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El palacio imperial Min está conformado por más de 2.600 alcobas. Despliegan simétricamente más de trece mil pabellones que gran parte de ellos se ocupa en solo tomar el té, mientras lo más grandes son utilizados para realizar fiestas de entretenimiento. Ya se imaginarán el sinnúmero de pasillos que recorro durante el día cuando mi caminar es distinguido por ser el más apresurado. No me gusta estar estancado en un solo punto, como el dios supremo de todo daechwita tengo que estar al margen de todo lo que me rodea..

Cualquiera que no conoce el palacio tanto como yo, fácilmente se podría perder entre este enorme laberinto construido por habitaciones hechas de madera, pero como ese no es mi caso, puedo tomar cualquier rumbo que en otro lenguaje simple sería "camino corto".

La furia que me embarga en este preciso momento se encargó que la distancia que divide una habitación de la otra sea totalmente corta. Mis zancadas eran más veloces de lo habitual, y con esas imágenes que tenía dibujadas en mi cabeza, prácticamente me dirigía en modo automático.

-Comandante Kim Seok Jin reportándose, mi señor- un sujeto alto, con pelos castaños, armadura roja y rostro de princesita desenvolvió una reverencia mientras se cruzó en mi camino- El concejal Kim Nam Joon me informó que me necesita con urgencia, y aquí estoy para lo que..

-¡Apartate, escoria!- de un tirón bruto que lo hizo mover para un lado, conseguí abrir paso nuevamente. No es momento para estar perdiendo mi valioso tiempo en tonterías insignificantes, lo que se me presentó es algo que no puede esperar para resolverse- La mataré. Juro que la mataré- repetí una y otra vez en lo que proseguía.

De está, está, y está manera fue como le indique a la costurera para que hiciera el condenado vestido de mis sueños. Un vestido en el que a cada obligación rutinaria me obligué a ponerle un puto reloj para que pudiera alcanzarme el tiempo e ir propiamente a ver como aquella mujer lo estaba elaborando. Cuando me lo mostró ya terminado, estúpidamente me enamoré de el, fue la cosa más preciosa que haya visto jamás, y es que estaba tan loco en ese instante, que si me encantó de tal manera fue porque matemáticamente SABÍA como le quedaría Adrianna puesto.

YO, el gran emperador Min, ME REBAJÉ ante tal mierda tan solo por el caprichito de ver como le quedaría ese vestido. ¡Joder! Fue imposible no imaginarlo. El desgraciado era la perfección absoluta, rojo, sexy, atrayente, descotado, con tela trasparente.... hubiera podido hasta verle los vellos de su vagina pero NO SE COMPLETÓ MÍ DESEO.

Aquélla fantasía sexual que tengo desde hace tiempos memoriales se fue para la verga junto con mi emoción; todo por la maldita envidia que seguramente Hye sintió al verla como la diosa que mi mente plasmó.

La imagen, la puta imagen la tengo grabada en la cabeza. Una cierva con sus ropas totalmente rasgadas, destrozadas, su cabello despeinado, un rostro golpeado, sangrado y afligido. Tirada en el suelo llorando, y encima shockeada por lo sucedido. Esto es algo que diré, que no volveré a reconocer y mucho menos volverá a salir de mi boca, pero me DOLIÓ, me dolió verla así, me afectó como nunca creí que me afectaría algo, realmente fue muy duro, desgarrador, punzante. El dolor se convirtió en un estallido de furia incontrolable cuando Adrianna no quiso que la tocara, que le ayudará, pidiéndome que me aleje de ella porque en medio de su llanto, me gritó que es un completo monstruo.

Su concepto y el mío son completamente diferentes, porque mientras ella se ve como un monstruo, un fenómeno, yo la veo como una chica tierna, sensible, valiente, inocente, exteriormente virgen con un interior que aviva fuego. De esa rica boca no a salido, pero estoy completamente seguro que desea que la folle, que no miré a otras mujeres que no sea ella, y si HOY se puso ese vestido, fue nada más para seducirne. Conozco de mujeres, lo suficiente para darme cuenta cuánto quiere que las devore, y más en una doncella como ella, que no es NADA predecible..

≠Daechwita≠ Terminada•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora