—Increíble —susurró Ezear sorprendido.
—Eso es más increíble —respondió Meish, apuntando a unas extrañas encriptaciones en piedra que bordeaban el límite del bosque, justo al nivel del suelo—. Creo que es lo que mantiene la oscuridad encerrada dentro del bosque, y son runas indestructibles, ya traté de varias formas.
El muchacho había reconocido algo en esa penumbra, era lo mismo que sintió cuando su abuelo le enseñó cómo ordenarle a la oscuridad a cubrirlo como un manto nocturno. Ezear tuvo que retener la emoción que crecía en su pecho, ya que por su mente cruzó la idea de que tal vez su abuelo desaparecido estaba oculto por alguna extraña razón dentro del bosque de la noche eterna. Fuera lo que fuera, lo iba a averiguar, pero tampoco quería hacerse ilusiones equivocadas.
—Bien —dijo Meish—. Ve, yo te esperaré acá.
—¿No planeas entrar conmigo? —preguntó Ezear de forma sarcástica.
—Obvio no, solo resultaría ser un estorbo que cuidar en medio de esa maldita oscuridad.... —susurró el rey claramente molesto—, y la verdad es que esa idea me desagrada demasiado.
Ezear le dirigió una última mirada al rey antes de internarse en el bosque de la noche eterna. Apenas entró, tuvo una sensación de placer, una comodidad que obtenía solo al estar en medio de la oscuridad, a solas, como un depredador solitario. Respiró hondo y sonrió. Su vista se adaptó al instante, y comenzó a correr para internarse más en el bosque. Mientras más entraba, más agudos se volvían sus sentidos, más veloz era; como si esa densa oscuridad lo potenciara. Sus oídos se afinaron hasta escuchar el insecto más pequeño, podía incluso sentir el aura del rey a cientos de metros atrás. Se detuvo un instante, sintiendo a lo lejos seis hombres a caballo que galopaban en dirección al rey, pensó en devolverse, pero la oscuridad lo atraía cada vez más profundo.
Siguió corriendo, sin dejar de sorprenderse por la extraña flora que había en el bosque. Los troncos de los árboles tenían un color grisáceo, con el tronco girando sobre su propio eje como si se enrollaran sobre sí mismos, las hojas eran de un morado casi negro. En el suelo no había pasto, pero estaba cubierto por un fino polvo gris que se volvía negro cuando lo pisaba.
Su corazón estaba agitado de la emoción, cuando de repente sintió que alguien o algo lo vigilaba. Se detuvo, confiado de su fuerza en ese mundo de oscuridad.
—¿Quién eres? —preguntó Ezear de forma altanera.
—Forastero... —susurró una voz femenina entre los árboles—. ¿Cómo puedes correr tan tranquilo en esta oscuridad? —Una sombra se asomó detrás de un tronco, provocándole al muchacho un escalofrío que le recorrió toda la espalda.
Ezear se encontraba en el punto donde incluso al más fuerte con autoridad sobre la luz perdía sus sentidos, donde su autoridad era negada por completo, lugar donde la oscuridad revelaba sus colmillos y volvía locas a las personas. Aun en medio de esa oscuridad tan espesa como la miel, Ezear veía con total claridad.
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La Invasión de los Marcados [PAUSADA TEMPORALMENTE]
Fantasy-Crónicas de Reyes y Autoridades- <NOMINADO AL MEJOR PERSONAJE PRINCIPAL> <GANADOR del concurso de LOTUS AWARDS> Ven y escucha. Acércate a mí y siéntate a mi lado, te contaré una historia increíble, una historia llena de magia, bestias...