Capítulo 8-Puntadas de dolor

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-¿no es peligroso subirse a una moto? podrías lastimarte- menciono la pelinegra recibiendo el casco que le otorgaba su amigo.

-todo es una aventura, las motos son divertidas, además conduzco bien, prometo que no saldrás herida- las palabras tan calmadas del chico llenaron de confianza a su acompañante la cual se subió a aquella motocicleta, el camino a la casa del muchacho fue silencioso, se aferraba inconscientemente a la espalda de su amigo como queriendo liberar sus pesares o encontrar en esa acción un alivio a sus problemas, el peli purpura ni dijo nada y se mantuvo sereno al camino hasta llegar a su destino.

-mis hermanas están durmiendo y mi madre sigue en el trabajo- menciono el oji azul -puedes esperar en la cocina- con una pequeña sonrisa se despidió y fue a dejar sus cosas, la pelinegra solo observo la casa de su amigo con suma delicadeza, ser curiosa con las cosas ajenas era de mala educación pero la manera en que observaba su alrededor no era agresiva; se sentía cómoda en aquella casa que alguna vez llego a frecuentar de niña, los recuerdos invadían su mente y generaban de nueva cuenta las escenas mas hermosas de su vida, aquello le genero una pequeña sonrisa que fue irrumpida por el sonar de los pasos de su amigo.

-lamento la molestia, ¿puedo ayudarte en algo?- pregunto la pelinegra 

-no estas en condiciones de hacerlo, aparte eres mi invitada- contesto el oji azul mientras le daba un plato de comida el cual la pelinegra acepto gustosamente. Dicen que la comida conquista cualquier corazón y el de Saki había caído rendido a la grandiosa comida del peli purpura, nunca recibió una comida tan llena de amor en su vida, ella siempre cocinaba para sus hermanos y su padre porque este ultimo no quería gastar en mas empleados que llegan a ser "inútiles"; siempre fallaba pero lo hacia con cariño, sus primeras comidas fueron un asco para su  padre, claro que los golpes no iban a faltar después de probar aquella cosa incomible... esos recuerdos le generaban un nudo en la garganta.

-esta es la mejor comida que he consumido en años- menciono la pelinegra al terminar su bocado, sus mejillas tornaron un color carmesí y sus ojos brillaban con alegría, aquello genero un sentimiento de pesar en su acompañante, ahora quería saber mas sobre su amiga -gracias Mitsuya kun-no sabia que lo sorprendía mas, si la manera en la que dijo su nombre o el que incluso  lo llamara con el honorifico "kun",  le causo una sorpresa muy grata, hacia ya mucho tiempo que no escuchaba ese nombre salir de los labios de la de ojos marrones, inexplicablemente se encontraba en un trance muy agradable.

-creo que no has cambiado Saki chan- después de aquello la cocina se lleno de un silencio acogedor para ambos jóvenes, a pesar de que la noche era fría y obscura  podían sentir un calor acogerlos en un gran abrazo y brindarse una luz mutua.

-que lindo te ves con ese uniforme- las palabras de Saki fueron imprudentes y ella lo supo hasta después de decirlas, se sentía muy avergonzada de decir lo que su mente pensaba en ese momento, pero, no estaba diciendo mentiras, el chico se veía muy bien con ese traje de pandillero. "Saki eres una idiota, ahora te esta viendo raro"

-gracias, el uniforme de tu escuela te queda bien- menciono el peli purpura con una pequeña sonrisa. "sigue siendo tan directa que me resulta ¿incomodo?" -por cierto, me encontré este botón, te ayudare a coserlo- menciono ignorando sus pensamientos.

-oh no es necesario, llegando a casa lo puedo coser- la pelinegra se levanto e intento quitarle amablemente el botón pero Mitsuya lo alzo -uh... ya se coser, no me voy a pinchar el dedo como cuando era niña- menciono la pelinegra con la creencia de que su amigo pensaba que no sabia coser.

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora