Prologo

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Las cosas para lo Suppasit habían cambiado de un día para otro, sin previo aviso, siempre acostumbrados a tener buenas noches de descanso y sueño a estar Gulf en estos momentos cubriéndose con una manta la cabeza; era la tercera noche consecutiva que la nueva integrante de la familia no paraba de llorar, él tenía una junta importante en la mañana con los directores de la empresa para la que trabaja y no podía darse el lujo de ir nuevamente sin haber dormido.

Y si a eso le sumabas que su esposo tampoco era de mucha ayuda, hacía que se colocara de peor humor —Gulf amor, la niña llora nuevamente—, hablo Mew mientras se abrazaba mejor a su cintura.

—Ya lo sé, no soy sordo.

—Entonces anda y trata de que se duerma, mañana tengo una reunión con el nuevo fichaje de la compañía y no puedo llegar tarde.

—Yo también tengo cosas importantes que hacer, además te toca a ti verla, después de todo es tu sobrina.

—Te recuerdo que también es la tuya.

—Si, pero no tiene mi sangre, ahora se un buen marido y ve a ver qué tiene la niña.

—Eres un desconsiderado—. Le contesto tomándolo mejor en sus brazos para acurrucarse.

—No veo que tú estés haciendo algo al respecto.

Y por increíble que parezca ninguno de los dos se movió, ambos demasiado cansados como para ir consolar a la pequeña que seguía sollozando a tan solo unas puertas de distancia de su habitación.

La mañana llegó sin mucho sobresalto, haciendo su rutina diaria sin ningún problema, ahora sentados en la mesa degustando con su desayuno, mientras que la pequeña llamada Lamai comía cereal con leche en un plato rosa con sus cubiertos del mismo color, usando aún su pijama a diferencia de sus tíos que ya estaban listos para irse a sus respectivos trabajos.

—¿Puedes salir del trabajo a las 5? —, pregunto Mew llevándose la taza de café a sus labios.

—Lo más probable es que si, pero si surge algo te aviso—, contesto Gulf terminando lo último de su desayuno.

—Ojalá que no surja nada, hoy se firmara el contrato del nuevo artista y sabes que a Sam le gusta celebrarlo con una cena en su casa para involucrar a su esposa—, hablo nuevamente el castaño esperando que todo saliera bien.

—Lo sé, odio a su perfecta esposa Lisa, con su perfecta casa y su perfecta comida americana hecha en casa—. Se quejo el pelinegro recordando a la mujer.

Mientras tanto, Lamai solo podía mirar de un lado a otro como sus tíos hablaban entre si ignorando completamente su presencia, no era algo nuevo, desde que había llegado a esa casa las cosas siempre habían sido así; aunque la primera semana Gulf se quedó con ella, la había ayudado a redecorar su habitación, incluso espero junto a ella el autobús escolar, pero con el pasar de los días su tío dejo de tener tiempo y se concentró en sus cosas.

—Lamai, ¿porque no has comido? —, pregunto Gulf viendo como la niña tenía más de la mitad de su plato llena.

—No tengo hambre y...

—Debes comer, no queremos que te enfermes, Mew ni yo tenemos tiempo para quedarnos a cuidarte—. Suspiro el hombre cansado —De todos modos, Sammy no tarda en llegar, por favor hazle caso, pórtate bien en el colegio y no hagas que me vuelvan a llamar porque te hiciste pis encima.

La pequeña solo bajo la cabeza y asintió, Gulf salió de la cocina sin más nada que decir, ya su esposo lo esperaba en la sala con su chaqueta lista, lo ayudo a ponérselo y antes de salir lo beso en los labios.

Dejando atrás a Lamai en la enorme cocina sintiéndose triste y con lágrimas surcándole sus tiernas mejillas, mientras veía el plato de cereal que estaba frente a ella, no comía porque no tuviera hambre sino porque no le gustaba el cereal integral que sus tíos compraban para ellos, a ella le gustaba su cereal achocolatado al que estaba acostumbrada.

Ya No Somos Solo DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora