coffee seven

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Nuestro profesor de Francés, Paul Leduc, el jóven maestro de nuestro instituto, estaba hablando sobre las conjugaciones del verbo creer. Cómo siempre pasaba, nadie lo escuchaba. Las chicas simplemente babeaban en sus escritorios mirándole el trasero y su cara de idiota reprimido. Los chicos, mientras, babeaban por las porristas de nuestro curso. Mientras que yo, simplemente, dibujaba en mi cuaderno. No había nada interesante que escuchar. No me gustaba el francés, de hecho, creo que me agradaba muchísimo más la clase de español que nos daba el viejo Gayle tres veces en la semana. ¿Para qué yo iba a aprender francés? No quería hablar como un gato con una bola de pelos atascada en la garganta. Era horrible. De todas formas, según la escuela, nuestro profesor era una eminencia, o lo mejor de lo mejor, ya que era de nacionalidad francesa, respectivamente. Supuestamente así aprenderíamos la lengua a fondo. Pero, por lo menos yo, todavía no entendía nada de nada. Ni los colores, ni los números.
Me fijé en los garabatos de mi carpeta. Sonreí. Lo único que siempre reconocía era dibujar como una experta. Me la pasaba dibujando.
En la hoja que tenía en mi frente estaban plasmado los ojos del rubio. No podía sacarlo de mi mente, hasta había llegado a este extremo de dibujarlo.Una bola de papel golpeó en mi hombro. Miré hacia la dirección de donde la habían tirado. Tony reía en silencio. Bufé y abrí el papel.

¿nos vemos en el almuerzo? xoxo tony.

Escribí un torcido en el papel y se lo tiré de nuevo.

Gwen que estaba sentada a mi lado me susurró algo como "no me canso de mirar su culo" y yo al escucharla rodé los ojos.

(...)

Me senté en una de las mesas que había en el jardín del colegio. El día estaba lindo para almorzar fuera. Le guardé un lugar a Gwen justo a mi lado, ¿por qué será que siempre se tarda tanto en qué comida elegir? Todas son igual de horribles.

-Hey Cam- escuché y levanté la vista. Frente a mí estaba sentada Lanna. Una de las súbditas de Reagan.

-¿Qué quieres aquí?- solté fríamente. No podía ser nada bueno.

Sonrió y dejó ver todos sus dientes blancos unidos por brakets. En sus ojos se juntaba la maldad.

-Oh, quería saber cómo estabas...

-Ya déjate de mariconadas y dime qué mierda quieres o te vas- la miré fijamente mientras comía mi hamburguesa. Levanté una ceja, pensando en que cuando le hacía esto a mi hermana ella se enfadaba muchísimo.

-Bueeeeno, no me tendrías que hablar mal. Yo sé que has vomitado, te has puesto casi en ridículo vomitando los zapatos de ese chico- dijo cínicamente.

¿Qué? ¿Le había arruinado los zapatos a un chico? Procuré recordar pedirle perdón si alguna vez lo veía.

-No me interesa.

-¿No? ¿Segura que no te interesa saber a quién has besado esa noche?- y su voz sonó de lo más molesto que hay en el puto mundo.

-¿Besé a alguien?- susurré, más para mí misma que para ella.

-Oh sí, y no quieres saber a quién, eh... no puedo creerlo que lo hagas, creí que era algo así como hermanos.

Abrí mis ojos como platos cuando lo entendí. No podía haber besado a Anthony. No, debía de estar hablando de alguien más... ni loca besaría a mi amigo, sería algo así como vomitar.

-Oh sí, has besado a Tone amiga mía.

-No voy a creerte- susurré lentamente-, no lo voy a hacer, no puede ser verdad.

-Sí que lo es- dijo y sonrió ampliamente.

Cerré los ojos y luego los abrí para encontrármela con su cara de estúpida rubia hueca.

-¡VETE! ¿Acaso te crees dueña de hablar sobre mí? Tú eres una puta reventada y yo no digo nada sobre tu vida así que te vas o te tiraré cada gotita de grasa que tiene mi asquerosa hamburguesa en tu horrible cabello.

Ella se agarró el pelo y chilló, luego se largó de allí corriendo. Funcionaba siempre.

Ví como Gwen se colocaba donde antes había estado Lanna y me sonreía de costado. Iba a comenzar a hablar, cuando la interrumpí.

-¿Por qué no me lo contaste?- dije con rabia, intentando no gritar y calmarme-, ¿era esto lo que querías ocultarme? ¿Por qué no me lo contaste y ya? 

Ella palideció y su media sonrisa se borró del todo. 

-¿Qué?- preguntó confundida.

-He tenido que mirar a Anthony toda la hora de Francés, y ahora tengo miedo de que él piense otra cosa sobre mí, ¿por qué no me lo dijiste?- dije y los ojos se me aguaron. No lloraría. No lo haría. No podía llorar solo porque ella me había ocultado algo, aunque nunca lo hubiera hecho antes. 

-¿A qué te refieres?- dijo y tragó saliva con fuerza.

-Que a qué me refiero. No sabes la verguenza que tengo de no saber que he besado a Tony en la fiesta. Él es como mi hermano. No pudimos habernos besado.

-Yo, Cam... eso no es...- iba a darme explicaciones, pero no la dejé. No tenía ganas de escuchar a nadie. Tan sólo de no verle la cara ni a ella ni a Anthony.

-Ya no quiero oirte. Deberías haberlo dicho, no tenía nada de sentido no contarlo.

Me paré y me fui hacia la zona de los casilleros.

(...)

Luego de tener gimnasia y caerme de la soga unas siete veces, a parte de haber sido golpeada, justo en la cabeza, durante los tres partidos que habíamos jugado de volley, caminé de nuevo a casa con la mochila al hombro. El viento me agitaba los pocos cabellos que no estaban sudados. Iba con el uniforme completamente desordenado por tener que cambiarme en los vestidores del gimnasio justo a último momento. Nada bueno para la vista de quién pudiera pasar por la calle en aquellos momentos. Sentí que la mochila se resbalaba y la ajusté otra vez a mi hombro. Caminé otra cuadra más y llegué a casa.
Abrí el cierre de mi bolsillo donde tenía las llaves y rebusqué por estas como unos cinco minutos, cuando las encontré suspiré de alivio. Entré y cerré la puerta detrás mío. Observé el salón, había algunas mochilas y bolsos de diferentes colores y tamaños tirados por el sillón. ¿Cuándo aprendería Dakota que tenía que juntarlos? Luego me retaban a mí por ello. Maldecí y tiré mi mochila en la silla antigüa que había al lado de la chimenea. Me dirigí con paso cansado hacia la cocina, para tomar agua, pero para ello, antes, tenía que pasar por el comedor.

Había demasiado silencio, ¿estaría Dakota en casa?

Abrí la puerta del comedor bufando y encontrándome a mi hermana sentada con la mesa llena de papeles, reglas, centímetros, diagramas por todas partes. Oh rayos. Lo había olvidado. Hoy venían los compañeros de ella a estudiar. Joder, y yo estaba tan desarreglada.

-¿Ya llegaste?- preguntó mi hermana observándome.

-Dejaste un desorden garrafal de bolsos en el salón.

-No son míos, son de Kate y de....

Iba a contestar, pero una voz muy familiar habló desde la cocina y luego se adentró al comedor.

-Day, ¿tienes un cuchillo para cortar la torta? No soy muy bueno encontrando las...- el chico iba a seguir hablando, pero luego levantó su mirada y me vió. Me vió. Era él. El chico de los cafés. Maldita sea, debía de estar destruída, mi pelo hecho un asco. ¿Así es como me tiene que ver por primera vez? Y de todas formas, ¿qué hacía el aquí? Traté de calmarme... y de entender. No podía ser uno de los compañeros de mi hermana, ¿o sí? Él siguió hablando, pero esta vez su vista y su voz se dirigían a mí-, oh, tú... me resultas conocida- pensó por un par de segundos y luego dijo-, ¡Ya lo sé! Eres la que vomitó en mis zapatos...

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omg niall por fin la ha reconocido, emocionémosno juntas... por cierto, es mi bday, fangirleemos con amor.

 aviso: dedicaré capítulos a aquellas personas que lo pidan, o a aquellas que comenten y fangirleen conmigo, las amo

Starbucks girl  ||n.h||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora