Javier miraba descorazonado a su amigo y a la mujer que ahora era su esposa, acababan de darse el si el uno al otro. Todos aplaudían felices, incluso él, aunque por dentro se estuviera muriendo, Román era su amigo y su jefe, siempre habían estado juntos, su amistad era a prueba de todo y una mujer no los iba a separar ahora, aunque esto le dolía más que cualquier cosa que hubiese hecho por él, sabía que Román no la amaba como lo hacía él, quizás ni siquiera la amaba, ¿y ella? No sabía si ella le correspondía a su amigo, lo más probable era que sí, el siempre atraía a las mujeres, era joven, era atractivo, tenía fama y fortuna, cualquiera estaría encantada de ser su esposa, incluida ella.
La miró con detenimiento, su rostro sonreía, pero su mirada decía otra cosa, su corazón se contrajo. ¿Acaso ella no quería ese matrimonio? Miró a sus padres, ambos estaban radiantes, ¿y cómo no? Sus vidas darían un giro de ciento ochenta grados, se estaban convirtiendo en los suegros del jefe. Ese hombre prácticamente había vendido a su hija, su mirada y su rostro hambriento de poder le causó repulsión. Si por el fuera lo sacaba de ahí ahora mismo, pero tenía sus ventajas el ser el suegro de Román Sánchez.
Se tragó su orgullo y permaneció al lado de su amigo, como había permanecido en cada momento de su vida desde que se conocían, en las buenas y en las malas, sin importar las circunstancias.
Su amistad iba más allá de lo ordinario, había sobrevivido aún a las desavenencias de sus propias familias.
Sin desearlo, recordó como los padres de ambos habían sido amigos y socios, ninguno estaba por encima del otro, pero cuando empezaron a prosperar cada uno quiso tomar el control, pronto empezaron los problemas entre ambas familias, para entonces la amistad entre ellos era tan sólida, que ni el ver como sus familiares se mataban unos a otros hizo que ellos se apartaran o se odiaran como ellos lo hacían. Al final quedaron solos, con la herencia, que sus padres les dejaron, para entonces el padre de Román se había hecho del control y él no lo discutió, tenía su territorio, tenía sus propios recursos y no quería un enfrentamiento entre ambos así que se convirtió en su sombra, en su mano derecha y Román sin proponérselo, ni pedirlo, se convirtió en el jefe. Y en verdad jamás le envidio nada, hasta ahora, pero ya era demasiado tarde para hacer algo. Ella ya estaba fuera de su alcance.
Era de madrugada, el frío de la noche calaba sus huesos, Javier hubiese deseado estar en cualquier lugar del mundo, menos en ese, a la distancia miró una vez más hacia el mismo lugar, las luces de la habitación de su amigo por fin se apagaban.
Odiaba pensar que esa noche o quizás en ese momento el estaría haciendo su mujer a la mujer que él amaba, era patético y era más patético que fuese precisamente él, quien tuviera que vigilar esa noche.
_ Ya está todo solucionado. - había dicho cuando Román le pidió que él se encargara de su seguridad. Tienes a todo un ejército rodeando el lugar y sus alrededores. No me necesitas a mí.
_ Sabes que no confío en nadie más que en ti. - había insistido. _ eres el único en quien confiaría para que guarde mis espaldas.
Ante esto el no pudo negarse y ahí estaba en medio del bosque, en medio de la noche, cuidando la parte trasera de la casa, mientras el frente estaba blindado por sus hombres, lamentando su cobardía por no haber intentado algo, antes de que Román pusiera sus ojos en ella. Oportunidades las había tenido, porque desde el primer momento en que la vio, su corazón había quedado cautivo.
*****
Amanda miro a su alrededor, estaba tan nerviosa que no había reparado hacia donde se dirigían hasta que llegaron al lugar. Era muy entrada la noche y ella se sentía exhausta.Se acababa de casar y apenas unas horas antes había tenido el arma de su padre pegada a su cuerpo, le había advertido que no se le ocurriera hacer o decir una tontería, porque quizás ya no podría hacerle nada a ella, pero si a su madre y lo llevaría en su conciencia.
_ Tu única misión en la vida, de ahora en adelante. -le había dicho. Es hacer feliz a tu marido.
Ahora estaba en lo profundo del bosque, en una hermosa cabaña, esperando a que su esposo que en ese momento se hallaba afuera dando instrucciones entrara. Él le había advertido que se hallaba en un momento importante de sus negocios y no podía ausentarse, así que pospondrían su luna de miel, sin embargo, no se quedarían esa noche en el rancho, pasarían dos días de descanso en aquel hermoso lugar, que al parecer era especial para él.
Escuchó la puerta abrirse, la angustia se apoderó de ella, no estaba preparada para esto. Durante el año que llevaba trabajando para Román, apenas si habían cruzado palabra, en ocasiones había notado su mirada penetrante sobre ella, pero no había pasado de eso y de pronto se veía comprometida con él y ahora estaba casada. Las lágrimas pugnaban por salir, pero tenía que controlarse, su vida ya no le pertenecía, ahora era la esposa de él y según su padre, se debía a él.
*****
Román entro a la cabaña, había sido un día agotador, le parecía mentira que estuviese casado, siempre pensó que sería un día muy especial, que su vida daría un giro de ciento ochenta grados, sin embargo le parecía tan ordinaria como siempre, no se sentía emocionado, ni fluía por su cuerpo ese anhelo de consumar su matrimonio, por un momento pensó que sería como tener a cualquier mujer con las que solía pasar el momento y eso lo alarmó, ella no era para nada como una de esas mujeres, y menos ahora, ahora era su esposa. Cansado abrió la puerta de la habitación, esperaba encontrarla lista para recibirlo, quizás con algún atuendo provocador o mínimo en la cama bajo las sábanas, sin embargo lo que encontró fue a una mujer tensa, de mirada asustada, que lo observaba de pie, como si él fuera su verdugo y no su esposo, en otro tiempo no le hubiera importado su actitud, igual hubiera exigido sus derechos de esposo, pero de un tiempo acá, se estaba ablandando y solo pudo sentir compasión por ella, en cierto modo la entendía, no era como las demás que andaban con uno y con otro, él sería el primer hombre en su vida, aunque lo amara, no sería fácil para ella._ Ha sido un día muy agotador. - se escuchó decir. _ podemos dejar esto para otro día.
Ella lo miró sorprendida, pero de inmediato notó el alivio que sintió cuando le dio la opción de posponer su noche de bodas
_ Vamos a descansar. - sugirió invitándola a recostarse.
Ella no lo dudo, se recostó en un lado de la cama y tomando las mantas se arropó hasta el cuello.
Una alarma se encendió en su cabeza, sin embargo, era más fuerte su cansancio, que lo paso por alto. Rodeo la cama y se recostó en el lugar vacío, ella apagó la luz que quedaba de su lado y ambos se quedaron dormidos.
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POR UNA MUJER No.1️⃣0️⃣/SERIE HOMBRES DE LA SIERRA
Lãng mạnRomán Sánchez arrogante atractivo y un importante jefe del crimen organizado, es un soltero empedernido, sin embargo, decide contraer matrimonio pensando que lo hace con la mujer indicada. Javier Hernández, hombre valiente y leal, carismático e irre...