Parte sin título 14

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Gracias por seguirme, no os mentí ahora empieza lo bueno, ahora vais a saber para que sirve un Led čovek. Besitos de rana.

Los exámenes de teoría fueron en mayo, el aprobado fue general nota mínima un ocho y medio, nadie hacía lo que mi marido hacía por ellos. Los exámenes prácticos fueron en junio, otro éxito, nota media un ocho setenta y cinco, incluido tiro. Solo a Misha le obligó a aprobar con sobresaliente. Le decía que él era el mejor.

Había cogido a cincuenta muchachos que nadie daba un "para" por ellos y los había hecho aprobar el curso con buena nota, casi sin arrestos, sin castigos. Solo al principio, el primer día para que ellos supieran quién mandaba y quién llevaba sus riendas y luego todo fueron alabanzas y confianzas. Se dice que no hay mal estudiante sino mal profesor y para enseñar algo a alguien, lo que sea aunque sea enseñar a matar tienes que ser un buen profesor e inculcarle a tu alumno que él puede y que él es el mejor y eso no se consigue si el profesor no tiene motivación ni cree que el alumno puede hacerlo. Mi marido era el mejor y creyó en ellos.

El viernes a eso de la una de la madrugada se levantó y se vistió de camuflaje negro.

-¿A dónde vas a estas horas de la noche?-Le había pillado.

-Tengo trabajo que hacer, acuéstate.- Estaba molesto le habían pillado.

-¿No iras a matar a nadie?- Me preocupé, temblé.

Se acercó y me susurró- Si a ti como no te acuestes- Se rió.

-Vengo enseguida, no te preocupes, solo voy a tomar una cerveza con un amigo.- Me besó y apagó la luz. Se llevó el coche. Me levanté y encendí una vela por si las moscas.

Llegó al barracón y sin hacer ruido ni encender la luz buscó la litera y le puso la mano en la boca y la luz de la linterna en los ojos.

-¡Vístete, nos vamos de caza!

El muchacho se sobresaltó, su corazón se salía de su pecho. Se vistió de camuflaje y le siguió. Subieron al coche y llegaron a la ciudad, lo aparcó en un barrio humilde en un sitio poco transitado. Miró al muchacho y este comprendió que habían llegado. Ando unos cien metros y tanteó un viejo coche, lo abrió y lo arrancó, el muchacho subió. Nada le dijo en todo el camino, Misha no sabía lo que pasaba pero se dejaba llevar entre la incertidumbre y el miedo que tenía.

Llegó al centro comercial y aparcó a unos cincuenta metros en el aparcamiento, le puso el silenciador a la pistola se cubrió la cara con el pasamontañas, miró al muchacho, este le imitó y disparó a las cámaras y a las farolas.

Bajaron del coche y se deslizaron como dos sombras hasta la puerta de emergencia del restaurante de Alonso. Se paró, abrió la puerta y en penumbra se encaminaron hasta la habitación de las basuras. Allí dormía Vladimir agarrado a una botella de vodka vacía.

-Quiero que no le dejes un solo hueso sano, o yo te lo haré a ti.- Le dijo clavándole los ojos. Y acto seguido le quitó el pasamontañas.

Misha lo miraba, ¿Qué le había hecho ese pobre borracho al capitán? Se acercó y al levantar el puño para golpearlo Sergei gritó.- ¡Vladimir, levanta que te quieren ajustar las cuentas!- Y se sentó en el congelador con una cerveza en la mano.

El vagabundo abrió los ojos y vio al muchacho con el puño levantado, se miraron, Misha miró a su capitán.

-Venga poca mierda por los viejos tiempos. Acuérdate de cómo le llevaba hombres a tu madre y luego le quitaba el dinero para gastárselo en vodka en vez de darte de comer ese día un plato de comida caliente. ¡Venga nena! ¿Abusaba de ti o solo de tus hermanas?- Gozaba reclinado en el congelador.

HISTORIA DE UN ENGAÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora