calle observo al frente y me doy cuenta de que aquel local que había visto hace un tiempo sigue aún sin abrir, sin embargo se encontraba abierto, al menos la puerta, de pronto sale de ella una chica que llama mi atención, lo menciono por el overol que está usando, le queda algo grande, debajo tiene una blusa manga larga aunque recogidas, al igual que su prenda de mezclilla pues deja ver sus tobillos, sus tenis son de tela color aguamarina, tiene las manos metidas en las bolsas observando la tienda por fuera balanceándose un poco sobre sus pies, por un momento deja de hacerlo y se lleva la mano a la cabeza, señal de que tal vez está analizando la situación, de pronto voltea ligeramente quedando de perfil, saca su celular dando un par de pasos, ahora el sol ilumina parte de su rostro y resalta el tono anaranjado de su cabello.

NoviembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora