coffee nine

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Contemplé el cuaderno de Niall una vez más. Habían pasado dos días desde que lo había dejado en casa y yo lo había "robado" para luego tener una excusa para disculparme. Dos días desde que no lo veía. ¿Estaría triste por su cuaderno? Me recosté en mi cama con la libreta negra a mi lado. Llevaba mi uniforme puesto, recién volvía de la escuela. Recordé cuando encontré su cuaderno y me puse muy feliz por haberlo pillado yo y no Dakota. Había estado toda la maldita noche y el día que seguía abriendo y cerrando su tapa. Contemplando su nombre. Todavía me invadían unas enormes ganas de leer su contenido. Pero llegaba hasta su nombre y luego la culpa se hacía su lugar en mí. Metí el cuaderno en un bolso y me puse unos jeans y una remera mangas cortas, blanca, que llevaba la inscripción de "al mal tiempo, buena música". Me coloqué mis converse rosas y luego me até el pelo en una coleta. Tomé un jersey color beige y luego me fui corriendo de mi casa hacia la parada del metro. Necesitaba ir al Starbucks y devolverle su cuaderno o me volvería loca. Mi celular vibró en el bolsillo, pero no le hice caso. Bajé las escaleras y luego esperé hasta que el metro apareció. Me subí en el vagón en el cual habitualmente solía ir y me senté en uno de los asientos. Estaba bastante vacío para ser un día de semana.

Me bajé luego de unos diez minutos, cuando vi que había llegado a mi parada. Subí las escalerillas corriendo y fui con paso directo hacia el centro comercial.

"¿Qué estoy haciendo? ¿Qué le diré?", pensé.

Meneé mi cabeza. Me tenía que disculpar, no tenía que quedar mal frente al chico que me gustaba. No.

Entré en el shopping y luego me dirigí al Starbucks. Esto era jodidamente raro y vergonzoso. Maldita sea.

Me paré frente a la puerta de vidrio y lo busqué entre todas las personas que estaban sentadas y daban vueltas por el lugar. Divisé una cabeza rubia en los sillones del fondo, los sillones favoritos de todo el mundo, en los que te querías sentar y no salir de allí nunca más. Sonreí como una boba y entré.

Me dirigí directo hacia donde estaba Niall, caminando despacio para no parecer desesperada. No pasé por la barra de pedidos. No quería tomar un frappuccino, tan sólo quería devolverle su cuaderno y disculparme por lo del vómito. Dios, las mejillas se me empezaban a colorear cada vez más, estaba muy cerca de él... realmente cerca. Di un paso más y quedé en frente a su mesa. Lo observé teclear en su teléfono sin levantar siquiera la vista. Su café estaba en un costado y había también una rosquilla a medio comer. Carraspeé para que se fijara en mí.

Levantó su vista y vi sus ojos azules mirarme con un brillo inexplicablemente bello. Sentí que mis mejillas ardían. Dios, me vería como una rídicula niñata. Tragué saliva y él sonrió. ¡Dios! Su sonrisa debía de ser la octava maravilla del mundo.

-Hola- dije, nerviosa y sonriéndo-, yo...

-Eres la hermana de Dakota, ¿todo bien?- me preguntó y tomó un trago de su café-, siéntate ahí... está desocupado- señaló uno de los sillones que había alrededor de la pequeña mesa ratona. Me senté y le sonreí de vuelta.

-Yo, yo vine a devolverte esto- dije rápidamente y busqué entre mi bolso su agenda, luego la puse arriba de la mesa-, la encontré en el sofá el día que estuviste en mi casa, supuse que se te había caído...

Sus ojos brillaron y una sonrisa enorme se expandió en su rostro.

-¡Dios! ¡Pensé que la había perdido y que no la recuperaría más! Espera...- lo interrumpí.

-No la leí, puedes quedarte tranquilo. No me gusta hurgar en la intimidad de los demás- sonreí de lado y me corrí un mechón de cabello hacia atrás de mi oreja.

-Oh, está bien... no sabes cuán agradecido estoy... por cierto, soy Niall. Niall Horan-, dijo estirando su mano y presentándose.

Reí y tomé su mano para luego sacudirlas.

-Soy Cameron Blumer, pero puedes decirme Cam- dije admirando la belleza de sus ojos azules.

-Bonito nombre- dijo para luego separar nuestras manos y llevarlas de nuevo a su café y a su agenda.

Sentí como si me quedara sin piel. Se había ido aquel cosquilleo tan grato que tuve cuando él estrechó su mano con la mía. Ahora me sentía algo así como desprotegida. Meneé mi cabeza. Esto era una estupidez.

-Perdón por lo de la otra noche- solté sin pensar. Niall dirigió su vista hacia mí de nuevo, pero esta vez se notaba claramente confundido-, lo de la fiesta. No sabía que había vomitado en tus zapatos. Perdón.

Niall comenzó a reír.

-No fue nada, en serio. Incluso me ayudaste. Esos zapatos ya apestaban, tenía que comprar unos nuevos...

Sonreí y volví a disculparme, él me miró con su media sonrisa que podía volver loca a cualquier chica y luego de unos minutos de estar así, habló de nuevo.

-¿Qué tal si te invito un café?- dijo-, podemos arreglar todo con un café, ya sabes, como los ancianos...

-No me gusta el café- dije con una mueca, interrumpiéndolo.

-Uhm, entonces... ¿por qué vienes aquí?- preguntó levantando una ceja. Estiró un brazo hasta alcanzar su celular y pude ver todos los lunares que tenía en el cuello. O los que se alcanzaban a ver por la camiseta blanca con cuello cerrado que llevaba.

Por tí, pensé.

 -Pues, porque... verás, no me desagrada el frappuccino, y muchas veces vengo a despejarme de toda mi familia, un rato sola... ya sabes- me excusé. No sé cómo carajos inventé eso, pero por su cara terminó por creerme.

-Oh claro, sí... pues te pido un frappuccino entonces- dijo frotando sus manos-, ¿has probado el nuevo? Tiene nueces y...- lo interrumpí.

-Te lo agradecería, pero me tengo que ir, ¿si? Nos vemos ma... cualquier día de estos- me corregí rápidamente. No podía decirle que mañana vendría de nuevo para espiarlo en cubierto, pero cómo espiarlo si ya sabía quién era... ¿Por qué tuve que hablarle?

Me di la vuelta y noté mi bolso golpear una de mis piernas. Estaba por comenzar mi marcha hacia la puerta cuando escuché su voz de nuevo.

-¿En qué vas?

 -¿Qué?- pregunté confundida.

-Que en qué te vas, si en auto, bus... ya sabes, en plan de irte caminando o qué.

-Voy en metro, ¿por qué lo preguntas?

-¿Vas a tu casa?

-Sí...- respondí dudosa.

Wow, pensé, parece un novio de esos que te controlan.

-Bien... pues, vamos...- dijo-, te llevo hasta allí... tal vez en el camino podamos charlar un poco más- me guiñó un ojo y acto seguido se paró de su asiento.

Starbucks girl  ||n.h||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora