Capítulo 20 - Fragmentos

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En cuanto bajé del camión me apresuré a caminar a casa, quería ir cuanto antes donde se ubicaba aquella señal, el hartazgo ante esta situación era incómodo y si bien desconocía lo que podía aguardarme no dudé en ceder ante lo que por dentro me gritaba, desde el interior algo me empuja a un camino sin lógica donde mi mente no conecta, simplemente sé que debo estar ahí.

Mis padres estaban en la sala, mi mamá viendo la televisión y mi papá revisando el periódico, en cuanto me acerqué a ellos me di cuenta de que mi hermano iba bajando las escaleras, giraba las llaves en el dedo índice de su mano derecha.

— Necesito el auto... — mi hermano se detuvo con una mirada indiferente al notar que me dirigía a él.

— Lo siento hermanito, tendrás que tomar un taxi.

— ¿Apenas llegas y ya te vas de nuevo Eriol? – preguntó mi padre.

— Se me hizo algo tarde y debo ir a casa de Iván para trabajar en un proyecto, ¿podría usar el auto de ustedes?

— Hacen falta cosas en la casa y debemos ir a comprarlas hijo, tendrás que pedir un taxi como dice tu hermano — mi madre casi que terminaba con mis esperanzas.

Me quedé unos instantes observando a mi hermano que aún no se había movido de donde se encontraba parado, giró su rostro a un costado cerrando uno de sus ojos, lidiaba seguramente entre ayudarme o no, al final me miró de nuevo y suspiró.

— Ok... puedo llevarte a su casa — quise hablar, pero enseguida se llevó el dedo índice a la boca.

— Gracias.

— ¿Vas a regresar tarde?

— No mamá, un par de horas quizás — con suerte.

— Siendo así creo que tu hermano puede regresar por ti después — Ian miró al techo cuando escuchó a mi madre mencionar esto último.

— Bueno, ¿es todo o todavía le van empacar pañales y leche?

— Haré como que no escuché eso Ian — mi padre alzó de nuevo el periódico.

— Cuídense por favor.

Nos despedimos de ellos en cuanto escuchamos a mi madre y salimos de la casa, realmente el plan era distinto, lo quería para mí, ahora tenía un detalle y ese era mi hermano. Ian se quedó con los brazos apoyados en el cofre del auto, bajó su rostro y luego me dirigió la mirada.

— Te conozco lo suficiente y sé que allá adentro no dijiste la verdad, ahora... — hizo una pausa para entrecerrar los ojos — dime por favor que no acabo de cometer la idiotez de llevarte a casa de Iván por una simple tarea.

— Solo sube al maldito vehículo y te explico...

— Oki — después de todo el drama falso dibujó una sonrisa en el rostro y abrió la puerta para meterse al auto, trataba de no asesinarlo por el favor que me estaba haciendo.

Ahora debía de sonar convincente, el plan es que no me termine llevando al psiquiátrico luego de mencionar el motivo y lugar al cual me dirijo. Traté de dar y ocultar lo mejor posible los detalles, sobre todo el hecho de que Ínoli es una constante y que el dolor que me llevó al hospital comenzó también en los sueños extraños. Me limité hablar del tema del autobús y la relación con un aparente accidente, dejando claro que lo que había provocado la necesidad de investigar era aquella señal color amarillo.

Si hubiera apostado a que mi hermano lo tomaría con tal naturalidad no lo habría creído nunca, la mayor parte del tiempo se mantuvo escuchando y haciendo solo una que otra pregunta, quizás le pareció algo curioso.

NoviembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora