coffee three

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El chico de los ojos azules inundaba mi cabeza por completo.

Estaba tirada en mi cama, con mi pijama puesto, esperando a que la cena esté lista y escuchando a dos de mis bandas favoritas: Arctic Monkeys y The 1975.

Recordé que al chico del café también le gustaba Arctic Monkeys (o eso demostraba su remera) y una pequeña sonrisa se me escapó de los labios. Teníamos un punto en común sin siquiera conocernos del todo. Borré mi sonrisa cuando una vocesita cruzó de nuevo por mi mente.

"Pareces una maldita acosadora, como aquella chica en la última película que viste"  me dijo mi conciencia.

Sacudí la cabeza, sentí que mis cabellos rubios, todavía mojados, se me pegaban a los hombros. Tomé un mechón con mis manos, tendría que teñirlo de nuevo tarde o temprano, el color se estaba yendo. Visualicé los cabellos del ojiazul sin siquiera pensarlo antes, él también se teñía, era bastante fácil advertirlo.

Recordé cada uno de sus movimientos. Con tal sólo mirarlo estos dos días ya sabía que mientras tomaba café, escribía. Cuando terminaba el contenido, tiraba los envases, agarraba su pequeña libreta y sus biromes, saludaba a los empleados, se ponía sus auriculares y se iba con una sonrisa en la cara. 

Joder, parecía una enferma mental, pero es que lo había observado tanto que sus movimientos habían quedado grabados en mi mente.

 -Idiota, ya está la cena.

Me asusté tanto que comencé a toser. No sabía que Dakota estaba parada en el umbral de mi puerta. Me saqué los auriculares y la miré con odio.

-¿Quién dijo que abrieras?- achiné mis ojos y luego me largué de mi habitación, no sin antes chocar nuestros hombros molesta, como irritándola. 

-Buuuuuf, niñata- se quejó detrás mío, mientras bajábamos las escaleras.

-Tú.

-No tú- dijo adelantándome, y luego yendo hacia la mesa a sentarse.

-Idiota.

-Cretina.

-Pendeja. 

-Tonta... espera, ¿¡qué!?- exclamó- ¡Mamáaaaaa! ¡Cameron me dijo pendeja!

Sonreí con suficiencia y fui a dónde mamá, en la cocina.

-No es cierto, no la escuches-, dije agarrando un cuenco con ensalada de zanahoria y otro con alitas de pollo.

-¡Si es cierto!- se escuchó desde la otra habitación.

-¿Ya pueden parar de pelearse?- dijo mamá molesta, tratando de no quemarse al sacar las papas del horno.

-Ella me dijo cretina...- susurré mientras me retiraba.

-¡Ya cállense! ¿Qué no se cansan nunca? ¡Parecen unas niñas de 10 años!- puso las papas en una fuente y luego trajo las cosas a la mesa.

Me senté.

-Pero...

-¡Se callan o no tienen computadora ni teléfonos por un mes!- gritó algo frustrada. 

Tuve que contener una risita, mi madre podía ser demasiado exagerada cuando quería.

Mi padre abrió la puerta de la entrada y dejó su maletín en el recibidor, como lo hacía todas las noches.

-Cariño, llegaste del trabajo temprano...- dijo mi madre.

-Si, ya sabes, no había muchas cuentas que hacer por hoy...

Starbucks girl  ||n.h||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora