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Demian

Sigo mirando a la mujer, sin saber qué hacer.

—¿Quién la ha dicho dónde encontrarme?— le pregunto.

—Alcort.

—¿Entonces sí planea intentar convencerme de que deje a Lianna o con qué otra motivación le diría dónde encontrarme?

—quiero que mi hija me perdone por haberla dejado.

—eso es algo que debe hablar con ella, no conmigo— carraspeo.

—no sé cómo contactarla, he hablado con ella ayer, pero se niega... usted podría ayudarme, hacerla entrar en razón— y como si fuera poco, añade— Alcort dice que usted es una gran influencia en su vida, que... que se casará con ella y que Lianna lo escucha.

—Lianna es una mujer independiente que toma sus propia decisiones— le digo lo mismo que le dije al hombre— deje de pensar que es un títere y yo un titiritero.

—quiero que me ayude a recuperar a mi hija.

—como le dije, eso depende de ella, no de mí— mascullo— si quiere, déjeme su número de contacto y si Lianna lo quiere, la llamará— digo— pero depende de ella.

Ella me dicta un número de teléfono que yo agendo en mi móvil y luego de repetir al menos tres veces que convenza a Lianna de escucharla, se va.

—eso ha sido lo más extraño que visto en Seks — dice Gemma—y es difícil, porque pasan cosas extrañas aquí.

—¿Qué vas a hacer, D?— mi hermano me mira y yo suspiro— Lianna tiene que saber esto.

—lo sé, se lo diré— suspiro— cuando salga de la universidad, hablaré con ella— murmuro y luego, vuelvo a encerrarme en mi oficina, con Paulette. La mujer no dice nada mientras yo intento centrarme en el trabajo y para las tres de la tarde, me voy de Seks para buscar a Lianna en el trabajo.

Hoy no veo a Isla o Killian y Lianna sale sola, luciendo cansada. Le he dicho que pida licencia por su esguince pero allí fue ella de cabezotas.

Pues, bien. Terca me ha salido la mujer.

—hola— cuando me ve, sonríe y pone su mano sana en la base de mi nuca para ponerse en puntillas y besarme.

—¿Todo bien? — intento mantener todas mis emociones a raya mientras le sonrío.

—ajá, hoy fue un día tranquilo.

Me molesta saber que eso va a acabarse.

—¿Tienes que hacer algo?— le pregunto, pensando que ella quizás haya acordado algo con sus amigas. Cuando niega, sigo— tengo que contarte algo, pero vamonos de aquí.

—¿A dónde?— ella me sigue al coche y yo comienzo a conducir hacia el departamento, con una melodía suave de fondo. Lianna y yo no hablamos mucho, excepto por algunas cosas que me cuenta de su trabajo y, una vez en casa, espero a que deje sus cosas para llevarla hacia el balcón, con el gato obeso siguiendonos.

Skinner se dedica a frotarse contra la pata del sofá de exterior y yocme siento allí, llevando a Lianna sobre mis piernas.

—¿Qué pasa?— me pregunta— estás muy callado.

—tu padre ha ido al club— le digo sin rodeos— ha tenido la magnífica idea de querer darme dinero a cambio de que te deje—murmuro.

—¿Por qué no me sorprende?— ella niega, cierra los ojos y suspira— al menos dime que aceptaste el dinero.

—le dije que no, Lianna— señalo con obviedad— tu padre está convencido de que eres mi juguete y que yo te manipulo.

Lianna frunce el ceño.

Anestesia | SEKS #1.5 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora