HISTORIA DE UN ENGAÑO

Parte sin título 17

Teníamos un viaje pendiente a París por lo tanto cuando llegaron las niñas les endosamos a los canijos y nos fuimos nuestros quince días de "Luna de miel". Rony nos había pagado un crucero de lujo por el mediterráneo el día de nuestra boda y no pudimos disfrutarlo. ¡A saber lo que le había costado! Pensé en ese momento.

Era maravilloso ¡Tan romántico! Hicimos turismo, fuimos por las noches al teatro, a las salas de música, volvimos al Moulin Rouge, a pasear de nuevo en calesa por las orillas del Sena y por el día museos, museos y torre Eiffel. ¡Qué bien hablaba el francés!

Por las mañanas se iba a eso de las seis,  bajaba al gimnasio o a la piscina y subía a las ocho con el desayuno y una rosa. Yo le pagaba con un beso y lo que viniese después.

Aquella mañana no fue al gimnasio salió a la calle y cogió un taxi. "À la rúe de la Fontaine numero vintg-huit s'il vous plait." Le dijo al taxista y el taxista le llevó a la calle de la Fontaine numero veintiocho. Era una calle del centro bohemio una de esas calles "alegres" de mujeres "alegres". Pasó a un portón de madera vieja, negra por el uso y el tiempo y subió los escalones rojos, desgastados, algunos rotos. Llegó a una puerta del primer piso toda desconchada y sucia alzó la mano y cogió la llave del faldón del dintel. Abrió despacio y pasó, fue directo al dormitorio y allí estaba ella dormida, desnuda. Se recostó a su lado y le olió el pelo, ella despertó.

-¿Recibiste mi mensaje?

-¡Claro tonto! ¿Quién me manda mensajes con el símbolo de medio infinito si no tú?

Le puso los labios en los suyos y los besó suavemente, ella se separó y le soltó un bofetón.

-Yo no soy la pueblerina si me vas a hacer algo házmelo en condiciones.- Y le besó con rabia, como antaño lo hacía.

-Sigues igual de hambrienta, ¿Me has echado de menos?- Le dijo dejando la chaqueta en la silla.

-Todos los días mi tonto.

-¿Me quieres?- La echó en la cama y empezó a tocarle los muslos, ella era pura excitación.

-Querido el amor es para los débiles, para tu pueblerina. Nosotros somos dioses- Se rió mofándose.-Pero no puedo estar sin ti llevo veinte años esperando este momento. Házmelo Sergei como tú solo sabes, si eso que siento por ti es amor entonces te quiero.- Abrió sus piernas.

-¿Porqué no te quisiste casar conmigo?- La seguía acariciando

-¿Bromeas?, con tu carrera tirada a la basura. ¿Qué te pensabas que te iba a seguir a fin del mundo por un anillo? Ahora si quieres te vuelvo a hacer un hueco en mi cama. ¿Porque has vuelto por lo que te prometió el viejo, verdad? ¿Llegaras a general de la academia?- Él asintió.

-Podría haber llegado veinte años antes si tú hubieras confiado en mí. Te pedí solo que me fueras fiel y con una palabra tuya la hubiera limpiado a ella y a sus mocosos. Le pedí la casa al general para nosotros pero yo siempre fui tu marioneta, tu tonto que te quería y cerraba los ojos, siempre quisiste a Alexei más que a mí.

-Ahora podemos ser dioses Sergei. Échala que se vaya para España y se lleve a su mocosa y juntos criaremos a tu hijo hasta hacerlo un dios. Vuelve a mi cama déjame ser tu mano derecha y seguir llegando lejos. Alexei solo era un capricho de adolescentes.

-¿ Y tú a qué has llegado, a capitana, a puta de oficiales, cuál es tu futuro? Valías mucho más y el vicio te pudo, Alexei tenía razón.- La miró y sonrió.- Lo hago por ti, porque te quiero, porque eres la única mujer que me ha querido, Alejandra.-Ella lo miró y un disparo sonó con silenciador.- Sigues siendo una puta con sueños baratos.- La miró ya sin vida.-Yo también te quiero Irina pero era mi mujer o tu, y con mi mujer no se juega ni conmigo tampoco.- La miró un rato a los ojos y con media sonrisa dijo.- Si hubieras sido mi mujer hace tiempo que los hubiera mandado a todos ya al infierno. Pero todo llega no tengo prisa, ya solo queda uno.- Cogió sus chapas y salió.