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Narra Angie

Brisa pidió irse a descansar porque estaba exhausta y yo le ofrecí que vaya a mi cama, ella aceptó.
Ahora mismo debe estar durmiendo, yo estoy en la sala principal pensando qué hacer y aún procesando todo lo que había pasado, todo lo que le había pasado.

Al frente mío estaba el bolso que Brisa traía con ella. Dudé en abrirlo ya que no quería invadir su privacidad, pero a la vez supuse que no se enojaría, así que lo hice.

Adentro suyo estaba su celular, una bolsa de plástico y una campera.

Desbloqueé el celular para verificar que le hayan llegado mis mensajes, pero no se prendía.

la cagué. –pensé mientras intentaba volver a prenderlo.

Luego de recalcular un poco, me dí cuenta que seguramente no tenía batería así que probé ponerlo a cagar con mi cargador, y funcionó.

Cuando se prendió, casi estalló.

Mensajes y mensajes; numero desconocido, Tini, Angie.

Estuve aproximadamente siete minutos conteniendo mi intriga por abrir los mensajes y ver que decían.
Pero luego pensé que tal vez era algo importante o urgente, pues Tini no paraba de enviarlos.

Así que abrí los suyos y eran nada más que mensajes de desesperación

[Chat]
–Brisa? | 13:10
Dónde estás? | 13:12
Hola???? |13:20
Respondeme, no es gracioso | 13:22
BRISA, VISTE LOS MENSAJES, RESPONDE | 13:24

No soy Brisa | 13:25

Qué? Qué le hicieron a Brisa? |13:25

No le hice nada, Tini. Soy Angie | 13:26

Angie? Brisa está en tu casa?? | 13:26

Ella no se merece todo lo que le está pasando| 13:27
No le hagas esto| 13:27

Claro, vos estás de tu lado no?| 13:29
Sos la amiga que le sigue las locuras |13:29

Qué te pasa Tini? |13:29
Es tu hermana, cómo no vas a confiar en ella? |13:30

No te metas. |13:30

Tenía la mano apunto de tocar el teclado cuando se escucha la puerta de mi cuarto, de inmediato supe que era Brisa.

—Angie, viste mi cel...–frotó sus ojos y me vió —¿Qué hacés con mi celular?
—Ehh...Nada, lo estaba cargando.
—Ah, okey. Gracias. –se acercó y lo tomó.
Lo vió un microsegundo y lo apagó, pero sin embargo seguía vibrando.

—¿Quién..Quién te está hablando?
—No sé..Seguro Federico.
—¿Federico?
—Sí. Él tiene mi número. Ni sé cómo, pero lo tiene. Yo no lo tengo agendado y siempre dice que tengo que borrar el chat para que mis padres no lo vean.
—¿Tus padres ven tu celular?
—No, pero por si acaso.
—Y...¿Seguro que era Federico?
—Sí..?? Estás rara, Angie. ¿Qué pasa?
—¿Y cómo querés que esté después de todo lo que me dijiste?
S

uspiró.
—Angie, llevo combatiendo esto hace años.
—Pero las cosas no pueden quedar así, no podés estar toda tu vida de esa manera.
—¿Qué querés que haga? No se puede hacer nada.
—Sí, sí se puede.
—No, Angie. Todo es igual que antes, yo sigo siendo la misma niña indefensa e inocente y él sigue siendo el mismo adolescente que se aprovecha de mí.
—No es todo igual que antes. Ahora estoy yo, Bri, podés contar conmigo, y saber que yo te voy a ayudar, porque no estás sola en esto, estamos las dos. Y las dos las vamos a pelear.

En ese punto a Brisa ya se le habían caído un poco de lágrimas, pero cuando terminé de hablar, rompió en llanto y me abrazó.
Lloró, como si hace años intentaba hacerlo y no podía.
Se desahogaba y sus brazos apretaban mi cuerpo fuertemente.

Y ahí supe que me tenía que quedar acá.
Con ella.
Que tenía que cuidarla.
Y que hasta no lograr lo que queremos, no vamos a terminar.
No hasta ser felices.

Narra Brisa
Habían pasado más de seis minutos en los brazos de Angie.
Me calmé, calmé mi llanto poco a poco.

Con ella cada vez me sentía más segura, me sentía en mi casa.

Y aunque mis problemas no se hayan ido, por un momento me sentí viva y fuerte.
Es esos abrazos, esos abrazos que te llenan el alma.
El alma, no el estómago.

Por más que poco a mí me importaba, estaba muriendo de hambre, y con razón, pues que la última vez que había comido era alrededor de la una de la tarde de ayer. Aproximadamente 26 horas.

Mi panza estaba rugiendo desesperada y Angie no tardó en notarlo.

—Bri, tu panza suena. –se separó para verme a los ojos.
—Sí..Pero no importa.
—Tu estómago no dice lo mismo. ¿Hace cuánto no comés?
—Qué se yo. –si lo sabía.
—Tengo unos fideos congelados en el freezer, te los puedo descongelar y calentar. –se paró.
—No, Angie, está bien. –le agarré el brazo.
—En serio, Bri, tenés que nutrirte. –se volvió a parar y se dirigió a la cocina.
Yo suspiré e hice lo mismo que ella.

-Sentate ahí. -dijo al ver que entré a la cocina.
-¿Tu familia dónde está?
-No sé, hace rato se fue..Ni idea, espero que no vuelva pronto.
-Ah..
Silencio absoluto.

El microondas estaba haciendo ese sonidito que hace mientras el plato está girando y nosotras estamos sentadas en la mesa de la cocina, mudas.

Sé que por dentro las dos teníamos ganas de hacer o decir millones de cosas, pero, como dice mi mamá, hay momentos y momentos.

Me inundé en mis pensamientos propios que ni siquiera pude notar el estado de Angie.
Giré mi mirada y la ví, estaba sentada, callada y con los ojos lagrimosos. Ahí salí de mis pensamientos y me concentré en ella.
-¿Angie? ¿Qué pasó?
-Nada... Me da mucha pena todo lo que te pasa, Bri, vos sos un ángel de Dios y sos todo lo que está bien, no te mereces esto, ¿Por qué el mundo es tan injusto?
-Ay Angie.. Yo no quiero que vos estés mal por mi culpa.
-En serio siento mucho lo que te está pasando.
-Gracias.
-¿Gracias? ¿Gracias qué?
-Gracias, por todo Angie, sos mi refugio, a donde voy cuando estoy mal, sos mi lugar Angie, en serio, no sé que haría sin vos. –sonreí levemente y le moví un poco un mechón de pelo. Ella me devolvió la sonrisa mirándome fijamente.

Aunque parezca un chamuyo de película romántica, en serio no sé qué haría sin Angie.

Como decirte que te quiero || BrangieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora