Untitled Part 8

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En toda vida siempre hay una de cal y otra de arena y a principios de junio a mi hija Sheila la habían cogido robando una pulsera de cuatro mil euros en una prestigiosa joyería de Madrid. Desde que su padre entrara en el hospital nuestra relación había ido en picado. No tenía tiempo para ella y ahora con el embarazo tampoco. Yo ya no sabía qué hacer con ella, todo era discusión con ella, ya ni los castigos sin salir valían para algo, incluso las notas iban de mal en peor, yo veía que se me escurría de las manos. Su padre la castigó a trabajar los tres meses del verano en un Kebab de los que tenía Igor dispersados por Madrid, para bajarle los humos. Hasta el dueño del Kebab suplicaba que se la llevara, pero no fue así cumplió su condena.

Una noche cuando su padre fue a recogerla la encontró hablando con dos rumanos, se acercó y la llamó en serbio, miró fijamente al muchacho altivo y este le sonrió.

-No te acerques a los rumanos, Sheila no son buena gente.- Le recriminó su padre, pero su corazón ya estaba cogido.

Para ella Mario, el muchacho de su clase por el que había estado coladita ahora le parecía un niño al lado de este gallardo morenazo. Se reía para sus adentros, a Mario su padre le había cortado los tentáculos con solo enseñarle la pistola apoyado en un árbol junto al instituto. Pero Leoniv tenía algo que le volvía loca, era un hombre y ella a sus casi diez y siete años una mujer.

Al quinto mes de gestación nos lo confirmaron, una niña y un niño. Sergei tenía su regalo, hasta a Igor le llegó el video- mensaje. Que se jodiera por intentar acabar con nuestro matrimonio, para mi marido era una guerra secreta con venganza fría. Solo me dijo nervioso de saberlo." Que no sea mío, que no tenga los ojos verdes." Años más tarde hallé la respuesta.

La última etapa del embarazo fue una muerte. No salía de la piscina, me asfixiaba, por lo menos allí estaba fresca. Bajé una hamaca y pasaba las tardes leyendo y contemplando a ese cuerpo esculpirse de nuevo. Estaba pletórico, haciendo planes para los niños, buscándoles nombres, colegios hasta universidad. Le encantaba hablarle a la tripa en serbio, quería que yo aprendiera, lo intentaba. Lo hacía para que cuando salieran le costara menos aprender el idioma, todo un padre primerizo.

El verano acabó como termina todo ciclo que llega hasta el final. Sheila terminó su condena en el Kebab. Y le exigió a su padre la paga, este le dio la pulsera robada. Tuvo que comprarla para que su hija no fuera a un centro de menores, comprarla con intereses, unos pendientes que me regaló el día de nuestro aniversario.

-¿Para qué quiero yo esto?- Le reprochó a su padre.

-¿Entonces para que la robaste?- Le contestó

-Por juego, por si te pillan, ¿no lo pillas?-Ironizó con el juego de palabras. Dame mi dinero, es mío me lo he ganado este verano limpiado aquel asqueroso antro de mala muerte. No tienes ningún derecho a explotarme de esta manera, no soy una de las muchachas que se traen del este.- Volvió a exigir el dinero de mala gana.

Veía odio en los ojos de su pequeña, ya no era su papi, era un explotador que la había tenido todo el verano trabajando mientras sus amigos veraneaban. "Pobre Sheila" le decían mientras le mandaban fotos de fiestas interminables.

-Cojéla y véndela así pillaras algo.-Le dijo su padre siguiéndole el juego.

La muchacha la cogió de mala gana y le lanzó un " te odio" que se le clavó en el alma. Si mi relación con ella era pésima con su padre ya se había acabado. Pensó que su Leoniv la podía vender y pasar con él un buen fin de semana.

Finales de agosto, pasé la tarde en la piscina, no podía salir de allí. La tripa era ya lo suficientemente grande para no dejarme ya ni respirar, decidí que la hora había llegado
La noche anterior ya no me tomé las pastillas. Sergei trabajaba hasta la hora de cenar, nadie se iba a enterar. Seguía sin tocarme,  me miraba y solo sonreía, cada día que pasaba era un día mas que los niños seguían dentro y un día menos para verles las caras.

HISTORIA DE UN ENGAÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora