Angel Cruel (Freddy Leyva Cd9 Y Tu) TERMINADA

CAPITULO 75: Perdón, Perdón.

Llegue a mi hogar desecha, me sentía moribunda, creo que mi vida no tendrá sentido sin él, sin sus ojos que me contaminaban, sin su sonrisa, que asimilaba a un pequeño e inocente niño…  nada más alejado a ello. 

(Escuchen "Perdon, Perdon" de "Ha ash" Para que lloren jaja

Sin su sonrisa, ¿Qué haré?, en un mundo donde gobierna la maldad, me han maleado, me la hicieron, jamás imagine enamorarme a tal grado, y con eso llego a la conclusión que la vida se vive en cada segundo, y que por ende debe disfrutarse, los actos del pasado no pueden alterar el futuro, y mucho menos el presente, las personas deben sobreponerse a las adversidades, vivir con el recuerdo, pero no atado a él, porque al final del día, lo malo no es tropezar con una piedra, lo malo es tomarle amor a la piedra.

Abrí la puerta, el maquillaje se me derramaba, mi ingenuidad había causado problemas nuevamente, abrí la cerradura de mi casa, mi padre y Margarita me esperaban, el primero molesto, con un semblante que cayó al verme destrozada, Margarita me miro extrañada, quizás no entendía mi sentir, y jamás lo entendería.

Los mire de reojo, estaba molesta, y no quería desquitarme con nadie—¿Qué te sucede?—Pregunto mi padre un tanto alterado—¿Estás bien?—

Lo mire, guardando todas mis lágrimas—Si, estoy esperando con ansias el viaje de mañana—Le dije seca—Todo está normal—

El sonrío, como si no le importase más—¡Perfecto!, Mañana sales de aquí—Me hablo con una perfecta sonrisa.

Margarita se giró a verlo con un gesto de indignación, le reste importancia y me fui de su mirada, el importunó que causaba en mi era impresionante, no quería ver jamás a nadie, quería desaparecer de la faz de la tierra, irme lejos, ya no pensar en un amor que duele, porque AMAR TE DUELE, duele más que mi navajas atravesando tu cuerpo, es un dolor que se siente por dentro, y que pesé a que no se ven a grandes rasgos por el exterior, es algo que se siente, que no todos perciben, pero que tú sabes que está ahí, ese dolor interno que no tiene una cura rápida, solo la resignación y el olvido, ambos tienen una durabilidad alta, de la cual no hay escapatoria, por lo que el único camino que tenía era ese… Resignarme, olvidar que el estuvo entre mis brazos y que me hizo a su modo, que me tuvo solo para él, y que me había convencido de que él era y sería todo para mí, el inicio y fin de mi vida… penoso es darse cuenta que no es ni será así. Darse cuenta de mil cosas, pues no había puesto atención en una ley universal, Lo que inicia tiene un final. Ya no debo pensar en él, pues el vació en mi interior se hace más grande, y ya no quiero, ya no me puedo permitir seguir taladrando en el mismo hueco, cortar en la misma herida.

Cerré con fuerza la habitación de mi cuarto, ni siquiera busque el cambiarme, fui directo a mi cama, con la mejor para prestarme atención, mi confidente máxima, y la que me puede ayudar a velar cada noche con mis lágrimas en ella, si mi almohada, que aunada a mi soledad, era el dúo perfecto para todo.

—¿Se puede?—Una voz femenina se escuchó tras mi puerta, era la voz de Margarita, quien probablemente venía a ofrecer su consuelo, como parte o estrategia para acercarme a ella.

—¡NO!—Dije tranquilizándome.

—Vamos, déjame entrar—Hablo despacio.

Pensé por un segundo lo que había dicho y decidí irme por la vía de la amabilidad—Pasa—Hable despacio.

Entro despacio, quizás para analizar la situación antes de hablar.

—Creo que tu padre es un inconsciente, no entiendo porque no te pregunto qué pasaba, realmente sus actos me inconforman—Hablo despacio, acercándose a mi cama.