Teresa despertó adolorida, miró hacia su lado. Por supuesto que estaba sola. ¿Qué esperaba? ¿Acaso creía que él iba a estar a su lado? ¿Qué le diría lo mucho que había disfrutado?
Por supuesto que no, ella había sido una más en su vida, una como tantas otras que habían pasado por su cama, aunque a nadie había metido a su recamara, siempre las llevaba a otro lugar, sin embargo, eso no significaba nada, fue ella quien se metió ahí, él no la llevó, ni le pidió que lo hiciera, al contrario, le advirtió lo que pasaría si se quedaba y ella se quedó.
Con rapidez saltó de la cama, buscó su ropa y se vistió, estaba asqueada de lo que había hecho, si su madre lo supiera, se moriría del coraje y de la vergüenza, toda su vida la había cuidado.
Su madre era viuda, su esposo había sido el capataz del rancho, un hombre fuerte y trabajador, había sido la mano derecha del padre de Román en sus asuntos legales y en el manejo del rancho y toda su vida había estado a su servicio, hasta que murió en un ataque a una de las camionetas en donde se suponía que viajaba su patrón, sin embargo, era él quien lo hacía. Después de eso ella y su madre fueron trasladadas a la casa grande en el rancho, su madre empezó a trabajar ahí y pronto se convirtió en el ama de llaves, puesto que conservaba hasta la fecha, su posición la había hecho convertirse en una mujer dura, tenía carácter y la gente la respetaba y la obedecía. Nadie se metía con ella, sobre todo porque su patrón el padre de Román siempre la respaldaba y después de su muerte, Román también lo hacía, ella lo había visto crecer y se había convertido en una madre para él, cuando la suya murió siendo aún un niño, así que ambos habían crecido juntos, pero separados, su madre se encargó de mantener las distancias entre uno y otro, él era el patrón y ella la hija de la sirvienta, sin embargo, eso no pudo evitar que desde lejos ella se enamorara de él, aunque siempre fue consciente de que era un imposible.
Con sigilo salió de ahí y recorrió el camino que la llevó hasta su propia recamara. Una vez dentro se dejó caer, deseaba cubrirse con las mantas y echarse a llorar, pero no lo haría, ella se lo había buscado, ahora tenía, que afrontar las consecuencias.
Aún faltaban varias horas para el amanecer, ella ya no podría conciliar el sueño, aunque quisiera.
*****
Román despertó sobresaltado, se dio cuenta de que alguien estaba a su lado, en su cama, en su cuarto, nunca llevaba a nadie ahí, aunque era un mujeriego, pensaba que la única mujer que entraría a su recamara sería la mujer a la que amara y la que se convertiría en su esposa, ¿y de que había valido? Ahora su esposa no estaba, estaba con otro y en su cama estaba otra.Se levantó con sigilo, no podía creer lo que había hecho, él no era hombre de una sola mujer, todo mundo lo sabía, sin embargo, al casarse había intentado sentar cabeza y abandonar su antiguo estilo de vida, quería formar un verdadero hogar, como lo habían hecho sus padres, pero se había equivocado, en todo, en su elección, en su trato con ella, en lo que acababa de hacer. Se daba cuenta de que, él había sido el primer hombre en la vida de Teresa y eso le dejaba una sensación extraña, difícil de explicar, pero ya habría tiempo para aclarar las cosas con Teresa, ahora tenía algo pendiente y pensaba resolverlo de una vez, tomó su ropa y se vistió, luego tomó su arma y salió al frío de la madrugada.
El rancho de Javier no estaba lejos, del de él, pero sabía que no se encontraba ahí, intuía a donde había llevado a Amanda, aún estaba furioso, de todos hubiera esperado una traición, menos de él, Javier siempre había sido como su hermano, era su mano derecha, jamás había confiado en nadie como confiaba en él. Siempre se habían respetado uno al otro, las cosas de uno no las tocaba el otro, incluyendo a las mujeres.
*****
Javier se puso alerta cuando escuchó a lo lejos una camioneta acercándose. Sabía de quien se trataba, de hecho, lo estaba esperando, deseaba con toda el alma que no se atreviera a presentarse ahí porque al hacerlo le estaba declarando la guerra.Ambos tenían sus ranchos, sus tierras, sus posesiones y ambos podían entrar y salir de ellas como les viniera en gana, pero cada uno tenía su lugar especial, eran un par de cabañas ubicadas en distintos lugares, a las cuales ninguno podía acceder sin el consentimiento del otro, porque eran el refugio de cada uno, era a donde si alguno de ellos se iba, el otro sabía que necesitaba estar solo y que tenía que dejarlo estar. Era el único lugar al que ninguno tenía acceso y ambos respetaban ese acuerdo, hasta hoy.
Javier miró a Amanda que dormía sobre la cama, había estado tan desesperada y nerviosa que había optado por darle un calmante y al fin se había quedado dormida. Lo agradecía porque no deseaba que viera o escuchara lo que ahí sucedería, Román era su amigo, pero ella era la mujer a la que amaba y primero moriría que dejar que él se la llevara de vuelta a su casa, estaba seguro de que no la quería, era su orgullo herido el que lo movía en estos momentos.
_ ¡Sé que estás ahí cobarde! - lo escuchó gritar. _ ¡sal y entregarme a mi mujer!
_ ¡Deja de gritar! - salió Javier enfrentándolo.
_ ¿Por qué? - grito furioso. ¿Porque molesto a la princesita? - dijo con burla.
_ Porque no estás en tu casa. - lo miró retador. No deberías estar aquí, tenemos un acuerdo.
_ Un maldito acuerdo que me importa un carajo. - se acercó peligrosamente a él. _ entraste a mi casa, a mi habitación, tiraste la puerta y sacaste a mi mujer, ¿y te atreves a reclamarme por venir aquí?
_ Tu sabes porque lo hice. Estabas a punto de cometer una tontería.
_ No tenías derecho. - gritó. _ es mi esposa y nadie me dice que hacer o que no hacer con ella y menos tú. - lo empujó con violencia.
Javier no cayó, era un hombre fuerte y recibió el embate con fortaleza.
_ ¡Cálmate! - intentó tranquilizarlo.
_ la vas a asustar._ ¡Asustada debería de estar por lo que hizo! - gritó. _ vine por ella y me la voy a llevar.
_ ¡Ella no desea regresar! - lo encaró.
_ Ya bastante hiciste, así que no te metas, vine por ella y se va conmigo.
_ ¡Sobre mi cadáver! - se interpuso.
_ ¡Que así sea! - sacó su arma quitando el seguro.
_ ¡Sé razonable! - lo miró Javier sin inmutarse. _ ¡no la amas! ¿qué ganas con llevártela?
_ ¡Es mi esposa y debe de estar en mi casa, no con el traidor de mi ex amigo! - lo miró con rabia.
_ No soy ningún traidor, sigo siendo tu amigo y no hubo ni hay nada entre nosotros.
_ ¿Crees que soy idiota? - movió su arma peligrosamente, no dejaba de apuntarle. _ los vi juntos, vi como la abrazabas, vi como la acariciabas, no soy tonto. - se refería al video que le había llegado después de la primera imagen.
_ ¡No sucedió nada! ¡solo la consolaba! ¡no puedes acusarme por eso!
_ ¡Es mi esposa y te atreviste a poner tus sucias manos sobre ella!
_ ¡Es tu esposa, pero no la amas, es solo por tu orgullo! !
_ ¡MI orgullo...! ¡Mi orgullo...! ¡Te voy a mostrar cuanto está herido mi orgullo! - apuntó a su cabeza dispuesto a jalar del gatillo.
_ ¡No...! - se escuchó la voz de Amanda desde la puerta de la cabaña. Su rostro estaba desfigurado por el horror. _ ¡no le hagas daño! _ los miró con desesperación. _ ¡regresaré contigo, pero baja esa arma, por favor!
_ ¿Te asusta lo que le pueda hacer a tu amante? - dijo burlón sin dejar de apuntar.
_ ¡Por favor! - suplicó presa del llanto.
_ ¿Tanto te interesa este maldito, que ahora súplicas por él? - la miró con dolor.
_ ¡Voy a regresar contigo! - gritó aterrada, al ver como su dedo se curvaba para jalar del gatillo. _ ¡haré lo que tú me pidas! ¡por favor! - suplicó.
ESTÁS LEYENDO
POR UNA MUJER No.1️⃣0️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceRomán Sánchez arrogante atractivo y un importante jefe del crimen organizado, es un soltero empedernido, sin embargo, decide contraer matrimonio pensando que lo hace con la mujer indicada. Javier Hernández, hombre valiente y leal, carismático e irre...