CAPÍTULO 1 OFRECIMIENTO

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Román Sánchez miró una vez más a Amanda, era una joven muy hermosa y aunque era su empleada, estaba tentado a aceptar la propuesta del padre de ella.

_ No puedes estar pensando en tomar en serio lo que te dijo Francisco. - lo miró Javier Hernández. _ese hombre está loco.

_ Loco, pero es su padre y tiene autoridad sobre ella y si le da la gana, bien puede hacerlo.

_ Tú eres su jefe. - dijo molesto Javier. _ puedes impedírselo.

_ Si, puedo impedírselo. Lo miró retador. _pero si le da la gana largarse de aquí y llevársela no habrá nadie que se lo impida.

Se referían a la charla que Francisco, el padre de Amanda, un trabajador suyo había sostenido con él varios días atrás.

_ He visto como mira a mi hija. - había dicho el hombre, sé que le gusta por eso me atreví a decirle esto.

Él lo había mirado molesto.

_ Me la estás ofreciendo como si de ganado se tratara.

_ No es ganado, pero ya no es una niña y hay varios hombres que están interesados en ella, tarde o temprano se tendrá que casar.

_ Primero me la ofreciste y ahora quieres que me case con ella? - lo había confrontado

_ No... No es eso... - se, apresuró a aclarar. En realidad no le importaba si se casaba con ella o solo la tenía como su querida, el caso era que fuera como fuera el pasaría de ser un simple peón, uno más del montón de los hombres de Román Sánchez a ser el padre de su mujer, esto es, su suegro y ese era el sueño de su vida, por eso la había puesto a trabajar en la casa de Román, sabía que siendo él, el mujeriego que era, no dejaría de reparar en su belleza y quizás, aún sin él tener que intervenir, la tomaría para sí, aunque no había sucedido de ese modo. Su gran problema fue, que no sólo Román se interesó en ella, si no también Javier, lo había visto como la miraba, así que había tenido que actuar antes de que las cosas se le salieran de control. _ Sé que mi hija está enamorada de usted. - había dicho, pero como le dije antes, varios están interesados en ella y me han pedido su mano, ella es muy bonita y no puedo tenerla por mucho tiempo conmigo, o se la entrego a alguien o alguien puede hasta matarme para llevársela.

Román había estado tentado a hacerlo él mismo, odiaba que estuviera haciendo eso con su propia hija y estaba seguro de que exageraba en lo que decía, no en cuanto a que ella estuviera enamorada de él, la mayoría de las mujeres lo estaban, tanto de él, como de Javier, pero eso de que no podía tenerla con él porque alguien lo podía asesinar no era probable, tan solo por el hecho de ser uno de sus hombres y nadie se metía con su gente y menos ahora que era respaldado por Santiago Moran. La gente que lo había estado atacando con la intención de arrebatarle el poder y su territorio, se había replegado. Estaban asustados por la fama que se había ganado Santiago y la gente que con él estaba. Lo que, si podía suceder y él lo sabía, era que Francisco la entregara a otro hombre, y otro no iba a tener las consideraciones con ella, que él tendría, lo sabía porque la mayoría eran hombres rudos y vulgares, hombres sin educación, que no les importaban las mujeres más que para pasar el rato.

_ Pensaré en lo que me has dicho. - dijo molesto. _ yo te haré saber mi decisión. - lo despidió.

En realidad, le llamaba la atención la chica, había llegado a trabajar a su casa hacia aproximadamente un año, era muy hermosa y le agradaba que no se le hubiese insinuado como todas las mujeres que conocía, era trabajadora y callada, no se veía que anduviera en chismes, de hecho, era el tipo de mujer que escogería para casarse y formar un hogar.

*****
_ ¿Que sucede? - se acercó Teresa la hija del ama de llaves de Román a Amanda. Estaba llorando, era una buena chica, no se metía en problemas, por eso le extrañó su actitud.

_ No es nada. - intento marcharse. _ regresaré a trabajar.

_ ¡Espera! - la detuvo. _ no estás llorando por nada. Dime, quizás pueda ayudarte.

_ Nadie puede. - la miró con desesperanza. _ Mi padre me acaba de decir que me voy a casar.

_ Quizás no sea tan malo. - dijo ella tratando de animarla. _ algún día tienes que hacerlo.

_ Yo quería hacerlo por amor. - sollozó.

_ ¿Estás enamorada de otro?

Ella solo asintió, no podía controlar sus sollozos.

_ Entonces vete con él, tu padre no podrá hacer nada una vez que estén juntos.

_ ÉL ni siquiera sabe que me gusta, y seguro yo no soy su tipo, además, jamás podría rechazar al hombre que mi padre escogió, mi padre me mataría si lo desobedezco y él es alguien a quien no se le puede decir que no.

_ Ni que fuera el jefe. - intentó bromear.

De inmediato se dio cuenta de que había acertado. La mirada triste y angustiada de Amanda le indicaron que su ahora prometido era nada más y nada menos que su jefe, Román Sánchez, el hombre del cual ella estaba perdidamente enamorada desde que era una adolescente.

Desde siempre había estado consciente de que era una relación imposible, primero, él no pondría sus ojos en la hija del ama de llaves, segundo, era su jefe y tercero, era un mujeriego empedernido, que jamás la tomaría en serio en caso de llegar a tener alguna relación.

Ya no dijo nada, solo la abrazó, ahora también ella tenía roto el corazón y a ella no había nadie que la consolara, claro, excepto su madre, aunque ella estaría feliz con la noticia, ciertamente Román Sánchez era el último hombre en la tierra que Angelina quisiera para su hija.

Desde que su esposo murió y su patrón, el padre de Román las llevó a vivir a su casa ofreciéndole el puesto de ama de llaves, ella no había hecho otra cosa que evitar que ella se relacionara con él más de la cuenta y aunque vivían juntos siempre los mantenía a la distancia, tanto, que había mandado a su única hija a estudiar fuera, hacía solo tres, años que había regresado y desde entonces ayudaba a su madre con sus tareas en el rancho, <<mientras se casaba y formaba su propia familia>> le decía ella siempre.

_ ¿Has pensado en marcharte de aquí? - interrogó Teresa.

_ ¿Adónde iría? - la miró con angustia. _ no tengo a nadie, más que a mis padres y mi madre no haría nada que él no le permitiera, parece más su esclava que su esposa. Yo tampoco tengo opción.

Recordó cómo fue brutalmente golpeada y amenazada por él, solo porque se atrevió a decir que no deseaba casarse aún.

_ ¡No te estoy pidiendo tu opinión! - había vociferando fuera de sí, después de dar el primer golpe. _ te vas a casar con él y vas a hacer lo que él diga, si me entero de que das algún problema, yo mismo te buscaré y te pondré en tu lugar ¿me entiendes? - había soltado el segundo golpe de muchos más que le siguieron. No era la primera vez que lo hacía y como siempre su madre sólo se quedaba quieta como espectadora, solo mirando, sin atreverse a intervenir, sabía que, si intervenía, la siguiente sería ella, así que dejaba que él siguiera con su castigo mientras ella desvalida solo rogaba que terminara pronto.

POR UNA MUJER No.1️⃣0️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora