coffee four

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Una vez que convencí a mamá de dejarme ir al partido y luego a la supuesta "fiesta de victoria" que se celebraría si ganábamos, subí a mi habitación y entré en el baño que compartía junto con mi hermana, ya que conectaba nuestras piezas.

Me bañé y luego me adentré de nuevo en mi cuarto, buscando algo decente para ponerme.

Revolví en mi armario, como acostumbraba a hacer, haciendo un desorden inimaginable. Me puse unos shorts blancos de jean tiro alto, un top de tiras negro, mis borcegos marrones, una fina cadena dorada juntos con unos pendientes a juego, el reloj que solía usar y una campera tejida en color grisáceo. Me solté el pelo y lo sequé, luego lo sacudí un poco, tomé mi buclera y me hice algunos rizos.

-Wooooow, ya no eres un niño- dijo Dakota desde la puerta del baño. Yo me asusté y casi me quemé la mano entera con el aparato. ¡Dios! ¿Cuándo iba a dejar de entrar así y sorprenderme?

-No como tú.

Una risa macabra sonó en mi mente. Mi hermana bufó y puso sus ojos en blanco.

-¿Y dónde vas?- se interesó, mientras se emperofillaba en el espejo del baño.

Me dí varias vueltas frente al espejo de mi habitación, esperaba estar algo aceptable para la fiesta, porque de todos modos se celebraría. Siempre ganábamos. 

-Al partido, luego a la fiesta- tomé mi bolso y metí el celular y las llaves dentro.

-¿Juega Anthony?

-Yep- contesté dándome una última mirada al espejo-, y espero que lo haga bien porque no faltaría al caf...

Y justo cuando estaba por terminar la frase me quedé callada y palidecí. No debía contarle lo del ojiazul a mi hermana, me molestaría todo el tiempo.

-¿Dijiste café? Que yo sepa el café a ti no te gusta...- dijo acercándose a mí por la espalda.

-No...- trataba de encontrar alguna excusa rápida, pero nada me venía a la mente-, dije que no faltaría a la cafetería por ir allí, hoy servían pizza mientras duraba el partido.

-Oh- dijo arrepentida, pero aún así se notaba algo de sospecha en sus ojos-, bueno, la pizza es muy rica, así que Anthony no debería defraudarte-, dio palmaditas en mi hombro y se fue.

¿Qué había sido eso? Pensé que ella me haría un escándalo o que no me creería. Pero no había sido así.

Bajé las escaleras y saludé a todos, luego caminé hasta la casa de Gwen, ella ya me estaba esperando fuera, en el jardín delantero que su madre tanto cuidaba.

-Te ves bien- dijo al mismo tiempo que me daba un beso en la mejilla.

-Gracias, tú igual- dije. Y era verdad. Tenía puesto un atuendo de acuerdo a su personalidad. Atrevido y sensual. Llevaba unos jeans ceñidos a sus piernas, un top que le llevaba un poco más arriba del ombligo color blanco y que aumentaba sus curvas al cien, y unas botas tejanas color blancas. Me sonrió, los rulos se esparcían por su cabello como si fueran resortes.

-¿Vamos?- preguntó mientras me tomaba del brazo y me llevaba apurada por el camino hacia el instituto.

-¿Por qué tanto apuro?- pregunté divertida-, oh, espera... ¿quieres ver a algún chico? ¿a que no?

-¿Qué dices?- dijo nerviosa y sus mejillas se tornaron al rojo vivo.

Le gustaba alguien. Lo sabía.

-Vamos, que se te ve en la cara. En plan de "mírame, mis mejillas me delatan"- dije burlándome.

Hicimos lo que nos quedaba del trayecto riéndo y bromeando a cerca de sus mejillas. Ella negaba todo el tiempo que le gustara alguien, pero yo sabía que de hecho era todo lo contrario.

Cuando llegamos al campo de fútbol, Scarlett nos hizo señas desde las gradas v.i.p.
Las gradas "v.i.p" eran aquellas a las que iba la familia de los jugadores, o sus amigos más cercanos. Y con suerte, si no eras de la élite, podías ocupar un lugar allí sólo si estabas dos horas, con anticipación, esperando al juego.

Nos dirigimos dentro de todos los estudiantes, que estaban tomando sus asientos con las manos cargadas de gaseosas y comida, y que nos miraban como si fuésemos unos bichos raros.

Me senté junto a Scarlett y Gwen se colocó a mi lado.

-Chicas, me disculpais, pero tengo que irme, Mark está esperándome unas filas más arriba...- dijo Scarlett.

-¿¡Tienes novio nuevo!?- preguntó en voz baja, sorprendida, Gwen, ya que Mark estaba mirando hacia nuestra dirección.

-Sí-, Scarlett se sonrojó-, ya, pues, sólo vine a indicarles donde quería Tony que se sentaran, me voy... adiós- dijo algo nerviosa, nos saludó con la mano y se fue correteando hacia dónde su novio.

Miré a Gwen. Se había sonrojado de nuevo.

-Uffff- dijo, después de un instante-, ¿cómo cojones hace para conseguir un novio tan rápido?

Sólo me reí.

La gente iba llegando y Hank (el encargado de limpieza y el señor de los hotdogs en casos de partidos), se nos acercó.

-¿Se les ofrece?- dijo con una sonrisa. Hank me caía bien. Creo que era el único adulto que me agradaba de todo el instituto.

-Claro.

Tomamos dos hotdogs, una Coca Cola y una Sprite pequeña y luego el partido dió su comienzo.

Los jugadores estaban saliendo y yo ya estaba comenzando a aburrirme.

-Todavía no me has dicho quién te gusta- susurré a Gwen, que estaba concentrada en la cancha. Eso me impresionó. Nunca había estado tan enfocada en los partidos, sólo quería que ganásemos para ir a la fiesta.

-Es porque no me gusta nadie-, dijo, sin quitar la vista de nuestro equipo.

-No estoy muy segura, creo que te gusta alguien del equipo...- comencé a decir, pero ella me interrumpió en seguida.

-¿¡Qué dices!? ¿Estás loca? ¿A qué te refieres? Eso nunca puede ser, nunca. ¿Me has oído? Nunca.

Se tocaba las muñecas con nerviosismo y sus ojos brillaban como estrellas. Estaba tan roja que llegué a pensar que en algún momento se cocinaría.

-Mmhhmm. ¿Puede ser Erik? ¿Tal vez Greg? ¿Justin?- insistí.

-¡Que no!

-¿Tony?- pregunté, considerando aquella posibilidad.

-¿¡QUÉ!? Ahora sí... estás mal de la cabeza, ¿no ves que es una tontería? Ya basta con eso. No es Tony, no es nadie, ¿sí?

Me miró a los ojos y noté su enfado. Pero más allá de eso la conocía perfectamente, y sabía que estaba muy nerviosa, y que todavía necesitaba tiempo para confesarme quien le atraía. Aunque nunca se pierde nada intentando...

Me concentré en el partido. Pero lo hice sólo por unos minutos, ya que un incidente se cruzó en mi camino y luego mi atención se concentró sólo en una persona.

Noté que alguien chocó contra mi rodilla, nada grave, fue sólo un golpe lento y suave. No era nada del otro mundo, siempre sucedía que alguien te chocaba de una forma u otra. De todos modos, levanté mi vista, para ver quién había sido el causante. Y lo ví. Ví ese pelo rubio teñido y sus ojos azules. Llevaba un celular en vez de la agenda en su mano derecha. En la otra llevaba un vaso extra grande de Coca Cola. Iba vestido con una de sus playeras y esos jeans que le quedaban como a los mismísimos dioses. Pero él no se fijó en mí. Sólo le habló al aire, pidiéndome perdón y a la vez pidió a los de los siguientes asientos que le dieran permiso para pasar. Mi corazón se achicó. No me miró. No sabe quién soy. Ni siquiera sabe cómo soy físicamente. O que lo he estado mirando todos estos días. ¿Acaso son cómo estos los pensamientos de un psicópata? Porque si es así, pues... ya me he convertido en una.

Starbucks girl  ||n.h||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora