Parte sin título 10

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Recogí el vestido y los zapatos, los empaqueté y me fui a la pelu, dejé a los niños con Rosa.

Pasé a la pelu, era grande, espaciosa, decorada glamurosamente al estilo chic de los años setenta con grandes espejos y colores chillones. Era la pelu de la gente chic de Madrid y yo una clienta vip, No tenía que hacer colas y antes de que entrara por la puerta mi café ya estaba preparado. Nunca pregunté lo que me costaba estar guapa y mis propinas a las chicas hacían que me trataran como a  una reina.

Pasé con una sonrisa de complicidad haciendo un paseíllo. Cuando llegué a la altura de Borja le miré y le di un sonoro beso en la mejilla.

-Gracias guapo, fue una noche re-don-da a mi marido le encantó el vestido.

- Y la percha nena porque tú con que te arregles un pelín vales mucho.- Me dio un beso en los labios.-Toma esto para tu ruso.- Y se puso a imaginar.

-¿Oye me coges sin prisas y me peinas? Llevo unos pelos de loca...- Dije tocándome el pelo delante del espejo.

-Vete, deja el vestido y los zapatos en mi despacho y siéntate te cojo en media hora.

Eso fue lo que hice, me senté en el sillón rosa chicle de terciopelo a esperar mi turno. Como las revistas me aburrían opté por el periódico de la mañana. Lo sobre leí por encima y me paré en las noticias locales. Una noticia me heló el alma, me quedé conmocionada, no podía ser verdad, él no era capaz de tan semejante barbarie. El titular decía:"Asesinado un cabecilla de la mafia rusa en el restaurante de la casa de campo." Leí por leerlo el alma se me heló al leer el nombre : Yuri  Sergéyevich Davydenko, y la hora de la muerte: Las diez y media. Hora que Sergei estaba fuera "haciendo negocios" mientras yo extasiaba con la ópera.

Salí de la pelu con un rumbo fijo, pero con una ofuscación, una perplejidad, que no me dejaba pensar, reaccionar. Debía ser una coincidencia de nombre y de hora, de todos modos cuantos rusos se llaman así y mi marido era serbio.  Quise tranquilizarme yo misma pero mi interior se negaba, lo obvio era obvio, era su hermano la foto una vez mas no mentía.

Treinta y cuatro plantas ayudan a templar los nervios y pensar que le dices a la secretaría de tu marido. Respiré y sonreí.

-Buenos días Cristina ¿el señor Bolanovsky está solo?- Esperé la contestación.

-Si señora, la anuncio en un momento. Dijo con la intención de usar el interfono.

-Le sonreí- No hace falta, ya me anuncio yo solita, por favor no le pase llamadas en quince minutos.- Me acerqué y le hablé muy bajito.- Hoy es nuestro aniversario.-Me puse el dedo índice en los labios. Ella sonrió conmigo.

Me di la vuelta cambié el semblante y abrí la puerta. Fui hacia él, se sorprendió al verme, y como él había hecho un año atrás le estampé el periódico en el pecho.

-Lee la noticia del ruso.-Me puse de manera que no pudiera levantarse.

Cogió el periódico, me miró, la leyó, lo arrugó y mirándome lo tiró a la papelera.

-¿Está la cámara encendida?- Dominé mis nervios ya que estaban a punto de saltar como el muñeco de la caja.

-No, ¿por qué?

Y antes que terminase la frase le di un bofetón que le crucé la cara, lo miré y antes que reaccionara el revés.

-Asqueroso hijo de puta ¿Para una vez que me llevas a la ópera es para tener una cuartada para matar a tu hermano?-Descargué toda mi ira sobre su cara, seguía mintiéndome, utilizándome. ¿Qué era yo para él?

Volvió la cara y su semblante cambió, como osaba pegarle, me miró con soberbia mientras levantaba su mano para devolverme el golpe. Lo vi levantar el brazo mientras lo miraba a los ojos.

HISTORIA DE UN ENGAÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora