9.

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Me senté en una mesa de la biblioteca, tirando mi bolso en esta. Cuando el bolso golpeó contra la madera oí un «shh» de la señorita Hampton, la bibliotecaria que hacía más ruido mandando a callar gente que la propia gente que se esforzaba por no recibir un llamado de atención de ella.

La miré y bajé mi cabeza. Ella se retiró haciendo resonar sus tacones rojos cuyo sonido me dañaba el cerebro. Irritante para ser bibliotecaria.

Junté mis manos sobre la mesa. Estaba ansiosa, como si algo grande estuviera a punto de pasar, mas no era así, sólo era una chica sentada en la biblioteca, esperando un chico para recomendarle un libro para un ensayo de literatura. Pero mi corazón no entendía eso porque latía más rápido de lo normal.

Me mordí los labios cuando de repente vi a Carter entrar en la biblioteca. Ayer había apuntado su número a mi teléfono. No sé por qué lo había hecho, fue como un impulso, como si alguien hubiera poseído mi cuerpo y tomado mi teléfono para apuntar su número. O era sólo yo, queriendo llamarlo algún día.

Él empezó una charla con la señorita Hampton, quien ponía sus ojos en blanco constantemente. La mesa en la que me encontraba estaba al final de la sección de literatura romántica, alternando un poco con los libros de historia. Este pasillo daba directamente hacia el escritorio de la señorita Hampton, donde él se encontraba de espaldas, apoyando sus codos sobre la mesa, y seguramente sonriendo como cínico.

«No te voltees, no te voltees.» Y se volteó. Me miró con una sonrisa burlona. Yo debía verme realmente sorprendida y enojada al mismo tiempo. Así me sentía.

Caminó hasta a mí manteniendo su sonrisa. Su irritablemente adorable sonrisa. Puse los ojos en blanco con fastidio. Él tomó una silla en estaba frente a mí, la giró y se sentó en ella con su abdomen pegando del respaldo, dando la talla de un chico malo.

«¿Es normal que quiera besarlo? No debería serlo, pero considerando que tal vez sea síndrome premenstrual prematuro, lo dejaré pasar.»

―Hola. ―Sonrió encantadoramente.

―Hola. ―Sonreí a mi pesar.

«Un momento... ¿qué eso en mi estómago? Es... son...

¡Malditas cosquillitas! No, no puede gustarme. Es hora que de que mis jugos gástricos entren en acción y maten a las putas mariposas.»

―¿Qué haces aquí? ―interrogó con voz suave y calmada. Su aliento esta vez olía más a menta que a tabaco.

―Espero a alguien ―contesté aun manteniendo mi sonrisa por alguna razón.

―¿A quién? ―No cambió su expresión.

―Brice Sommers. ―Levanté mi cabeza con orgullo disfrazado de emoción.

Carter hizo una mueca de desagrado, muy notable.

―¿Por qué? ―preguntó.

―Porque quiere que le recomiende un libro para un ensayo

―repliqué como si fuera obvio.

―¿Por qué?

―No lo sé, porque sí. ―Me encogí de hombros.

―Pensé que él pensaba que eras mi novia ―argumentó con una frialdad casi atemorizante.

―Uh... Mmm, yo le dije que no era así. ―Traté de evadir su mirada.

―Oh. ―Sacudió su cabeza―. ¿Él te gusta, June?

Mordí mi labio inferior y sonreí asintiendo. Él soltó otra de sus pequeñas risas burlonas, y yo fruncí el ceño.

―¿Qué es tan gracioso? ―pregunté ya cabreada, cruzándome de brazos.

―No creo que él te guste en verdad.

―¿Cómo puedes saber eso?

―Mira, tú eres una chica fuera de lo normal, que se siente como un pez fuera del agua en esta escuela de mierda, entonces crees que si te gusta el que le gusta a todas, serás un poco más normal y... digámoslo así: aceptada.

Yo no podía creer lo que estaba diciendo, peor que no creerlo, no lo entendía. Es decir, entendía de lo que hablaba, pero no podía entender por qué, por un momento, sentí que había descubierto algo sobre mí que ni yo misma sabía.

―Eso no es... Eso no es cierto ―negué, manteniendo mi expresión de ofensa.

―Claro que lo es.

―Tú no puedes saber eso.

―Claro que puedo, ya lo sé. ―Se inclinó sobre la mesa más cerca de mí.

―Eso. No. Es. Cierto. ―Me incliné igual y lo miré a los ojos. «Tiene bonitos ojos, brillantes.» Sacudí mi cabeza ligeramente alejando el pensamiento.

―Sí. Lo. Es. ―puntualizó en el mismo tono que yo usé, inclinándose aún más cerca. Su aliento chocó con mi cara.

Y en ese momento mi juicio se nubló. Lo único que veía eran los labios de Carter frente a mí, tentándome, llamándome, haciéndome querer cosas que no puedo tener. Mi mirada estaba fija en ellos, y Carter estaba al tanto de eso.

―Hazlo, muñequita, ambos lo vamos a disfrutar. ―Sonrió maliciosamente. Y su permiso me dio aún más coraje. Sin saber cuándo, llevé mi mano a su nuca para terminar de eliminar el espacio entre nuestros labios.

Él empezó a mover sus labios a un ritmo que desconocía, pero seguí igual. Yo jamás había besado a un chico, y de lo que me perdía... No sabía qué estaba haciendo, pero quería continuar. Mi lengua, desesperadamente, buscó la suya y después de eso, fue algo extraño y repulsivo, como adictivo también... delicioso.

―¿June?

Y fue cuando mi mundo se derrumbó. Solté a Carter bruscamente y las chispitas que alguna vez existieron se esfumaron. Murieron. Se apagaron.

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora