-Retirate-
Por la rigidez en su mirada y el tono de su voz, el soberano parecía estar muy molesto, muchísimo más de lo habitual. Sé que su mal humor es conocido estúpidamente como parte de él, un orificio que va incrustado directo a su personalidad, pero la corazonada me grita que en ESTÁ ocasión su enojo fue provocado por parte mía; por abrir mi gran bocota y no haber durado un segundo sin decir las cosas que pensaba precisamente de él.
No me quiero sentir importante, mucho menos para un sujeto como lo es Min Yoon Gi, pero si de ser ilusa se puede, entonces es totalmente válido que haya llegado a tal conclusión. Si cabe realmente la posibilidad de que este enojado por eso, no saben lo culpable que me siento ahora mismo. Si llegue a ser un poquito importante para el pálido, ya con esto que aconteció, mató por completo lo poco que había llegado a sembrar en ese corazón tan duro que tiene.
-Permiso, alteza- Evangelina se apuro en abandonar los aposentos reales, yo igualmente pensaba huir como una cobarde saliendo detrás de ella, pero Min no me lo permitió.
-Tu no, cierva- bufó justo cuando le di la espalda, justo cuando solo di un paso al frente y justo cuando le rece mentalmente a la diosa "GIJEON" (de los milagros) para que me ayude a salir de esta. Mi nueva amiga, y dama de compañía cerró la puerta dejándome a solas con este peligro, llamado yoongi.
Deforme una mueca preocupante, asustada, embalada. Ni me sentí capaz de voltearme a verle...
-Me REPUGNA las mujeres sucias, al menos báñate, ¿Quieres?- rugió oyendo claramente sus pasos detrás de mí, no sé a dónde carajos se dirigía, pero la acción más veloz que tuve fue pasar por su lado e ir a encerrarme en el baño. No le contesté nada y si que menos le vi a los ojos, solo me encerré en otro lugar totalmente angustiada mientras inconscientemente me devoraba las uñas. No lo pensé dos veces para encontrar otra solución, deduje en quedarme el tiempo suficiente bañándome para que cuando salga él ya no estuviera en la habitación. Segurito que después de esto él ya no querrá verme ni en pintura, no querrá que me aparezca en el comedor, así que si tenía tanto afán por ir a desayunar, probablemente cuando vaya a comerme aunque sea un pan, el rubio tampoco estará allá.
Me bañé el cabello, perfume todo mi cuerpo, y al tener puesto nueva ropa interior, se sintió muy bien, pues pensé que jamás llegaría a tener tanto. Al envolverme por completo en la toalla blanca, lo primero que hice fue asomarme desde la puerta del baño directo a la alcoba, y al no ver a nadie, salí. Con la duda rondando en mi cabeza, abrí el guardarropa, busqué toda la recamara e incluso debajo de la cama, pero su majestad no estaba por ningún rincón, no es por exagerar, pero hasta en los jarrones revise. Me sentí aliviada, llevé mi mano al pecho y solté un respiro que me devolvió el alma. Mentalmente afirmé que en definitiva ya no estaba aquí, así que comencé a vestirme más tranquila; peine mí cabello, embuti mis pies en hermosas zapatillas que cuando estaba presumiendo mi lindo vestido rosa dando giros y más giros en un solo punto, del susto me fui trastabillando contra el espejo una vez vi a Min Yoon Gi.
Se me contuvo el aire en los pulmones al verlo atravesar las cortinas que conducen al balcón, ya estaba vestido con su repetitivo Hanbock negro, traía su moña bien peinada y ajustada con la corona imperial. Que guapísimo se ve, no sé realmente lo que se hace este hombre, pero cada día que pasa lo veo más precioso, me encanta cuando me mira así, tal y como lo está haciendo ahora, como si a través de sus ojos me estuviera leyendo la mente ..
Se dio vuelta, con intenciones de marcharse sin decirme una sola palabra, en cuanto cruzó el umbral, actúe de inmediato para no dejarlo ir así, tan enfado conmigo.
-¡Espera, yoongi!-
Me apresuré en correr un poco, pero tampoco fue necesario, él mismo se devolvió poniéndole a su caminar una rapidez que evaporaba indignación. Pareció un toro apunto de encuernar a alguien, que cuando lo vi llegar de esa manera instintivamente me arrodillé rozando mi frente en el suelo y alcanzando a tomar su mano, mano en la que cargaba su argolla real. Le sentí su anillo entre mis dedos, elevé mi rostro para besarlo, pero su jalón no me permitió tal privilegio. El asunto es más grave de lo que pensé, si no me permite besar su argolla, su mano, ¿Como fregados tocaré sus labios otra vez?.
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≠Daechwita≠ Terminada•
Historical FictionCada una de las cuatro esposas del emperador dió a luz un bebé en diferentes épocas del año. Todos ellos nacieron muertos, si eso no es maldición, ¿Entonces que lo es?.... 30 mujeres del harén en el palacio imperial es cambiado cada tres meses por c...