Capítulo 5 - Conversaciones

162 48 256
                                    

Los primeros días de un nuevo mes al parecer han transcurrido en paz y en calma, pero tengo una lucha constante en evadir aquellos pensamientos que acechan mi mente, como si quisieran devorarme, trato de ocuparme siempre que puedo, quedarme acompañado de todas esas imágenes hacen que el clima a mi alrededor sea denso y pesado, no encuentro siquiera la manera de poder externarlo con alguien, prefiero que el secreto me consuma de a poco. Cuando entré al salón de clases me di cuenta de que solo habían llegado unos pocos, acomodé mi mochila a un lado de mi asiento, pero antes de sentarme noté que había un pequeño papel doblado, inmediatamente suspiré algo cansado, ésta vez no se encontraba nadie cerca y tampoco sentía muchas ganas de preguntar, por un instante pensé en ignorarlo y seguir con lo mío, lo tomé y me senté, estuve dándole vueltas con la mente en blanco hasta que impulsivamente lo abrí:

"Quisiera al menos saber que pasa por tu mente cuando me miras, aunque sería irónico de mi parte puesto que ni yo misma sé interpretar lo que provocas, me mata por dentro no saber si al menos habito en algún espacio pequeño..."

Sentí como si ya lo hubiera vivido, las letras, la forma de escribir, es exactamente a la anterior, pero no tiene ningún sentido, bueno, tampoco es como si últimamente las cosas en el planeta Eriol fueran normales, las notas parecieran estar dirigidas a una persona distinta, son las letras de alguien que ha perdido el rumbo, al punto de no retorno, cuando ante las palabras y los sentimientos el corazón gana terreno a la razón, traducido de manera peligrosa, estar enamorado. Al final decidí no enrollarme tanto al respecto y solo la guardé.

Mis parpados en las primeras clases se cerraban, fueron tan tediosas que incluso no tuvimos que anotar nada. Lo primero que hice al escuchar el timbre del receso fue salir del salón y dirigirme a mi lugar preferido, un área verde cerca de los edificios de último semestre, se encuentran varios árboles de diferentes tamaños de los cuales uno es el que prefiero, no hay una razón en especial, pero un día tuvimos una actividad al aire libre y cuando pudimos descansar me recosté en él, fue tan cómodo que comencé a repetirlo cada que podía, por lo tanto era una visita obligada ante éstos días donde necesitaba poner cierto orden y aclarar las ideas. Estando allí me senté y cruce mis dos brazos detrás de mi cabeza como de costumbre, en aquel lugar suele pasar una brisa relajante que aprovecho para mirar el cielo que se asoma entre las hojas y sentir que puedo llegar hasta él. Es complicado entender lo que me sucede, mi vida se ha convertido en algo totalmente distinto a lo que era, sueños extraños, sensaciones confusas e imágenes de las que no tengo recuerdo alguno.

- ¿Puedo sentarme? – fue casi un susurro.

Me asusté un poco, me resulta un poco complicado saber si en verdad se trata de alguien o de voces con las que mi mente decide jugar conmigo, al ver que se trataba de Rosemary me desubiqué un momento, estaba tan metido en mi mundo que pensé que la estaba imaginando allí de pie mientras el viento acariciaba su cuerpo, aunque con todo lo que me ha pasado no sería nada raro, me sobresalté un poco y me despegué del árbol inmediatamente quedándome sentado.

-Seguro... ¿qué te trae por aquí? – mi tono de voz temblaba un poco, detesto su naturalidad para tomarme con la guardia baja porque ocasiona que me sienta totalmente vulnerable.

-Vengo de la biblioteca, necesitaba un libro para una investigación... - hubo una pequeña pausa en lo que decía, se sentó a una pequeña distancia y miró alrededor - que lugar tan peculiar ahora que lo pienso detenidamente, siento que es muy tranquilo.

-Y no te equivocas, esa es la razón por la que vengo, a pensar y a relajarme, casi nadie pasa y por ello es calmado.

-Entonces creo que mi presencia es un error ¿no? – sus ojos se agrandaron.

NoviembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora