Todo tiene su principio para tener un final y este libro no se hubiera podido crear si no encontrara a Sergei Davydenko en los ojos de mi niño.
CARMEN MARTINEZ GARCIA
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Hace un frío día de invierno, gélido, en una noche cerrada y está nevando. Mirando por la ventana como cae la nieve en este lugar deprimente pienso francamente que todos o casi todos los acontecimientos claves de mi vida han pasado en noches frías de invierno. Supongo que algún motivo habrá o simplemente han pasado porque les tocaba pasar ese día. Tampoco me preocupa.
Me presentaré, la educación ante todo, como decía mi madre. Mi nombre es María Alejandra Guzmán Bolnuevo y esta es la historia de mi vida, algunas veces un poquito amarga y otras veces más agradables. Quiero contar la historia de mi vida, sé que es un poco atípica, pero quiero dar a demostrar que somos la consecuencia de pequeños e insignificantes momentos unidos a otros pequeños e insignificantes momentos de otras personas. Las conozcamos o no. Mi abuela decía que cuando nacemos somos un alma dentro de una semillita al lado de muchas otras semillitas llenas de almas y nuestra vida se enreda con las demás vidas. Algunas crecen juntas y luego se separan, otras nacen separadas y luego se enredan para seguir juntas hasta pasar el muro y siguen así toda la eternidad. Yo pienso que la vida de uno es de uno pero la convivencia con los demás se hace con esos momentos algunas veces pequeños y otros insignificantes. Mi vida gira en torno al momento en el que alguien se dejó abierta la puerta de mi patio y al momento en el que alguien se dejó en un coche militar un clip y como todo tiene un principio y un final lo lógico sea que empiece por el principio. Pido perdón por anticipado si algo no se entiende pero como decía mi abuela lo que hoy vale dinero mañana es gratis, tarde o temprano se desvelará.
Tuve la suerte de vivir mi vida con el hombre más maravilloso, bueno y dedicado a su familia como fue mi marido. Aquel ser enigmático y hermético que vino del gélido régimen comunista y al que nunca le tembló la mano a la hora de ejercer su trabajo. Nunca comprendí como podía hacerlo, él decía que solo era...trabajo. Y pongo a Dios como testigo que fue el mejor y un buen maestro.
Criada en una familia católica fui a los colegios que las hermanas descalzas tenían donde mi padre era destinado, allí también terminé mis estudios de auxiliar enfermería.
Mi padre, Alfredo Guzmán Pérez, teniente de la guardia civil. Hijo y nieto del cuerpo, tenía dos metas en la vida: una, ascender y ser persona relevante en el cuerpo y dos, tener un hijo varón que siguiera la tradición. Mi abuelo Federico decía que no valía ni para una cosa ni para la otra. El tiempo le dio la razón.
Pero no se tiene todo en la vida, o no cuando uno lo quiere, porque al año de casarse llegué yo. Aunque no fue una decepción sí lo fue el hecho de que tardara dieciséis años y cinco abortos hasta la llegada de tan deseado vástago. Abortos que mi madre llevaba con verdadera resignación, se quedó embarazada con tratamiento y reposo, mucho reposo.
La única misión de mi madre era que mi padre estuviese siempre atendido, su comida puesta, su ropa planchada, su palabra hecha obra y como no embarazada cuando él ordenaba, sutilmente claro. "Este es el ultimo". Le decía, "ahora sí, veras como si". Siempre odié la vida de mi madre. Persona sin personalidad, cohibida moral y psicológicamente por su marido. Dueño y señor de su persona, y ahora años después me doy cuenta de que mi vida con mi marido no hubiera sido posible si yo no hubiera sido un poco como mi madre, un poco dependiente psicológicamente de él. Dejándome llevar por su inocente sonrisa de niño bueno.
Yo había terminado auxiliar de enfermería y deseaba tanto llegar a la universidad..., pero mi padre decidió que era más importante quedarme en casa y que mi madre no perdiera el bebé. Para lo que iba a ser en la vida me bastaba con esos estudios, una esposa de guarda civil, callada y entregada a su marido. Para eso me habían educado.
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HISTORIA DE UN ENGAÑO
Romance¿ Qué sucedería si en una noche nevada de febrero llamara un hombre a tu puerta con un tiro en la pierna y unos ojos verdes que quitaran el sentido, lo pasarías a casa, le ayudarías? Alejandra Guzmán lo hizo y su vida cambio para siempre. A veces ha...