Taehyung es un joven de 22 años que vive como una persona totalmente normal en un pequeño departamento afuera de los suburbios, aunque todo eso queda atrás después de un suceso qué cambió su vida.
¿Magia tal vez? ¿La aurora boreal? Taehyung al caer...
Unos melosos Taehyung y Jungkook se encontraban en el sillón de la casa de Jin. Había llegado un poco tarde a la reunión y por algúna razón Namjoon ya no estaba con ellos.
Al preguntar por el, Jin solamente dijo que tenía asuntos pendientes.
Cosa que los menores pasaron por alto. Estaban demasiado ensimismados en ellos mismos y en su amor como para voletar a ver a su alrededor y ver lo que pasaba en la vida de otros. Pero ya habría tiempo para eso.
Pues ahora no había dos personas en el mundo más felices.
Jungkook dejaba pequeños besos en el cuello de el omega. Quien se retorcía un poco ante la sensación de humedad.
El alfa ansiaba poner una marca en ese cuello tan perfecto.
Hoseok y Jin estaban en el supermercado ya qué les faltaron algunas cosas para la elaboración de la comida.
Jin extrañaba un poco el restaurante pero ahora quería tener tiempo para su pareja y su embarazo por lo que contrato empleados. Y Taehyung iba a cubrir su turno cada que necesitará dinero.
Estaban en el sillón dándose besos esquimales hasta que Taehyung comenzó a bajar su mano por el torso de el alfa.
– Qué tenemos por aquí ~ – Canturreo con delicadeza.
Desabrocho el pantalón de Jungkook y masajeo tenuemente su entrepierna.
El alfa suspiró mientras cerraba los ojos.
Todo su cuerpo estaba entregado a Taehyung.
Solo era de él y para él.
Podía tocarlo cuando quisiera.
Taehyung sintió el pene de el azabache sobre la tela de la ropa interior. Y trazó su contorno con sus dedos, delgados y delicados.
Jungkook se relajó y acomodó su cabeza recargada en la espalda del sillón aún con sus ojos cerrados, mientras abría más las piernas para darle más espacio a su amor para masturbarlo.
Taehyung se inclino un poco y besó al mayor con delicadeza mientras bajaba la única pieza de ropa que se interponía entre su mano y el falo de el alfa.
Jungkook correspondió el beso soltando un pequeño gemido cuando sintió su glande ser levemente acariciado.
Si miembro levanto por completo.
Taehyung sabía que hacer para ponerlo duro.
El omega quito su boca de la suya y de inclino hacía su entrepierna.
– T-tae aquí no bebé, vamos a tu cuarto — Jungkook dijo entre pequeños jadeos.
Pero el nombrado hizo caso omiso y llevo su boca a la extensión de el mayor mientras trataba de ver que tan profunda era su garganta.
Le gusta esa sensación.
Sentir qué podía complacer a su novio.
Ver como oprime los ojos ojos cerrados al tratar de no gemir. Ver sus labios entreabiertos con una pequeña línea de saliva.
Aúnque después de pensar en eso se paró y se fue corriendo al baño.
Jungkook de inmediato se reincorporó y acomodo su pantalón, para salir corriendo tras de Taehyung.
Entró al baño donde se encontraban unas fuertes arcadas y acarició su espalda.
– ¿Qué pasó bebé?
– No lo sé, creo que llegó muy profundo y– se interrumpió para continuar vomitando ya qué fuertes náuseas le llegaban.
– Tranquilo, pasará pronto — dijo tratando de apoyar a su amado.
Taehyung se alzó y fue a enjuagar su boca.
Se giró hacía el alfa y lucia muy pálido.
–Kookie no creo que pueda continuar– hizo un puchero.
Jungkook rió ante el comentario – ¡Por supuesto que no!, mi chico debe de descansar.
Se fueron al sillón nuevamente y Taehyung se recostó sobre Jungkook. – Fue raro las náuseas llegaron derrepente.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Corría, desesperado y sin entender.
Sentía sudor frío bajar por su frente mientras su corazón sonaba fuertemente como un tambor dentro de su caja torácica.
Literalmente era nada la información que tenía pero el seguía corriendo sin cesar por las pobladas calles de un clásico viernes por la tarde. Todo aquel a su alrededor lo veía con ojos curiosos pero poco le importaba a el joven alfa de veinticuatro años lo que pensarán de él.
Su lobo lo estaba guiando para un rumbo desconocido. Y a pesar de que tenía muchas dudas también tenía un grado de optimismo.
Es por esa fortaleza qué sus piernas siguen andando a pesar de acabar de pasar la octava avenida.
¿Era mucho para él pedir un atisvo de esperanza? , solo quería un rayo de sol en la vida tan gris qué llevaba.
