Parte 23

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Pasaban de la media noche, los corredores que solían estar concurridos por estudiantes, se encontraban desolados. Solo el tic, tac del reloj era lo único que se lograba escuchar en medio de esa extensa biblioteca del campus. Quietud que fue interrumpida por el crujir de la puerta al abrirse, seguido de tap, tap de los tacones de aquel intruso.

- Mmm así que este es el lugar donde ahora guarda sus libros mi tío. ¿En una simple biblioteca de una universidad?, ¿enserio?, vaya si que se tomo muy en serio eso de esconder las cosas a plena vista - La joven comenzó a caminar por los estantes llenos de libros, mientras recorría su dedo indicé por ellos. Hasta detenerse y tomar uno en concreto – bingo – dijo con satisfacción.

"Para ser honesto, no esperaba visitas, mucho menos a estas horas de la noche. ¿Que es lo que te trae por aquí, Charmcaster?".

Las luces del lugar se encendieron al mismo tiempo, ahuyentando la oscuridad en la cual era cobijada la albina. Hex la observó expectante, esperando cualquier cosa, la verdad es que hace años que no sabía nada de su sobrina y aunque le alegraba verla bien, no sabía que esperar. Pero la joven permanecía dándole la espalda con el libro abierto entre sus manos.

- Relájate tío, solo vine por este libro y – se dio la vuelta, ofreciendo su mano hacia él – a pedirte tu ayuda. - Hex la observo atónito, no por sus palabras, si no por su apariencia. En lugar del blanco normal de la esclerótica en sus ojos, ahora eran de un color oscuro, casi llegando al negro y sus pupilas de un color amarillento.

- ¿Qué fue lo que te paso? – cuestiono. Charmcaster al oírlo simplemente bajo su mano, cerrando sus ojos por un momento y continuar.

- Solo un pequeño préstamo, nada importante. Pero, solo escucha. Por fin encontré la forma de arreglarlo todo, de volver hacer una familia. Tu, yo y papá. – dijo eso último con una nostálgica sonrisa en su rostro, mientras sus ojos se cristalizaban por el anhelo de volver a ver a su padre– pero para que funcione, necesito de tu ayuda. Ven conmigo a Legerdomain y juntos derrotemos a Addwaita por una vez por todas y así.

- ¡¡Estás loca!! – grito. – ¡no se que estés pensando, pero tú padre no sacrificó su vida para sacarnos a ti y a mí de ese lugar para que regresemos, eso sería suicidio!.

- Lo sé, pero si tan solo me escucharás, yo.

- ¡No!, ¡ya es suficiente!. ¡Tienes que entender que nadie puede derrotar a Addwaita y que tu padre jamás regresara, él ya está muerto!. – exclamó. Esas palabras hicieron eco, creando un silencio sepulcral. Hex al darse cuenta de lo que había dicho intento retomar la compostura y con pesar, suspiro.

- Los muertos no regresan a la vida, yo... se que cometí muchos errores, ambos. Pero..

- No te atrevas a decirlo. – respondió con severidad y amargura en su voz.

Hex al oírla guardo silencio. Entendía como se sentía su sobrina, el mismo intento por años derrotar a Addwaita, pero era imposible. Era algo que ella debía comprender y aceptar. Dio un paso, pero se detuvo. algo estaba muy mal, podía sentirlo por la extraña aura que comenzaba a  emanar de ella, pero no solo era eso. Algo se sentía diferente en el ambiente, era como si la temperatura del lugar hubiera comenzado a descender mientras un mal presentimiento lo alertaba. 

– y si no piensas ayudarme, entonces entrégame lo que por derecho ¡es mío!. El báculo de las Heras, mi herencia familiar, ¡¡¿donde está?!!. – grito con todas sus fuerzas, al mismos tiempo que expulsó su poder en dirección de su tío. Hex al ver eso no perdió tiempo e invoco uno de los libros de los estantes, para sacar su báculo y repeler la caótica magia de su sobrina.

Paradoja de gemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora