Parte 15

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La puerta se abrió, emitiendo un leve ruido al cerrarse. Con su arma en mano, Khyber se adentro dentro del oscuro almacén, sus ojos viajaban expectantes entre la oscuridad y el silencioso del lugar. Buscando algún indicio que delatara la ubicación de su presa.

No debería de estar muy lejos, considerando los rumores, la humana se consideraba así misma como una especie de heroína. Por lo tanto, jamás abandonaría a un sibil, mucho menos si se trata de su propio hermano.

De cuclillas, comenzó a observar el polvo del piso, huellas. Pequeñas huellas se extendían a lo largo del piso, perdiéndose entre las cajas mientras otras se entrecruzaban entre si -mmmm - por la forma de las pisadas y las sutiles marcas de garras, era evidente que se trataba de un pequeño alíen. Pero el patrón era demasiado desordenado, como si la humana intentara confundirlo con un rastro falso de huellas o tal vez, no se encontraba sola.

Y en efecto, en el momento que se levanto logro escuchar como unas pequeñas pisadas se alejaban a lo profundo del almacén, confirmando sus sospechas iniciales.

- lamento informarte pequeña, que no importa cuanto lo intentes, no puedes huir de mi. Porque si no te habías dado cuenta, estas dentro de mi nave. Mi territorio, no puedes esconderte para siempre – con la mira en su rifle, comenzó apuntar a una de las cajas al fondo, donde una pequeña silueta con largos brazos y piernas cortas, intentaba esconderse sin mucho éxito.

Suspiro decepcionado, esto al final termino siendo una perdida de tiempo. Esperaba un poco más de ingenio y tenacidad de parte de la humana, un verdadero desafío digno de los rumores que había escuchado por las calles de Enkarcecon, pero al final solo resulto en eso, en simples rumores y nada más.

Tantos años cazando a las mas fieras bestias, terminaron por convertirlo en el máximo depredador, pero que significado tenia ahora, si ya no tenia presas dignas que cazar.

Extrañaba esos viejos tiempos cuando podía sentir como cada fibra de su ser rebozaba de adrenalina y emoción al cazar. Poner su vida en juego y luchar con vigor hasta el final, dándole un sentido no solo a su vida, si no también a la se sus presas. Porque una vida solo adquiría sentido una vez que se consumía, ser él quien les diere ese significado, solo hacían arder más su pasión por la casería.

Pero hace mucho tiempo, que esos días habían quedado en el pasado. Esperaba que criaturas con un poco más de intelecto revivieran esa emoción en su ser, pero en su mayoría no hacían más que huir y rogar por misericordia y perdón. Algo lógico, porque nadie quiere morir, es por eso que esperaba, no, anhelaba que la portadora del Omnitrix fuera diferente. Que encendiera esa llama que tanto tiempo lleva extinta, dándole una autentica pelea por la supervivencia del más fuerte, cazar o ser cazado.

Pero quizás ese fue su error, se apresuro demasiado debido a su ambición, en lugar de ser paciente y esperar a que su presa creciera y madurara lo suficiente para ofrecerle un verdadero desafío. Pero como dicen los humanos, el hubiera no existe.

Enfoco su vista en su blanco mientras poco a poco iba presionando el gatillo. La silueta torpe entre la oscuridad, se iba aclarando poco a poco. Logrando captar al fin la pequeño forma del alíen.

Se trataba de un pequeño alíen de piel morada muy clara con dos coletas bajas, sus brazos terminando con grandes garras con dos pequeñas piernas regordetas, se encontraba asiéndole muecas de burla, enseñándole la lengua. Esa pequeña insolente. Maldijo para sus adentros.

- Una Splixson! - Justo detrás del cazador, cinco pequeñas aliens brincaron al mismo tiempo que sostenían una especie de tela oscura. La misma que cubrían algunas de las cajas del lugar -Vamos!, ahora!, te tenemos! – gritaron al unísono las cinco pequeñas aliens.

Paradoja de gemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora