coffee one

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Boing.

El ruido de la llegada de un mensaje me despistó de mis estudios. Genial, tenía que aprobar química y así no podría hacerlo. Alargué la mano hasta el aparato, pero me contuve. Tenía que estudiar, y aprobar la maldita materia. Apagué el teléfono y seguí leyendo de mis libros. 

"Un óxido básico es un compuesto que resulta de la combinación de un elemento metálico con el oxígeno. Cuando reaccionan con agua..."

A la mitad de la oración el teléfono fijo sonó. ¡Dios! ¿Es que nunca iban a dejarme estudiar tranquila? Comencé a morderme las uñas y a sacudir mi lápiz arriba y abajo. De todas formas no entendía ni una de todas esas palabras escritas.

-¡Caaaaam! ¡Atiende, estoy cocinando!- gritó mi madre desde el piso de abajo.

No contesté. ¿Por qué siempre tenía que contestar yo? Nadie entendía en esta casa el concepto de "estoy estudiando". 

-¡Cameron!- gritó enojada- ¡Tengo las manos en el agua!

Sabía que si no contestaba, ella seguiría llamándome Cameron. Y lo odiaba. ¿Qué clases de padres le ponen a su hija un nombre de chico? 

-Buuuuuuuuuuuffffff- resoplé cansada.

Eché los libros atrás y dejé el lápiz en la cartuchera. Estiré la mano hacia mi teléfono en forma de hamburguesa que me habían regalado mis amigas para mi cumpleaños número quince, "no te lo comas" me habían dicho las muy graciosas.

-Hola- dije con un dejo de mal humor en la voz.

-Cam, vamos al Starbucks- escuché a Gwen del otro lado.

-No puedo Dolyn, tengo que estudiar.

No entendía como Gwen me ignoraba cada vez que le decía que odiaba ir al Starbucks. A no ser por el frappuccino no gastaría ni un céntimo por esos cafés.

-¡No me digas Dolyn! ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?

Largué una risita.

-Okay Gwendolyn. 

-¡Cállate! ¡Mi nombre es Gwen! ¡Sin el Dolyn!- dijo con tono exasperado. No pude evitar reír-, como sea, mira, vamos al Starbucks, es mi cumpleaños, soy tu mejor amiga.

-Tengo que aprobar la maldita materia si no quiero ir a la escuela de verano, Gwen- dije, ya cansada.

-¡Vamos! ¿No descanzas nunca? ¡Puedes estudiar luego! Además se que te gusta el carrot cake, al menos...

-Es que...

-Por favor, por favor, por favor, por favor...- comenzó a decir-, ¿acaso no te importo?- pude jurar que veía como del otro lado se formaba un puchero en sus labios.

-¡Para! ¡Eres una dramática! Me paso dentro de veinte, directo al Starbucks, chao.

Y corté.

Dejé el teléfono a un lado y miré los libros y mis cuadernos de nuevo. Que más daba, no aguantaría con esta mierda por más rato.

Luego de revisar en mi ropero por media hora y dejar una montaña de ropa del tamaño del Everest en mi cama, me senté frustrada. Ladeé la cabeza, ¿cómo podía ser que tenga tanta ropa pero no me decida por ni una? Me agarré la cabeza y escuché la puerta de mi habitación abrirse.

-¿Qué es todo este desorden?- dijo mi madre, fusilándome con la mirada.

-Tengo que ir al Starbucks por el cumpleaños de Gwen y no sé que ponerme-, puse mis ojos en blanco y agarré una remera rosa y verde que había comprado el verano pasado (y de la cual me arrepentía), y la tiré al piso-, esto es una porquería. Quedo como una niñata.

Starbucks girl  ||n.h||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora