-¿Emperador?-Y ¿Bien? ¿Ya nació?.
- Aún no, mi soberano- mi compañero de entrenamiento y consejero real se apresuró en decir lo siguiente una vez me vio retirar la copa de vino tinto de mis rosados labios. Precisamente no lo estaba mirando de frente, pero en el timbre de las voces sé cuando me temen, y aquello suele ser muy frecuentemente, para no decir "todo el tiempo"- En estos momentos su esposa Mi-Suk se encuentra muy bien acompañada por los sumos sacerdotes.
-¿Sumos sacerdotes?- me confundió el ilógico aviso--¿Qué tiene que ver los decrépitos esos con el nacimiento de mi heredero?
Automáticamente me giré para encontra de frente al que estaba inclinado ante mi. NamJoon lleva años a mi lado, destacando como el más leal entre tantos chupamedias, y obedeciendo en todo lo que se me antoja. Mi mocosa apariencia no refleja lo que mis ojos esconden. E oído murmurar, e incluso e descubierto como hablan de mi tras mis espaldas, muchos han perdido la vida con tan solo decir que me parezco más a mi madre que a mí padre, queriéndome decir Bastardo educadamente, y debido a sus estúpidos arranques de valentía, cabezas resultan colgadas frente a la entrada principal del palacio. Ordeno que lo dejen ahí para que todos sepan lo que les espera si se atreven a faltarme al respeto..
Soy el soberano supremo, no cualquier sarrapastrozo del pueblo.
-Señor. Los sumos sacerdotes han organizado un ritual en alabanza a nuestra diosa y patrona "Siris" por el anhelado éxito nacimiento de la criatura. Le estamos ofreciendo dos corderos a cambio de que todo salga bien. De que permita traer al mundo un bebé fuerte y sano...
-Mamadas- gruñi bajando los escalones de mi trono y acercándome a él - Si esos dioses suyos, a los que tanto alaban, hubieran escuchando mis rezos, ninguno, oyeme muy bien Kim, NINGUNO de mis primeros primogénitos no nacerían muertos- saque a relucir aquello con tanto resentimiento- Les ofrecí mis riquezas, lo más valioso que tuve a mi alcance, pero no fui correspondido igual.
-Alteza- medio alzó su vista para buscar mis rasgados ojos- no debería expresarse así de los dioses. Podría caer la desgracia sobre usted y el imperio Daechwita...
-¿DESGRACIA?- como un demente reí-¿ME HABLAS A MÍ DE DESGRACIAS CUANDO ELLA SE ENSAÑÓ DE TU EMPERADOR? SOY YO LA DESGRACIA, POR ESA PUTA RAZÓN, HASTA LOS MISMOS DIOSES ESOS HECHOS DE PIEDRA ME HAN DADO LA ESPALDA- cuya exclamación furiosa chocó contra las ásperas paredes vacías de un salón casi desierto-Les da pánico mi maldición, no son capaz de luchar contra ella. Es indestructible, ¿Comprendes?.
-Majestad.
-A callar- cansado de todo eso me dispuse abandonar el salón del trono con pasos avanzados y retumbates-- No voy a perder mi valioso y ocupado tiempo en tus idioteces-- apesar de todo, el moreno decidió acompañarme aunque ya su presencia me irritaba.
Se supone que como emperador de un gigantesco imperio, al menos debería tener concejeros, cancilleres, mis esposas, ministros, vasallos, entre otros ineptos detrás hueliendome el culo; dándome su punto de vista que obviamente me vale madres, pero es precisamente por eso. Me interesa tan poquito, que prefiero meditar en silencio mientras estoy sentado en mi trono por horas continuas.
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≠Daechwita≠ Terminada•
Historical FictionCada una de las cuatro esposas del emperador dió a luz un bebé en diferentes épocas del año. Todos ellos nacieron muertos, si eso no es maldición, ¿Entonces que lo es?.... 30 mujeres del harén en el palacio imperial es cambiado cada tres meses por c...