-Ya deja de mirarme como un imbécil, ¿Quieres, Kim Nam Joon?, ¿Acaso te gusto, Oke putas?- descargo de muy mala gana los pergaminos que tenía firmando mientras me colocaba en pie. El estruendo contra la gran mesa redonda provocó que el resto del gabinete en la junta me mirasen en lo que el moreno desvió su vista a otra parte.
Desde que Kim Seok Jin lo trajo anda todo callado, pensativo, como si quisiese decirme algo realmente importante pero no se atreve. Yo mismo fui directo a servirme una copa de vino; el aire se sentía algo tenso, incómodo, y lo que más detesto es que me oculten información. De reojo miré al moreno, calculé cuidadoso su evidente ansiedad, estaba inquieto, lo delataban el restregar las palmas de sus manos entre si, y el que a ratitos medio observaba al resto de ancianos.
-Disculpe, su majestad, no fue mi intención incomodarlo- hace aproximadamente media hora se le había quitado su estado de shock cuando me vio entrar al salón del trono y pararme frente a él. Se le dibujo una sonrisa al saber que estaba vivo, pero ya después de un rato en que comencé a informarle sobre lo que pensaba hacer, apartir de ahí inició su extrañeza. Al principio no le presté atención, dado que los de la corte aparecieron haciéndonos compañía para organizar entre todos una solución rápida a lo que se presentaba después de que Shi tomó el cargo en Daechwita. Comenzó el debate sin más espera pero lo raro es que en todo el largo rato que llevamos aquí, NamJoon no a aportado nada, solo me mira con detenimiento poniéndome nervioso.
-Retirense. Déjenme sólo con Kim Nam- hablé para el resto de congresistas. Cada uno de ellos se miraron entre si, y asintiendo se levantaron de sus respectivos asientos. En total silencio abandonaron el lugar, mientras los veía salir, me servi otra copa de vino y la coloque enfrente de su nariz- Bebelo- le ordené. Él arrugó el entrecejo extrañado pero aún así obedeció tomándoselo en un solo sorbo- Ahora si, cuéntame, ¿Qué fregados ocurre contigo?- corrí la silla ocasionando un ruido bastante irritante, uno en el que a NamJoon le molestó pero no tuvo la suficientes pelotas para replicar sobre ello. Muy tranquilo me senté cruzando la pierna, me tomé de brazos cruzados y le miré esperando una respuesta concreta.
-Alteza, yo-.
-¡Habla rápido!- perdía mi paciencia, lo cual el de tes bronceada notarlo, agarró agallas y decidió hablar. Sus ojos enfrentaron los míos, y apesar de que todavía no haya dicho una sola palabra, por medio de ellos radiaba una verdad oculta.
-¿Qué se siente tener a su hermano gemelo tan cerca?- su dicho me confundió. ¿Ahora de que mierda habla? ¿Estará fumando hongos que no debe?.
-¿Qué?- arqueó una ceja.
-Hablo de su hermano, ¿Cuando recupere Daechwita le devolverá a Suga lo que le pertenece por derecho propio?- inmediatamente tiré la silla patas arriba al levantarme. No le respondí, quizás enseñaba confusión en mi rostro, pero ya tenía una idea de que me estaba hablando- Majestad, Do_Sung es su hermano gemelo llamado "Suga", su hermano- completó. Casi me voy para atrás ante tal noticia, anche los ojos y se me despegaron los labios.
-¡No!- atónito retrocedo varios pasos hacia atrás, le doy la espalda, pienso y pienso en la posibilidad pero es imposible- ¿Do_Sung, hermano mío? ¡No puede ser!-
-Este secreto solo lo sabía su padre, mi padre Bae y yo.
-¿Qué dijiste, gusano?- furioso me volteé a verlo. NamJoon se levantó de la silla y agachó la mirada- ¿Como que secreto? ¿DE QUÉ PUTO SECRETO ESTÁS HABLANDO QUE SOLO LO SABÍAN USTEDES TRES? ¡EXPLÍCAME!- exigí desesperado. Kim sobo el poco bozo que tenía, y terminó por contarme lo que sucedió hace 37 años atrás.
-Hace varios años atrás, cuando su madre la emperatriz Min_Shu_Ki dió a luz una noche del 9 de marzo, nacieron dos preciosos niños. Su padre y emperador Agust, al recibir la gran noticia, se llenó de emoción al escuchar por parte de la partera que no solo un príncipe había nacido, si no que eran dos- pauso. Atento lo escuché- Su alteza estaba ahí, viendo la escena del parto con sus propios ojos, y al escuchar el fuerte llanto que desprendió usted, mi soberano, a su padre lo embriago una enorme alegría.
ESTÁS LEYENDO
≠Daechwita≠ Terminada•
Ficción históricaCada una de las cuatro esposas del emperador dió a luz un bebé en diferentes épocas del año. Todos ellos nacieron muertos, si eso no es maldición, ¿Entonces que lo es?.... 30 mujeres del harén en el palacio imperial es cambiado cada tres meses por c...