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Lianna

Haber hablado con Brass me desestresa bastante. Mi amigo logra, como siempre, regresarme a la órbita y ayudarme a pensar las cosas con calma.

—¿Qué tal han ido las sesiones estos días? — le pregunto a Brass para romper el silencio en el que nos hemos sumido los cuatro.

Brass comenzó a trabajar en una campaña de vestidos de diseñador hace unos meses y estoy demasiado feliz y orgullosa de él, porque está triunfando como fotógrafo.

—realmente bien, estuve intentando algunos enfoques creativos— le da una sonrisa rápida a Viktor y me mira— las ventajas de tener un novio arquitecto es que puedes explotarlo laboralmente para que te consiga locaciones para las fotos.

—y tú vas como tonto enamorado a hacerlo—le dice Demian a su hermano.

—mirate en el espejo antes de hablar de tontos enamorados— resopla el ruso menor.

Lo cierto es que la cena transcurre con bastante calma y el humor contagioso de micmejor amigo y mi cuñado me alegra un poco. Sin embargo, puedo ver el gesto concentrado de Demian mientras hablamos. Sus ojos están ligeramente oscurecidos y dilatados y estoy casi segura de que su cerebro está proyectando un escenario.

He visto a Demian planear escenas. No es como si él literalmente se sentara a planificar una pantomima, pero su gesto se torna más oscuro mientras se compenetra con ese lado de él. Podría apostar mi título a que él planea algo para esta noche y por el tinte verde casi negro de sus ojos, no será agradable.

Planea hacerme llorar.

¿Debería asustarme, no? Sin embargo, es extraño cómo me tranquiliza saber que no tendré que pensar en cómo explicar algo que es difícil. Él simplemente me quitará la razón, me obligará a abrirme y entenderá lo que le diga, sin importar qué tan absurdo sea.

Tal vez quiera escucharme decir algo sobre mi madre... o sobre la boda.

Dios, ambos temas son complejos, especialmente porque sé que toda la parte negativa está ligada a mi. Todas las personas por parte de Demian —su hermano, su primo, Nikolai y cualquier persona de Seks, nos apoyan. Nos quieren ver juntos y felices.

Mi familia, en cambio... Creo que mi padre estaría mucho más feliz si Demian y yo terminamos.

Luego de la cena, Brass y Viktor se van, llevándose a Skinner. Demian desaparece por el pasillo que da a la habitación mientras yo me quedo ordenando un poco la cocina.

Para cuando termino, me quito los zapatos, suspirando. Tengo que desactivar mi cerebro del modo tutora del felino obeso y recordar que no debo darle la cena omu ocuparme de limpiar su caja, así que simplemente camino por el pasillo, apagando las luces hasta que llego a la habitación. Antes de entrar, logro divisar a Demian de espaldas a mí, con uno de sus floggers favoritos en sus manos.

Cada vez que miro hacia atrás y me veo a mí misma frente a esta misma puerta, siendo empujada a un mundo completamente desconocido, logro ver lo mucho que han cambiado las cosas. No me dan miedo los látigos, mucho menos Demian con uno de ellos. Tampoco me asusta llorar, ni me avergüenzo de ello. Es parte del proceso, de los modus operandis que él y yo tenemos. Me rompe, me destroza hasta los cimientos y me reconstruye.

Siempre me reconstruye, por eso funciona.

Camino dentro de la habitación sabiendo que él me ha notado desde el primer momento y me detengo solo a dos pasos por detrás de él. No siempre estamos dentro de la dinámica d/s, a pesar de que Demian siempre tenga una tendencia dominante en todos los aspectos. La mayor parte del tiempo, sólo somos nosotros. Aunque a veces, caemos en la lógica dominante y sumisa... especialmente cuando Demian no obtiene las respuestas que quiere. Usualmente intenta que hable de buena gana, pero cuando no puedo hacerlo, me roba las respuestas y las consigue del modo que sea. Lo que implica usualmente embriagarme de endorfinas hasta que mi cerebro es una papilla y mi lengua suelta cualquier tipo de palabras sin filtro.

Anestesia | SEKS #1.5 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora