coffee ten

294 23 7
                                    

Capítulo dedicado a Lisaeaton y a Meg <3

Me había quedado petrificada, ¿qué se supone que tenía que decir ahora?

Niall comenzó a caminar y cuando vio que yo no lo seguía se paró en el medio del camino. Se dió la vuelta y me miró con curiosidad.

-¿Vendrás o no?

Asentí, ¿qué iba a hacer? No podía negarme. No con él estando ahí y mirándome con esos ojos hermosos que hacían que no piense en nada más que en ellos.
Comencé a caminar detrás de él, con el bolso que me golpeaba en la parte traseras de las piernas. Niall caminaba por entre la gente del shopping, con su paso tan grácil que parecía una pluma volando con suma delicadeza. Lo seguí hasta que estuvimos fuera del centro comercial y él cruzó hacia la otra calle junto a mí. Me paré en la vereda, esperando que él me indicara cuál era su auto. Niall se acercó, mientras sacaba una llave de su bolsillo, a un MINI Cooper Cabrio Highgate negro. Un auto completamente hermoso y costoso.

-Es de mi padre- me aclaró mientras yo observaba emocionada cada curva y brillo del vehículo-, pero me lo regalará... ya sabes, se comprarán un auto nuevo.

-Oh...- dije, y Niall me abrió la puerta del copiloto.

Sentí como mis mejillas se coloraban y me subí. Él cerró la puerta y luego se subió.

Una vez dentro, alargó la mano y encendió el calefactor. Afuera hacía algo de frío, el clima de Boston era horrible, nunca se sabía si un día te estarías cocinando y al segundo tendrías que ponerte un suéter.

Froté mis manos, más por acto reflejo que por darme calor a mí misma. Observé a Niall mientras arrancaba el motor. Su cuello me atraía demasiado, sus pecas lo hacían aún más. Eso por no hablar de sus ojos. Dios mío, esos ojos. Me mantuvieron despierta muchas noches seguidas sin poder conocerlos personalmente, y ahora aquí estaba... en su auto, con él a menos de un metro de distancia. ¿Cómo podía ser esto posible? ¿Acaso era un sueño?

-Así que eres la hermana de Dakota...- dijo pensativo. Asentí-, pues nunca lo hubiera pensado... son tan distintas pero iguales a la vez que dan miedo. De veras.

Solté una risita.

-Pues, no nos parecemos en nada. En plan ella dice blanco y yo negro, ya sabes...

-No.

Lo miré extrañada. ¿No? ¿A qué se refería?

-No lo sé, no tengo hermanos. O algo así. Tengo un próximo hermanastro, al que he visto solo dos veces, pero eso no importa. No somos iguales en todo caso, así que por una parte te entiendo.

-Oh, yo... perdón por preguntar- dije, con un nudo en la garganta por miedo a ser muy curiosa.

-Tú no lo preguntaste. O no recuerdo que lo hayas hecho... te lo conté porque pareces una tía buena, y sincera- corrió la vista de la carretera y me sonrió.

Le sonreí a modo de respuesta y luego de un rato le pregunté:

-¿Vas a la uni con mi hermana?

-Sí, estudiamos juntos- dijo y paró en un semáforo, luego me miró a los ojos y me preguntó:-, ¿tú?

Oh mierda, ¿qué le digo? ¿Y si no quiere tener nada conmigo porque soy unos tres años menor que él? Carajo. Me está mirando. Quiere una respuesta. Bien, me arriesgo.

-Voy a la Instituto privado para mujeres y hombres de Boston- hice una mueca-, joder.

-¿Qué? ¿Qué hay de malo?

-Pensarás que soy una niñata.

-Pueeees... tengo 20, y supongo que tú no estás muy cerca.

-Diecisiete, para los dieciocho- cerré los ojos con fuerza-, sabía que pensarías eso.

-Yo no he dicho que lo pensara.

Abrí los ojos tan grandes como pude. ¿Qué carajos había dicho? Mi corazón estallaría en cualquier momento.

El semáforo se puso en verde, Niall arrancó, dejando atrás a una inmensa fila de autos. No le contesté. No lo creía necesario, no sabía qué decirle, ni tampoco quería hacerlo. Así que me quedé en silencio. Simplemente mirando a la multitud de coches que iban de aquí para allá como si se acabara el mundo en unos segundos. Era increíble cómo el silencio podía pasar de ser cómodo a ser algo que te esté atormentando.
Jugué con mis manos el resto del viaje para entretenerme. Niall no decía nada, yo tampoco. Llegamos a mi casa y miré por la ventanilla. Decidí ser la primera en hablar.

-Uhm, gracias por traerme hasta aquí, no tendrías que haberlo hecho- dije casi susurrándolo.

-Bueno, ha sido un placer poder alcanzarte- dijo con su media sonrisa asomándose de a poco. Se pasó una mano por el pelo y luego la volvió a poner en el volante.

Intenté abrir la puerta pero estaba trabada, y tampoco podía sacarle el seguro. Mierda, seguro me estaba viendo como una inútil.

-Eh, Niall... la puerta- dije con vergüenza.

-Oh, claro, lo había olvidado- dijo y se rió. Su risa era magnífica al igual que todo en él.

Ahora sí, abrí la puerta y ya tenía una pierna afuera cuando escuché su voz llamarme.

-Cam, ¿nos volveremos a ver?

Lo miré a los ojos. Las mejillas comenzaron a arderme, debía de estar ruborizándome a mil por hora. Me estaba por llevar las manos a mis cachetes pero luego las dejé donde estaban. No quería que me viera lo demasiado avergonzada como para reírse de mí.

-Bueno, yo...

-Ya sabes- me interrumpió y rodó los ojos-, me debes el café. O el frappuccino. Lo que sea...

-Sí, supongo- contesté tímida.

-Gracias por la libreta- me dijo con sus ojos brillando en la oscuridad-, es muy importante para mí.

Lo observé en la oscuridad. Parecía un niño pequeño esperando a su madre después de mucho tiempo de haber estado en la escuela. Tenía la mirada vulnerable, pero a la vez tierna y llena de brillo en sus ojos. Me encantaba que me mirase y pusiera esa sonrisa que sólo él sabía hacer. Su sonrisa.

-Por nada- le sonreí y luego miré hacia la ventana de la habitación de Dakota. Estaba abierta, al igual que las cortinas. Se veía su pelo en una de las esquinas, me estaba espiando. Era tan obvia que me daba ganas de pegarle allí mismo-. Pero ahora me tengo que ir, nos vemos luego, ¿si?

Puse mi otra pierna fuera y sentí su mano en mi antebrazo apretándome. No me estaba lastimando, incluso estaba produciendo una sensación expectacular en mí. Era sensacional. Parecían miles de fuegos artificiales explotando por mi piel. Me sonrojé todavía más.

-Toma- dijo, pasándome un papel con algunos números garabateados-, mi teléfono. Por si acaso, para arreglar lo del frappuccino- me sonrió.

Le sonreí como respuesta y luego de un momento le pregunté, divertida:

-Seguro que se los das a todas las chicas a las que llevas en tu auto a casa.

-Sólo a las chicas lindas que tienen una hermana llamada Dakota.

Starbucks girl  ||n.h||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora