Parte 11

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Los ojos amatistas del menor contemplaban confusos los del profesor, sus palabras, aunque comprensibles, le resultaban difícil de creer. Solo...

 ¿Cómo era posible?.

 Bajo la vista confundido.

¿Que ya no existe?

¿Que dejo de existir?

¿Como podía dejar de existir?, era el universo, su universo, ¿como algo tan grande podía dejar de existir?. No tenia lógica, ¿acaso no estaba aquí?, ¿pero en el pasado?, intento protestar, pero fue ahí cuando un recuerdo fugas lo abordo, dejándolo en completo shock ante los recuerdos que venían a él.

Sus ojos comenzaron abrirse en pánico, al mismo tiempo que una horrible sensación recorría por su espina dorsal hasta su cabeza, aterrandolo y angustiandolo hasta el borde de querer gritar con todas sus fuerzas, pero logrando contenerlo al cubrirse la boca, mientras negaba con la cabeza una y otra vez.

solo intentando, intentando negarse ver la realidad, pero era en vano,  todo era verdad, ahora lo recordaba con tanta claridad que hubiera preferido no haberlo hecho.

La niebla que cubría su mente al fin se había despejado por completo, pero al hacerlo solo le habían traído los contantes recuerdos de dolor y sufrimiento de todas esas personas inocentes que fueron devoradas por esa intensa luz.

Su luz.

Ahora lo comprendía y aunque no supiera como, esa luz provenía de él, era él.

Cerro sus ojos. Agobiado, sofocado por la culpa que no lo dejaban respirar con facilidad. Todo lo que quería era regresar, quería cambiar las cosas, lo único que quería era volver a estar con ella.

Pero no así, no a costa de tantas vidas inocentes que desaparecieron por su deseo egoísta.

Comenzó a retroceder, pero todos esos gritos en su cabeza combinados con el llanto de los niños de fondo le comenzaban a punzar la cabeza, atormentándolo y mareandolo hasta el punto de vomitar en un ataque de tos desenfrenado, chocando sus debilitadas rodillas contra la hierba.

- ¿Benjamin? – Paradox al verlo, se apresuro para acercarse a él.

El menor estaba pálido, con la respiración desenfrenada.

Estaba demasiado preocupado por la gravedad de la situación actual, que fue demasiado directo con sus palabras, olvidando por completo considerar los sentimientos del menor, debió haber sido mas sutil con sus palabras, considerando lo que acababa de vivir.

Arrepentido, intento tranquilizarlo cuando el menor agacho la cabeza, esquivando su tacto al aferrarse con ansias de si mismo. Murmurando algo que no lograba entender.

- ¿Benjamin? - pero al intentar ponerse de cuclillas para estar a su altura, el menor inesperadamente grito.

- ¡¡Por favor, Cállense!!.

Fue lo que grito cuando una fuerte corriente de viento envuelta en una extraña electricidad rosada, lo alejo de golpe del menor, alertándolo.

Paradox retrocedió unos cuantos metros hasta lograr frenar. Confundido, levanto su vista, pero al hacerlo se dio cuenta que sus problemas no habían terminado  y solo habían empeorado. El castaño estaba rodeado de lo que parecía ser, un vórtice de mana. Las ráfagas de mana que se desprendían de él, se extendían esporádicamente por todo el bosque, destrozando los arboles y parte del suelo a su paso.

- Benjamin!, tienes que detenerte! – exigió Paradox, no sabia que estaba pasando o como detenerlo, nada de esto debería de estar pasando en primer lugar. Dio un paso adelante mientras se cubría los ojos del intenso viento. Pero el menor parecía que no podía oír sus palabras. Se encontraba perdido en su propios pensamientos, mientras se aferraba con desesperación de si mismo, con la cabeza fuertemente presionada contra el pasto. Repitiendo una y otra ves que se callaran.

Paradoja de gemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora