14. Mentiras y verdades

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Bridget

¡Joder! Esto puede ser lo peor que me está sucediendo, mi mente maquina todo a una velocidad alucinante. Quiero llorar y gritar por no haber estado en la vida de Adara más presente, todo se me está saliendo de las manos.

Ítalo se va a enfurecer cuando lo sepa. Dejo a una muy pasmada Adara en la entrada de su casa mientras que yo a paso apresurado bajo por las escaleras auxiliares del edificio, me escapo a caer la mayoría de las veces. Logro distinguir al despreciable Demonianc corriendo mientras lleva su celular pegado a la oreja mientras ladra indicaciones.

Corro lo más rápido posible mientras ato mi cabello en una cola, con todo el impulso que llevo salto y pateo su espalda haciendo que caiga boca abajo, rápidamente se incorpora y se da la vuelta mientras lanza un puñetazo que logra darme en mi brazo derecho. ¡Duele como Cupido! —ese bastardo del amor—. Me coloco en posición de ataque mientras suelto golpes y Calix los esquiva riendo, lazo patadas que logran darle en sus piernas, él debajo de mí —donde lo tengo aprisionado— toma mi brazo y ejerce presión hasta doblarlo.

Suelto un pequeño quejido de dolor, eso hace que me distraiga y cuando menos lo siento Calix me tiene aprisionada contra su espalda, impulso mi cabeza hacia atrás dándole un golpe en la nariz, gruñe del dolor y pone una mano en mi clavícula ejerciendo presión. ¡Al ángel con otro cuento! Pateo su pie y luego él pierde un poco de estabilidad mientras que yo aprovecho para empujarnos hacia la pared donde múltiples veces hago que su espalda choque. Presiona su agarre en mí y me da la vuelta haciendo que mi mejilla quede contra la fría pared del callejón.

—Ha sido tanto tiempo sin verte Brid —siento su aliento en mi oído mientras ríe—. Sigues siendo la misma débil de siempre.

—Cállate Cax, no te basta con hacer aquel numerito —digo llamándolo por el apodo que uso con él—. Suéltame, Calix, ese golpe me dolió.

—Págame el cirujano que mi nariz la siento quebrada —resopla y me suelta—. Deja de meterte en problemas Brid.

—Es que como me encanta siempre estar metida hasta en la mas mínima nube y llama ando siempre buscando problemas —digo con sarcasmo—. Deja tu teatro y dime.

—Ay querida hermana, siempre impaciente. —Me revisa el brazo donde me dio el golpe mientras que presiona sus dedos que comienzan a brillar—. Ya no te dolerá Brid, o ¿Debo decirte Bridget? Suena patético la verdad.

—No puedo ir por el mundo diciendo mi nombre real Calix y menos mi apellido —niego con mi cabeza mientras rio un poco.

Se aleja un poco y me ve sonriente, hace tanto tiempo no nos vemos aunque nunca estamos incomunicados. Nuestra relación de hermanos es simple, aunque un poco trágica la historia.

Hace muchos, muchísimos años cuando todo apenas comenzaba. Cuando el dios del Caelum partió nuestra sangre en dos fue difícil para nuestra familia, ya que mientras que yo me separaba con nuestro padre Calix con nuestra madre. Yo adopté el apellido de mi padre y Calix el de mi madre, por esa razón nadie nos asocia como hermanos. Lo más lamentable que nos pudo haber pasado a ambos es que nuestros padres murieron el mismo día, desde entonces solo somos nosotros. Somos nuestra única familia.

Duele saber que somos de dos mundos distintos, más duele saber que estoy traicionando en cierta manera a lo que es mi origen. Pero todo tiene un fin y creo que puede resultar bueno.

—Entonces Brid, ¿Cuáles son las novedades? —Pregunta mientras comenzamos a caminar por la calle como si nada—. Se nos está agotando el tiempo, se me agotan las opciones y como acabas de ver es difícil.

—Siguen en lo mismo —suspiro abrazándome un poco, Calix me pasa su chaqueta—. Quieren cerrarlo y hasta dentro de otro siglo abrirlo.

—Eso arruinará todo —niega con su cabeza—. Lo sabes Brid, es difícil, los recursos en el Inmundis van desvaneciéndose al igual que nosotros, podemos perderlo todo.

CELESTIALS [Mer]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora