Capítulo 11.5: Fera Cabello de Fuego II

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Pridia 36 de Zefrok

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Pridia 36 de Zefrok.

Fera despertó de golpe, respirando de forma agitada. Su mente estaba nublada. ¿Recuerdos o pesadillas? No podía asegurar ninguna. La habitación estaba a oscuras, notó un agradable olor dulzón y miró hacia un lado, Gilia estaba ahí, sentada en el sofá, con los ojos vendados como siempre, con una sonrisa encantadora.

—Te vez muy bonita durmiendo.

—Pero... no poder ver —respondió Fera confundida.

—Con mi autoridad veo... eco localizo —agregó Gilia, haciendo un ademán con sus manos para quitarle importancia—. En este silencio, sin ruido estorbando, puedo notar cada contorno de tu cuerpo, cada musculo relajado o contraído... hasta algunas cicatrices muy notables.

Fera miró sus brazos, las grandes cicatrices que tenía, y notó nuevas, ligeras cicatrices apenas perceptibles, ahí donde las espinas se habían enterrado en su piel... estaba curada. Se levantó de golpe.

—¡La leona!

—Tranquila —susurró Gilia, poniéndose de pie y caminando hacia ella—. Ya la sanaron, estaban esperando a que te despertaras para que ayudaras a liberarla.

—¿Despertara?

—Sí, llevas dormida poco más de un día.

La cara de confusión de Fera lo decía todo.

—Te lo resumo —dijo Gilia—, te desmayaste por el veneno de las enredaderas espinosas, la leona también. Luego tu abuela le ordenó a la reina que te sanaran a ti y a la leona. Resulta que tu abuela era alguien muy importante en el reino, y maestra de Skarled en su juventud. Luego de eso, continuaron con el Bestiario, me tocó enfrentarme a un lobo dientes de sable junto con un hombre adulto, murió en medio enfrentamiento, así que me tocó su parte del dinero también, luego me retiré de la competencia —Se detuvo solo para agarrar aire y continuó sin pausa—. Vine a verte, seguías dormida, pero habían sanado tus heridas. Me fui a mi casa porque tengo que cuidar a mis hermanitas, y hoy muy de mañana me los traje aquí con permiso de la reina. A medio día llegó una noticia muy turbia, se reunieron los consejeros de la reina y tu abuela... y no han salido de la reunión, llevan varias horas ahí.

—¿Y leona?

—Sanaron sus heridas, ahora está encerrada en una jaula, pero creo que notó tu presencia y ha estado tranquila, despertó horas después que la sanaran.

—¿Poder ver?

—Vamos, de paso te presento a mis hermanitas.

—No llevarme bien con humanos.

—Tranquila, ellos se llevan bien con todos... pero primero vístete, que estás desnuda.

Fera miró su cuerpo desnudo, las finas cicatrices blancas producidas por las espinas resaltaban en su piel morena. Antes andaba así, incluso extrañaba andar sin ropa, pero Nana la había regañado ya varias veces. Al parecer, para los humanos comunes, la desnudez era algo anti natural, y se cubrían con ropajes. Nunca lo terminó de entender, pero, aun así, usaba la ropa que le hacía su Nana. La buscó con la mirada, pero no la encontró.

La Invasión de los Marcados [PAUSADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora